miércoles, 25 de marzo de 2020

A propósito del Estado de Alarma (6): El inicio del Estado providencia y el principio de unidad de acción -1 -


En 1856 Alexis De Tocqueville, en la obra El Antiguo Régimen y la Revolución analiza las causas y el carácter inevitable de la Revolución Francesa, señalando a la centralización administrativa como el nexo de unión de la Francia del Antiguo Régimen con la de la Revolución.
 Bonnin no se entiende sin la revolución francesa, ni esta hubiera sido posible sin la revolución administrativa previa llevada a cabo en época de Luis XVI bajo la influencia de Turgot. Tocqueville describe la importancia para la revolución francesa de continuar el inacabado proceso de modernización y centralización-burocratización del Estado francés comenzado bajo Luis XVI de Francia y sus ministros Turgot y Necker, en la línea de la reforma iniciada por Maupeou bajo el reinado de Luis XV dirigido a la separación de la función política y judicial además de a la reforma para eliminar los abusos que surgían de las magistraturas hereditarias.
Nos dice el autor que (…) Es imposible leer la correspondencia de un intendente del antiguo régimen con sus superiores y subordinados, sin admirar hasta que punto la semejanza de las instituciones hacía que los funcionarios administrativos de aquella época se pareciesen tanto a los nuestros.
…El ministro siente ya el deseo de intervenir en los pormenores de todos los asuntos y de dirigirlo todo desde París. Esa pasión aumenta a medida que avanza el tiempo y la administración se perfecciona …Los detalles confiados a los ministros son inmensos. Nada se hace sin ellos y sí todo a través de ellos, y , si sus conocimientos no son tan extensos como sus poderes, se ven obligados a dejar las cosas en manos de sus comisionados que se convierten así en los verdaderos amos …Para llegar a dirigirlo y a saberlo todo desde París, ha sido precioso inventar mil medios de control. La cantidad de escritos es enorme. La lentitud del procedimiento administrativo es tan grande que nunca he visto que transcurriese menos de un año antes de que una parroquia pudiera obtener autorización para reconstruir un campanario o para reparar la casa parroquial; A menudo pasan dos o tres años antes de que atienda la petición.
 (…)Los funcionarios administrativos, casi todos burgueses, forman ya una clase que tiene espíritu propio. Es la aristocracia de la nueva sociedad… Lo que caracteriza a la Administración en Francia es el odio violento que inspiran indistintamente todos aquellos, nobles o burgueses, que quieren ocuparse de los asuntos públicos al margen de ella. Le da miedo cualquier cuerpo independiente, por pequeño que sea, que quiera constituirse sin su concurso, y le molesta toda asociación libre por pequeña que sea, cualquiera que sea su objeto, le inoportuna, y sólo deja subsistir aquellas compuestas arbitrariamente por ella, y por ella presididas. Incluso las grandes compañías industriales tampoco son de su agrado. En una palabra, no quiere que los ciudadanos interfieran de modo alguno en el examen de sus propios asuntos, y prefiere la esterilidad a la competencia. Pero como siempre es preciso dejar a los franceses la dulzura de cierta libertad para consolarlos de sus servidumbre, el gobierno permite discutir l9ibremente toda clase de teorías generales y abstractas en materia de religión, de filosofía, de moral, o incluso de política, tolera de buen grado que se ataquen los principios fundamentales sobre los que hasta entonces descansaba la sociedad, y que se discuta al mismo Dios, con tal de que no se critique ni al más insignificante de sus agentes. Se figura que eso no le atañe (…)
 Tocqueville pone en evidencia, que la revolución triunfó por mor del control gubernamental a través del modo político-administrativo ya preexistente  - centralismo y  burocratismo - que desarrolló expansivamente con nueva normativa, muy cambiante - sobre todo en materia hacendística - y una praxis de destrucción de los poderes intermedios entre el poder central, creando un espacio vacío entre él mismo y los particulares mostrándose en la lejanía como el único resorte de la máquina social y agente único y necesario de la vida pública.  Se contrasta esta dinámica con la de Inglaterra.
(…) En Francia solo la gendarmería es la garante del orden público para el pueblo, que la quisiera en la puerta de su casa. En Inglaterra, los ciudadanos se jactan de haber sido robados pues al menos no existe la gendarmería.  En suma en la Francia de la revolución el gobierno ha ocupado el lugar de la providencia. Ahora en nombre de un dudoso interés público, se lanzan numerosas peticiones indemnizatorias al gobierno, bien los campesinos por las pérdidas de su ganado o casa; los propietarios para la explotación de sus tierras; los industriales por privilegios contra la competencia enojosa; los fabricantes solicitan socorros y préstamos para sus negocios; y hasta los nobles todos piden moratorias del impuesto de la vicésima por insuficiencia de rentas o mal estado de sus negocios al Intendente - a quien llaman Monseñor como los burgueses, cuando antaño tan sólo era Señor -. En tiempos de escasez todas acuden ya al Intendente para su sustento. Todos hacen responsable al Gobierno de sus miserias, que siendo inevitables suceden por su culpa hasta incluso el rigor estacional (…)
 (…) Ya no debe maravillarnos la maravillosa facilidad con fue restablecida en Francia la centralización en este siglo. Los hombres del 89 derribaron el edificio, pero sus cimientos habían permanecidos incólumes en el alma de sus mismos destructores, y sobre esos fundamentos fue posible levantarlo enseguida dándose una solidez que nuca había tenido (…)

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