viernes, 20 de marzo de 2009

2009: tiempos de incertidumbre

LAS PROVINCIAS TRIBUNA

22 febrero 2009

No dejamos de leer cada días noticias sobre la crisis económica en las que abundan los diagnósticos y escasean las terapias. Sobre nuestro país se dice que "esta es la crisis financiera más importante desde la Gran Depresión", "se puede alargar la crisis más allá de principios de 2010", "la crisis es muy, muy, muy intensa", "España sufrirá la peor recesión desde 1959 y el paro podría elevarse hasta el 20% a finales de 2009", "las medidas gubernamentales resultan insuficientes y Gobierno y Banca se echan la culpa sobre el agravamiento de la crisis".

Respecto de países de nuestro entorno político-administrativo vemos que "en un año el Reino Unido ha pasado de ser una economía en crecimiento, a estar en la cola de Europa, con gran parte del sistema bancario intervenido y con la necesidad de plantearse al incorporación al sistema monetario euro, llegando a nacionalizar escuelas privadas al borde del cierre", "el déficit del Estado en Italia puede llegar a originar la bancarrota".

Hemos pasado en poco tiempo a hablar de meros desajustes o pequeñas turbulencias, a hipótesis sobre crisis y depresión. La alarma apareció a principios de septiembre del año pasado en elFinancial Times en un denostado artículo titulado "Pigs in Muck" (cerdos en la porqueriza) se consideraba a la India, Rusia, China y Brasil como Brics (Baratijas), mientras se señalaba que hace ocho años los cerdos podían volar, para referirse tanto Italia, Portugal como España, si bien habían sido cerdos que volaban, ahora habían caído a tierra, para reflejar lo volátil de sus economías. Diagnóstico que no sólo ha resultado de aplicación a los países referidos como se ha visto con el Reino Unido y EE. UU.

Durante una visita de la reina Isabel II el pasado noviembre a la sede del prestigioso London School of Economics, esta pregunto: "¿Por qué nadie ha sido capaz de anticipar la que se nos ha venido encima?". Algunas noticias podría arrojar pistas sobre la cuestión, como que "la raíz de la crisis no es financiera, sino de valores", "es imposible de predecir, la codicia y la corrupción han prevalecido sobre la ética empresarial" y "el FBI ha tenido que apartar agentes de la investigación sobre terrorismo y otros delitos para destinarlos a los escándalos financieros".

El pseudodogma del libre mercado se ha visto afectado y hasta sus fervorosos defensores piden ayudas públicas que se ven satisfechas por todos los Gobiernos del mundo desarrollado, que han reaccionado aumentando el gasto y la intervención pública en la vida económica. Incluso Bush ha afirmado: "He abandonado los principios del libre mercado para salvar el sistema".

En Europa sus líderes, con ocasión del coloquio internacional sobre nuevo capitalismo celebrado en París y el encuentro de Davos, han manifestado que el capitalismo financiero necesita moralizarse, criticando el modelo especulativo que no se basa en el esfuerzo y en el trabajo. Hay que refundar el sistema, no destruirlo, por lo que entre otras propuestas se ha apostado por un capitalismo reformado, verde y tecnológico, o una vía intermedia entre el capitalismo desregulado y los experimentos de socialismo de Estado. En definitiva, ahora gana puntos la necesidad de una la economía social de mercado, en la que el Estado vigila el orden económico y social.

Pero en tiempos pretéritos Reagan llegó al poder diciendo: "La Administración no es la solución, es el problema» emulando a su antecesor T. Jefferson, quien señalaría: "El que gobierna menos es el que mejor gobierna". Tras la caída del muro de Berlín, F. Fukuyama nos comunicó el final de la historia con el triunfo por goleada del neoliberalismo frente a sus alternativas. Pero esta sentencia olvidó que Adam Smith dijera que "no puede haber una sociedad floreciente y feliz cuando la mayor parte de sus miembros son pobres y desdichados".

Los demócratas norteamericanos hablan de la necesidad de otro New Deal consistente en el mayor plan de infraestructuras de la historia de EE. UU, con la pretensión de crear 2,5 millones de empleos y una inversión pública de hasta 1,3 billones de dólares. A algunos analistas económicos les preocupa Obama, señalando que el Estado debería ocuparse de sus propios asuntos, considerando que, cuanto más se implique Washington, más empeorará la situación".

Se conoce por New Deal (Nuevo Trato) el conjunto de medidas económicas puestas en marcha por Roosevelt en EE. UU. entre 1933 a 1937, para resolver las causas de la crisis de 1929 y cuyos objetivos principales fueron la reactivación de la economía mediante el aumento el gasto público y el establecimiento de controles bancarios más estrictos para evitar otro crack bursátil. Las medidas adoptadas ya resultan familiares (concesión de créditos, devaluación, subvenciones, creación de monopolios y carteles gubernamentales, recorte de las jornadas de trabajo, obras públicas...). Los detractores del New Deal consiguieron que el Tribunal Supremo declarara inconstitucionales algunas de las medidas y el desempleo subió del 12% al 20% en dos años, la economía se colapsó de nuevo y la bolsa cayó un 50% en un año. El estallido de la segunda guerra mundial con el gran incremento de demanda de todo género de productos llevó a los EE. UU. a remontar la crisis.

Mientras existan desigualdades e injusticias ningún sistema puede tener la última palabra y abrogarse una legitimación para siempre y en todo lugar, sino en todo caso relativa y circunstancial. Hasta que ideólogos, filósofos, economistas aporten ideologías innovadoras, habrá que estar a lo que dijera Winston Churchill sobre la democracia en 1947, el capitalismo es sin duda el peor sistema económico, a excepción de todos los otros que se probaron. Pero habrá que estar muy atento a las propuestas de algunos pensadores actuales (v. g. Morin) sobre la revisión de los términos aparentemente evidentes de la racionalidad, de la modernidad y del desarrollo, coincidentes en esencia con las realizadas por la teología (Benedicto XVI) y la ciencia (Proyecto Hapiness) en que el progreso y felicidad humano no pasa necesariamente por la acumulación de bienes materiales, siempre que estos garanticen al menos la supervivencia básica.

No obstante el deseable estímulo que comportan las utopías sobre civilizaciones felices (la siempre presente Calípolis platónica o la menos conocida versión cristiana de Amaurota de Tomas Moro, o nuestra quijotesca Ínsula Barataria) y su deseable presencia permanente, habrá que plantearse de momento: ¿qué hacer respecto de ciudadanía y Gobierno-Administración? Una reciente encuesta revela que la mayoría de los españoles apuestan más por una mayor regulación por la Administración que por una intervención activa del Estado en la economía, menos impuestos, más obra pública y menor contratación de empleados públicos, siendo innegociables los niveles de prestaciones sanitarias y educativas, y para mantener eso es muy necesario austeridad por parte de todos.

En lo que a la Administración atañe, se habrá de ser cauto con la elección de los bienes públicos o los bienes privados socialmente preferentes, a la hora de gastar los recursos públicos o la elección de los destinatarios de las subvenciones. Igualmente se deberá evitar los costes innecesarios para la ciudadanía, como resultara de la reciente aprobación por el Gobierno de las medidas administrativas de traslado de la estrategia europea de simplificación administrativa, y que en nuestro país supondrá una reducción del 30% de la burocracia y un ahorro entre el 1% o el 1,5% del PIB y a la par contribuirá al aumento de la competitividad y productividad de las empresas y que fundamentalmente afectarán a las áreas del derecho de sociedades, relaciones laborales, la legislación fiscal, contratación pública y medio ambiente.

La ciudadanía deberá hacer uso adecuado de los bienes públicos, pagar los impuestos, no lucrar prestaciones sociales indebidas, no maquillar aspectos formales para conseguir subvenciones improcedentes... No puede pedirse un sobreesfuerzo al Estado -que a la postre hemos de pagar la ciudadanía- y malgastar lo que disfrutamos.

No sé si será momento para otro New Deal, para la recuperación de la banca pública, para un gabinete de crisis nacional o para el retorno de Jaime I o del rey Arturo. De las propuestas escuchadas la que mas convence desde la factibilidad político-administrativa es aquella de "contra la crisis más Europa" y, a propósito de Europa y de Jaime I en nuestro ámbito autonómico, la de una evaluación estratégica de la incorporación de la Comunidad Valenciana a la eurorregión Pirineos-Mediterráneo. También he escuchado a E. Punset afirmar que no se sale de las crisis sin cambiar los hábitos.

Esto resulta revolucionario. Los nuevos tratos requieren nuevos valores y nuevos modos que sin duda necesitarán de instituciones político-administrativas y comportamientos ciudadanos superadores de los existentes. Es tiempo de recordar los siete pecados sociales denunciados por Gandhi: política sin principios, comercio sin moral, riqueza sin trabajo, educación sin carácter, ciencia sin humanidad, placer sin consciencia, religión sin sacrificio.

Es tiempo de propuestas atrevidas, revolucionarias, ingeniosas e innovadoras cuando son tiempos de nadar y guardar la ropa. ¡Simplemente es tiempo de certidumbres difíciles!

Publicado en http://www.lasprovincias.es/valencia/20090222/opinion/2009-tiempos-incertidumbre-20090222.html

Administración pública y valor público

LAS PROVINCIAS TRIBUNA

28 noviembre 2008

Se ha referido que en la cumbre de Washington del 15 de noviembre pasado, el G-20 ha acordado una acción pública masiva para paliar la recesión económica y que se concretará en una nueva ola de incentivos públicos, mucho más ambiciosos que los desarrollados hasta ahora, para reanimar la economía, además de reformar el sistema financiero mundial, el papel futuro del FMI y el del Banco Mundial. En definitiva, intervención, regulación y estímulo. Medidas que se ubican en las actividades administrativas clásicas del fomento y de la policía. Lejos de discutir si estas medidas son o no políticas socialdemócratas o de capitalismo refundado, lo que hay que plantearse es si estas medidas aportan valor público. Es decir, un sello de confianza en la presencia pública, que reconoce la capacidad de las administraciones de orientar su trabajo hacia lo que más le importa a la ciudadanía en mejora de la calidad de vida, a la par de ser más efectivos en la provisión de servicios públicos, o contar con una mejor capacidad de respuesta. Si las administraciones públicas tienen la voluntad y capacidad para acomodar sus objetivos a las preferencias ciudadanas entregando el valor público requerido, la gente estará dispuesta a pagar por él con dinero, con el voto, u ofreciendo su tiempo para colaborar con el gobierno. Me convencen las propuestas europeas antes que ninguna, por que aportan más valor público, confianza y estímulo en la ciudadanía. Fue el alemán Enrst Forsthoff, quien en 1938 en un libro titulado La Administración como soporte de prestaciones, expresó la teoría de la Procura Existencial -por la cual el Estado debe proporcionar a la mayoría el mayor grado de bienestar posible respecto a aquellas necesidades que el individuo no pueda proporcionarse por sí mismo-. El Estado social sería aquel que asume como función propia la garantía de la procura existencial de la población y la Administración se muestra como un soporte de prestaciones. Ahora el valor público añadido en la intervención de Estado debe orientarse a evitar que se produzcan situaciones a futuro que fomenten la economía especulativa e irreal, en aras de un productiva (industrial, transformación, agraria, innovación, desarrollo, sostenibilidad…). Habrá que sancionar lo que haya contravenido las reglas de juego (policía), o establecer nuevas si estas no han servido (regulación) y estimular actividades económicas de verdadero progreso humano frente a las que han permitido el egoísmo y avaricia desmedida (fomento). En Washington y en el nombre del liberalismo, ha habido incluso diferencias sobre la necesidad de una mayor intervención pública. No acabo de entender muy bien eso de que no se puede intervenir en la economía y sí podemos intervenir, incluso militarmente, en los asuntos internos de otros países. Tampoco entiendo como los que merced a la falta de regulación e intervención han podido enriquecerse a costa de los sueños de los necesitados, ahora pidan a papá Estado que intervenga. Frente al dilema de ¿Administración sí o Administración no? les diría a neoliberales, neoconservadores, o nuevos pilgrims del Mayflower, que Administración sí y siempre que suponga un valor añadido, un soporte de prestaciones y el aseguramiento de una procura existencial, que alcance desde el primer hasta el cuarto mundo. En general estas ideas las tenemos bastante claras, pero, no basta con ideas, necesitamos capacidades. La administración -en este caso pública- es un arte porque requiere un importante conjunto de talentos especialmente dotados en pro de una creación de colaboración que es trascendental para el gobierno del vivir civilizado de hoy. Y hoy esto pasa por una dinámica en que las fronteras tradicionales entre Administración/Estado, mercado y sociedad, van siendo cada vez más difusas, y esto si bien añade complejidad, también aporta sinergias. Ante la actual crisis económico-financiera, quizás habrá que repensar y refundar muchas instituciones -estructuras y reglas de juegos- y muchos valores. Yo recuperaría aquella idea que a principios de siglo señalaría Mounier de que la revolución económica será moral o no será, y la revolución moral, será económica o no será. Muchas voces de las distintas áreas del saber han de pronunciarse sobre la nueva manera de pensar y hacer. La Ciencia de la Administración, en lo que le compete, tendrá que reflexionar sobre una argumentación actual y de semejante calado a la del citado Forsthoff, acerca del rol del Estado-Administración y los elementos y herramientas actualmente necesarios al efecto.

Publicado en http://www.lasprovincias.es/valencia/prensa/20081128/opinion/administracion-publica-valor-publico-20081128.html

Administración Pública y Gestión Públicas:Breve reflexión sobre su papel actual

Blog CEU-CCPP

4 noviembre 2008

Con referencia a la actuación de la Administración desde las propuestas de modernización o reforma administrativa, la Gestión Pública supone la utilización de técnicas útiles y convenientes en casos determinados y la utilización, para otros supuestos de otros instrumentos . Y a la par, la Gestión Pública está condicionada por el papel de la Administración Pública, sobre el cual no se puede mostrar una postura uniforme y que sea compartida por todo el mundo, por mor de su contingencia y de su tradición filosófica y científica. No es fácil integrar y lograr un equilibrio entre equidad, legalidad, eficacia y eficiencia, pero a buen seguro bajo la dialéctica de los modelos paradigmáticos de Administración weberiana- tradicional-progresiva vs. Nueva gestión pública, subyace algo que es metapolítico, como una suerte de supraideología propia de lo público, que es consustancial y coherente con la concepción moderna del Estado. Me refiero a las aportaciones filosófico-científicas en la materia de Weber (administración burocrática); Wilson (administración Progresiva); Taylor (administración científica); Fayol (administración general) Forsthoff (daseinsvorsorge);Urwick (POSDCORB),Simon (los proverbios de la Administración) Waldo (Estado administrativo) sin olvidar a Goodnow, White, Willoughby, Dahl, Lindblom, Chevallier, Langrod, Loschak, Gulick, Mooney o Moreland sobre el estudio y cometido de la Administración en el siglo XX, entre otros. Tuvimos ocasión de sostener que en la gestión pública actual, pervive de la matriz weberiana, es decir, la concepción primigenia del Agente Público radicada en el paradigma de profesionalidad e imparcialidad, así como que cualquier pretensión de paradigma postburocrático tenderá a eliminar las disfuncionalidades (buropatologías) pero no las bondades de la racionalidad burocrática. La legitimación de la dominación burocrática se encuentra en este principio y en al aseguramiento del funcionamiento de la Administración a pesar de la suerte de las personas concretas, que entran y salen de la misma. Para evitar las disfuncionalidades y conseguir el mejor rendimiento en la coordinación debe ejercerse un control sobre la organización, tanto en el entorno de toma de decisiones como en el de la división del trabajo, teniendo en cuenta que la estructura aparece como instrumento formal de atribución de poder y control intraorganizativo, de ahí por ejemplo,la sana convivencia de las técnicas burocráticas con las tecnocráticas y las adhocráticas. Fayol, Taylor o Weber apostarían por una racionalidad organizativa coincidentes con su metáfora de predominio de la jerarquía y línea de mando, la estandarización científica del trabajo o la racionalidad, respectivamente. Mintzberg (Cfr.La estructuración de las organizaciones, 1984) considera que las configuraciones existen sólo sobre el papel y los esquemas. Responden a una tipología de formas ideales o puras que determinan una descripción de tipo básico, cuando en la realidad las estructuras reales son híbridas y enormemente complejas. El predominio de alguno de los tipos, en la complejidad de sus configuraciones reales, responde a la fuerza existente o predominante en la organización, por parte de los elementos personales. Pero la Ciencia de la organización ha demostrado que un modelo único de estructura resulta erróneo. Cada organización debe adaptar una estructura en función de los llamados factores de contingencia. Los dos enfoques principales son, de una parte, aquella que opta por una estructura que optimice simultáneamente los aspectos técnicos y sociales, y de otra, las que se fija en los comportamientos intraorganizativos y apuesta por su motivación y mejora. En sus orígenes, el “Management” adopta una vocación universal y uno de sus precursores, H. Fayol, hace una expresa aplicación de estos principios al ámbito de la Administración pública, en su "Teoría administrativa en el Estado" Sus tesis coincidirían en lo esencial con las propuestas que, ya a finales del siglo XIX, Woodrow Wilson, - considerado el precursor de la Ciencia de la Administración en los Estados Unidos -, reclamaba la separación entre funciones políticas y administrativas y la aplicación a éstas últimas de métodos científicos de trabajo. La especificidad científica del “Management” procede, de su singular orientación a la mejora del rendimiento de las organizaciones, lo que se expresa en dar satisfacción a los valores de economía, eficacia y eficiencia; pertenece a las denominadas ciencias aplicadas, caracterizadas por su valor instrumental, es decir, por dedicarse a emitir prescripciones para lograr la transformación de la realidad. En la Gestión Pública, dada su variedad y complejidad, no hay sólo un modelo de gestión, sí es cierto que sea cual sea el modelo a aplicar la modernización, no significa desjuridificación y menos todavía la supresión de reglas y normas – organizativas - a la hora de administrar. Todas las macroorganizaciones se ven sometidas a una interrelación y coherencia entre las normas ad intra y sus efectos ad extra. Pensemos que para la disminución de los conflictos laborales ¿Cuántas veces hubiera sido conveniente en las empresas privadas la existencia previa de reglamentos de régimen interior, normas escritas, mecanismos claros en la estructuración de comunicaciones y mando u otros ejemplos semejantes? Diría Tead (Cfr. El arte de la Administración, 1974) que la administración es el esfuerzo comprensivo para dirigir, guiar o integrar los esfuerzos humanos que se centran en algunos fines o metas específicos. Sería el conjunto de las actividades necesarias de aquellos individuos, a quienes en una organización, corresponde ordenar, fomentar y facilitar los esfuerzos unidos de un grupo de individuos reunidos para facilitar ciertos fines establecidos. Ha de existir una buena administración si se quiere que los esfuerzos unidos sean razonablemente productivos y armoniosos. Esta tarea implica ciertamente un arte que requiere una gran habilidad, discernimiento y fortaleza moral. La administración es un arte porque requiere un importante conjunto de talentos especialmente dotados en pro de una creación de colaboración que es trascendental para el gobierno del vivir civilizado de hoy. Al socaire de la denominada Nueva gestión pública se han efectuado importantes reflexiones. Comenzando con Allison (Cfr. Public and private administration: Are they fundamentaly alike in all unimportant respects? ,1982) se indica que las funciones generales de la gestión son las de; 1)Estrategia(establecer objetivos y prioridades para la organización o establecer planes operativos para lograr dichos objetivos); 2) Gestión de los elementos internos (organización y rrhh, personal de dirección, control de la actuación); y 3) Gestión de los elementos externos (relación con unidades externas, relación con organizaciones independientes, relación con mass media y ciudadanía). Puede hablarse pues de una gestión que se subdiviría en tres aspectos; la administrativa (procesos), la operativa (operaciones y resultados) y la relacional (gestión del entorno y actores).La Gestión Pública tendría tres elementos centrales: la gestión de políticas, como aquellas tareas que están inscritas en el proceso de diseño y gestión de las mismas y conllevan la identificación de necesidades, el análisis de opciones, la selección de programas y asignación de recursos. La gestión de recursos por su parte se refiere a las definiciones de sistemas de administración, tales como el presupuesto, la gestión financiera, el sistema de personal, etc. La gestión de programas como la aplicación de políticas de operación diaria de dependencias que aplican las políticas a lo largo de líneas funcionales. Es notable que para Allison la lección más provechosa que puede dar la gestión privada a la pública sea la perspectiva de lograr una mejora considerable mediante el reconocimiento y la conciencia de la función de la Gestión pública. Perry y Kaemer (Cfr. Public management: public and private perspectives, 1983) señalaron para representar un paradigma integrador que entre gerencia administrativa y la gerencia privada, que ambas contienen, al menos, tantas similitudes como diferencias. Dirían que “la gestión pública es una fusión de la orientación normativa de la administración pública tradicional y de la orientación instrumental de la gestión en sentido genérico”. La Gestión Pública se singulariza y diferencia de la ‘gestión genérica’ (de cualquier organización que persigue unos fines - lucrativos o no-) y de la ‘gestión empresarial’ (caracterizada por la búsqueda de lucro económico y de maximización de beneficios) Gunn (Cfr. Perspectives on Public Management,1987) señala que La gestión pública y privada se parecen en lo no importante.Debajo de las aparentes coincidencias funcionales, el trabajo de un directivo público y uno privado se parecen poco. El “Management Público” es el paradigma integrador: destacando la necesidad de desarrollar un concepto sustantivo de Gestión Pública que, por una parte, aproveche las enseñanzas de la gestión empresarial, y por otra, desarrolle sus propios conceptos y categorías allí donde los problemas públicos sean específicos. Terminaremos con Metscalfe (Cfr. Public managment: from imitation to innovation, 1993) recordando que, siendo deudora de la gestión privada, la gestión pública carece de un adecuado soporte teórico y de una lógica propia. Uno de sus rasgos distintivos es precisamente el hecho de que obtiene los resultados a través de otras organizaciones. Se ha dicho con acierto que la dependencia en los ’80 de las prescripciones orientadas al mercado, han conllevado el olvido de algunas de las hipótesis de la elección pública originariamente nutriente y fundada para la acción de gobierno. En esta línea la disciplina aplicada supone otro de los puentes entre la Ciencia Política y la Ciencia de la Administración, al mostrar la tensión entre el aspecto institucional-político y el aspecto funcional-administrativo. La especificidad de la Gestión Pública implica que, si bien es cierto que las técnicas de gestión empresarial difícilmente constituirán una respuesta válida para todos los problemas del sector público, también lo es que, muy probablemente podrán contribuir de manera significativa, a la resolución de algunos de esos problemas. El mercado y la Administración como locus distintos, se mueven por lógicas distintas, en el tiempo, en el contenido y en los destinatarios. Cambia el producto (output/outcome) y cambia el procedimiento, y sobre todo, hay que considerar la dificultad, no ya de cuantificar, sino simplemente de definir los resultados de numerosas actividades. Mientras que la ‘administración’ es un acto mecánico y que nos reenvía a cuestiones relacionada con la normalización, la estabilidad, la legalidad o la equidad, la ‘gestión’, en cambio, a la par que nos orienta hacia la economía de medios, la eficacia y la eficiencia, supone hic et nunc un actuar complejo que nos acerca al mundo de la política, de la definición de objetivos, de la autonomía para decidir cursos de acción, de la libertad para resolver problemas, de la oportunidad para escoger entre alternativas y de la necesidad de mantenernos atentos a lo que sucede en el exterior. La dimensión pública de la gestión se justifica principalmente en que es la expresión de unos valores que no son sólo instrumentales, sino también políticos, pues sabido resulta que la gestión de la política, como función de los fines del Estado, se materializa mediante la Administración. Es importante por ello deslindar entre la Gestión Pública entendida como economía aplicada al sector público. de una perspectiva más político-administrativa, que la entiende en su dimensión de instrumento de gobernabilidad. Como sostuvo, Fritz Morstein Marx la Administración Pública es política, pero también es administración. Diría pues que “como el gobierno moderno tiene en la acción administrativa el principal instrumento de la tarea cotidiana, así la Administración Pública se ha ido moviendo hacia el centro de la gobernación. El éxito del Gobierno se ha ido justificando gracias a dicha acción administrativa. Desde la década de los ’50 la presencia de España en las reuniones deI Instituto internacional de ciencias administrativas y la influencia de notables como Royo Villanova, Jiménez Nieto, o Baena del Alcazar, entre otros, han permitido una evolución de la Ciencia de la Administración española hacia una ciencia prescriptiva además de descriptiva. En este enfoque, hoy los estudios podrían, además de los contenidos típicos, deberían preocuparse de los nuevos roles de la Administración y los peligros potenciales de ellos. Además de la irrenunciable actuación de governing para las funciones clásicas, se presentan actuaciones de prospectiva, relacional o experimental, para otras funciones emergentes. Hoy más que nunca no podemos ser ajenos al impacto de la denominada ‘Nueva Gestión Pública’ para su análisis y contraste con el estadio previo de la Administración Pública progresiva o tradicional de finales de los ‘70, para determinar en suma, ¿qué tomar y que dejar?– en palabras de Ormond-Loffler - de las diferentes propuestas o enfoques. Al final, nos habremos de topar con cuestiones de más calado para el estudio - desde los trabajos seminales de Hood, y Jackson o Barzelay - sobre la ‘La argumentación administrativa’ y los conceptos de argumento administrativo y filosofía administrativa. Qué modelo de organización administrativa diseñamos, en función de los valores a introducir o a conservar, serían en definitiva la cuestión. A cada tiempo le corresponde una Administración, no distinta ni distante, por mor de su contingencia, pero sí diferenciada, por los valores en voga. Hemos superado un tiempo en que la filosofía administrativa de la reforma y/o modernización esta ya agotada y sobre todo sus argumentos y/o subargumentos de (cliente, calidad, consumerismo, gestión empresarial…). Ante la actual crisis económico-financiera, se pretende un nuevo modelo de capitalismo, o una importante reforma de su sistema y a la par, un nuevo papel de la Administración hacia una deriva y/o dinámica en que las fronteras tradicionales entre Administración/Estado, mercado y sociedad, van siendo cada vez más difusas. Este gran cambio, posiblemente de equivalencia similar a la influencia del Keynesianismo, va a suponer una nueva visión de la Administración, que dará mucho en qué pensar. La Ciencia de la Administración no puede perder la oportunidad de decir una palabra.Esta palabra habrá de pronunciarse sobre una argumentación administrativa en torno al rol del Estado-Administración y los elementos y herramientas al efecto.
Salvo mejor parecer,
Publicado en http://www.uch.ceu.es/principal/BlogsCEU/index.aspx?blog=76

Renovarse o …

ABC Comunidad Valenciana

17 mayo 2008

La XVI edición del Foro Universitario Luís Vives, titulada “P@rticip@”, termina este mes invitando a los jóvenes a participar. Se ha hablado de los diversos cauces para el ejercicio de la participación democrática ante el escaso atractivo que despierta en los jóvenes, a diferencia de la generación de la transición y primeros años democráticos.
Tuve la ocasión de participar en uno de sus cursos y hablar de la problemática del sindicalismo y de hacerlo rodeado de comprometidos y veteranos entusiastas militantes del sindicalismo plural. Mi perspectiva fundamentalmente sociológica y sistémica (la contribución al sistema social como entorno y ambiente objeto de gobernabilidad) comenzó dando cuenta de las afirmaciones realizadas por el sociólogo Alain Touraine en nuestro país. En el 2003 en unas jornadas de la politécnica valenciana, diría que el modelo de la sociedad del bienestar, como conquista última de movimiento obrero, se extingue. En el Fórum de Barcelona 2004, afirmó que se podía certificar el final del sindicalismo conocido, debiendo éste acercarse éste a los movimientos sociales. En el año 2005 en un artículo de la prensa española titulado ‘Hacia un nuevo modelo de bienestar’ postuló que los países europeos se han enriquecido lo suficiente como para que los individuos deban hacerse cargo de una parte de los gastos sanitarios, de educación o de jubilación.
Estas afirmaciones, en nada gratuitas, se justifican al fin y al cabo porque de una parte, se han logrado cotas, incluso inimaginables de bienestar general, gracias a la lucha sindical. De otra parte, los sindicatos y partidos políticos, ya no son los agentes sociales únicos, ni a veces principales - como sucedía el neocorporativismo de postguerra - , pues ahora deben compartir el terreno con otros movimientos sociales emergentes.
Se ha criticado que el análisis de los procesos productivos ha estado muy sesgado por el trabajo industrial de la gran empresa, cuando se han venido produciendo paulatinas transformaciones en el mundo del trabajo; por cuenta propia, a domicilio, familiar,… Las categorías de trabajo no estructurado, informal, precario, pone en evidencia y en crisis el trabajo estable de por vida , toda vez que la figura del empresario se va diluyendo en no pocas ocasiones.
Este mes en un reportaje de un periódico español se ha descrito a los jóvenes italianos, desilusionados, resignados, cansados de una política vieja que no deja paso a nadie y unos sindicatos falsos y corporativos. En otra publicación de este mes ciertos autores se cuestionan la obsolescencia de nuestro sistema democrático, afirmando que los partidos se están convirtiendo cada vez más en maquinarias de conquista del poder, siendo poco o nada democráticas internamente.
Siguiendo una metodología propia de sociología de las organizaciones, puede decirse que en la acción sindical se han cumplido los objetivos de arraigarse en cada uno de los centros productivos; los fines de defender los intereses del movimiento obrero; y, las funciones de contribuir a una mayor cota de bienestar colectivo, de paz social y, en definitiva, a la gobernabilidad.
La diversidad y fragmentación de objetivos y fines han ocasionado una lucha inter e intra sindical, el narcisismo de grupo, el protagonismo y la lucha de poder colectiva e individual, el prebendalismo... Factores de desconfianza hacia la participación en los sindicatos, toda vez que el retraso en la edad de incorporación al trabajo, ha hecho que a los jóvenes les resulte un tanto lejano e incluso extraño el mundo industrial. En todo caso, la participación se ha limitado al asociacionismo estudiantil. Otros movimientos emergentes como las ONGs, han surgido ocupando nichos reivindicativos en pro de la lucha por la igualdad y la justicia social y han merecido un mayor atractivo para la juventud en el espacio de acción pública.
Resulta patente el cambio del hábitat tradicional donde se ha instalado el movimiento sindical. Hubo un sindicalismo para la era industrial anclado en la lucha por la supervivencia del proletariado y otro para la post-industrial, reivindicando el reparto del bienestar social. En la era actual, el reto es la universalización del bienestar medio, a fijar entre un superestar minoritario y un malestar aún excesivo que pugna dialécticamente entre lo local y lo global.
La adaptación pasa por un cambio de objetivos y rediseño de fines, aunque manteniendo las funciones sociales. Para despertar un interés juvenil hacia el sindicalismo, sería conveniente, más allá de las acciones puntuales y sin pérdida de lo conquistado, un reenfoque de la atención sindical hacia la formación e inserción socio-laboral de los jóvenes, las nuevas formas de trabajo, los excluidos del trabajo – foráneos o domésticos –, el medio ambiente, la vivienda, la contribución a una justa globalización e intercambio en el comercio internacional,… Estos retos han de ser también objeto de la acción prioritaria en coherencia con la función tradicional de solidaridad y justicia social, que ha de ir complementada con el mantenimiento de la transmisión de los valores personalizantes inherentes al trabajo como compromiso personal y comunitario.
En definitiva, desde el criticismo revisionista, pero con profundo reconocimiento de lo conseguido en pro de la gobernabilidad, esperamos que la acción sindical se vea acompañada por nuevas opciones políticas, ilusionadas por fortalecer las instituciones. Si pretendemos que los jóvenes participen en el presente y comiencen a diseñar y responsabilizarse de su propio futuro, las instituciones deben renovarse, en términos de reingeniería, en aras de su fortalecimiento y revitalización. Es decir, nuevos procesos para el logro de nuevos productos finales, so pena de caminar derechos hacia el colapso.
Que no suceda lo de Santiago Nasar, el protagonista de la crónica de una muerte anunciada de Vázquez Figueroa. Es momento de renovación.

Gobernabilidad y Gestión Pública

ABC, Comunidad Valenciana

24 marzo 2008

De las diversas acepciones sobre la gobernabilidad, una definición acorde a los tiempos, sería aquella entendida como la «acción de gobierno para el progreso humano y en el marco de una reglas institucionales predeterminadas por la comunidad». Según definición de Instituto Internacional de Ciencias Administrativas de 1999, la gobernabilidad se refiere a un proceso por el que los diversos grupos integrantes de una sociedad ejercen el poder y la autoridad, de tal modo que al hacerlo influencian y llevan a cabo políticas y toman decisiones relativas al desarrollo económico y social. Supone la interacción entre las instituciones concebidas formalmente y las organizaciones de la sociedad civil.

La Real Academia Española en el año 2000 incluyó una nueva acepción de gobernanza -entendida como un paradigma de gobernabilidad- definiéndola como «Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad y el mercado de la economía».

En el XII Congreso Internacional del Centro Latinoamericano para la Administración del Desarrollo (CLAD) sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, realizado en la República Dominicana en octubre de 2007, uno de los temas analizado fue el relacionado con la ética y la transparencia en la gestión pública.

Se concluyó, en síntesis, que la transparencia es vista y percibida como un valor democrático; lo público, aquello que es de interés general debe estar a la luz, todos deben poderlo ver; sin voluntad política constante y respaldo político al plan de acción y a sus ejecutores, no es posible adelantar planes y programas para hacer transparente la gestión pública; los planes de acción necesitan participación del ciudadano; la rendición de cuentas requiere una estructura que permita comparar la campaña política de administrador elegido popularmente, el plan o programa de desarrollo, el presupuesto y los logros obtenidos; la rendición de cuentas debe comportar elementos contables claros, sencillos y precisos que permitan al ciudadano entender el monto de sus contribuciones anuales a cada sector de la Administración Pública.

Fijarse estas metas políticas es entender la gobernabilidad en términos de buena gestión pública. Un analista latinoamericano con ocasión de dicho Congreso, ha tenido ocasión reciente de manifestar que la gobernabilidad se entiende como la capacidad que tiene el Estado de atender equitativamente, eficiente y eficazmente las demandas ciudadanas. Significa crear consenso, u obtener el consentimiento o aquiescencia necesaria para llevar a cabo un programa, en un escenario donde están en juego diversos intereses. Añade el citado analista que «en contraposición a esta definición (de gobernabilidad) los políticos de nuestros países, bastante ignorantes algunos de ellos, por cierto, la consideran como la capacidad de maniobra de un gobierno frente a las fuerzas políticas de oposición.

Refleja esta denuncia que el estilo de gobernabilidad es más parecido al ejercicio de oposición política frente a un enemigo siempre acechante intra muros. Esto recuerda a las guardias en el servicio militar en las que se estaba más pendiente de que no te pillara el cabo de guardia, que de lo que sucediera más allá de las garitas.Hemos terminado un proceso electoral con los resultados conocidos y la oferta electoral ha estado, salvo honrosas excepciones, focalizada en mostrar una agenda anclada en el antiparadigma del otro. De tal manera que el voto se convierte no en una ilusión, esperanza y compromiso con un proyecto concreto, sino en un mal menor, un instrumento anti. No hay proyecto político sin un programa de Gestión Pública que lo instrumente y oriente, y éstos han brillado por su ausencia, como si ofreciéramos un gobernar «en contra de» en lugar de un gobernar «para».

La teoría económica de la acción política en una democracia nos enseña que el elector gasta poco tiempo en analizar los programas electorales, a salvo de los grupos de interés y en cuestiones concretas, los analistas y los competidores, para copiarse al alza. Es más, según esta teoría, el ciudadano que pretenda un volumen de información más allá de la que obtiene gratuitamente y de manera común a todos los electores, se comporta irracionalmente.

Un ejercicio retrospectivo de este análisis revela con esperanza que sí ha habido propuestas serias sobre la gestión de lo público, para el logro de una deseable gobernabilidad. Entre ellas hemos podido leer propuestas de reforma orientadas hacia; una Administración que busque la excelencia; un gobierno que ejerza con responsabilidad su función, que se adelante a los problemas, que no reaccione tarde y mal; una ley-compromiso parlamentario por el que los partidos políticos garanticen que sus dirigentes y candidatos obtienen la adecuada formación y experiencia en la dirección y gestión de los asuntos públicos; un gran pacto de Estado sobre el modelo de administración pública que promueva su valor como bien social común; lograr una adecuada separación Administración-Política, con una administración profesional, transparente, responsable, evaluable, eficiente y eficaz; aumentar del control y la transparencia en la rendición de cuentas;...

No es ciencia-ficción, ni estamos en Utopía, ni sé si el proponente anda por los Congresos de Ciencia administrativa, o lee sobre ella.

Tal vez lo que hace falta en nuestro escenario político-administrativo es que los que vayan a los encuentros sobre Gestión Pública interioricen y apliquen sus propuestas de tal manera, que sea aplicable a dicho escenario, aquella demanda del empresario de que «Quiero gente capaz de decirme cosas que le cuesten el puesto».
Publicado en http://www.abc.es/hemeroteca/historico-24-03-2008/abc/Valencia/gobernabilidad-y-gestion-publica_1641740511195.html

Do ut des» y exigencias al ejercicio del gobierno

ABC,Comunidad Valenciana

Lunes, 15 de octubre de 2007

«Para gobernar, hay que saber». Así rezaba el título de un artículo del periódico argentino «Clarín» un día de agosto de este año. Este recogía la noticia publicada en julio por «The Washington Post» según la cual un bufete especializado en inventos y patentes iniciaron un juicio al secretario de Comercio de los Estados Unidos, por haber designado como subdirectora de la Oficina de Patentes y Marcas del gobierno federal, a una persona que nunca había diseñado una solicitud de marca o patente, ni había preparado una opinión legal sobre si un invento merece una patente, ni había tenido experiencia en el manejo de instituciones que operan grandes volúmenes de flujos de información como es el caso de la oficina de patentes.
Sin perjuicio del fallo último de la justicia americana, la cuestión relativa a si la designación de un funcionario político exige cierto nivel de experiencia propia para las tareas a desempeñar, viene siendo cada vez más debatida en los Estados Unidos. Ello se debe, en parte, al escándalo suscitado por la desastrosa gestión de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, con ocasión del Huracán Katrina. Su titular en ese momento, había sido hasta su designación un abogado y jurado de caballos árabes, sin experiencia alguna en la gestión de desastres ecológicos.
El autor del artículo de «Clarín» señala que para saber gobernar deben reunirse tres condiciones poco frecuentes: dominar técnicamente los saberes técnicos del área o sector, tener capacidad de liderazgo y experiencia acreditada en el manejo de la gestión pública y conocer de qué modo las variables políticas afectan los procesos decisorios. Cuanto más elevada la jerarquía de la función, mayor esa triple exigencia.
A la vez la idoneidad también debe ser ética. En tal sentido, el respeto a los requisitos técnico-políticos, además del ético, refuerza la exigencia, ya que sería poco ético tanto designar, como aceptar la ocupación de un cargo para el que, aun en la más modesta de las funciones públicas estatales, hay que saber para gobernar.
Nos resulta pues que en el otorgamiento de la confianza política para la acción de gobierno hay un «do ut des». Hay una confianza y un apoderamiento muy amplio a la opción partisana elegida para que ésta devuelva elementos y productos de gobernabilidad estable. Esa confianza supone al gobernante la disponibilidad de instrumentos exorbitantes, con los que, legitimado por su imparcialidad y dotado de coercibilidad suficiente -dominación legal en términos weberianos-, pueda ejercer la dirección, coordinación, arbitraje... del entramado de redes de actores y de asuntos en el contexto político-administrativo de actuación.
En la acción de gobierno se trata de incorporar al diseño estratégico de la dirección política aquellas propuestas de los diversos actores que redunden claramente en el interés general para el presente y el futuro. Si el equipo de gobierno no dispone en su organización de medios adecuados con capacidad y habilidades para ello, mecanismos hay para extraerlos de la sociedad.
Si entendemos por gobernanza la interacción entre actores estratégicos causada por la arquitectura institucional, entonces la gobernabilidad debe entenderse como la capacidad que dicha interacción proporciona al sistema sociopolítico para reforzarse a si mismo; es decir, de transformar sus necesidades o preferencias en políticas efectivas.
Desde la categorías del Neoinstitucionalismo se denomina «Buena Institución» a aquella que lleva a cabo con eficacia la tarea que le ha sido encomendada, pero manteniendo un gran respeto por las otras instituciones o sus valores.
La institución es buena si es capaz de elaborar reglas que restrinjan la maximización individual cuando es colectivamente destructiva y si, además, es capaz de hacer cumplir estas reglas.
Una buena institución administrativa velará igualmente por la «buena Administración», entendida como el conjunto de reglas que rigen la gestión de las instituciones públicas y que impone a estas últimas un comportamiento que permita alcanzar un equilibrio entre el respeto de los derechos de los administrados, y la preservación de buen funcionamiento del sistema de Administración Pública.
Mediante el «Neoinstitucionalismo Estratégico», la Administración no pierde su papel predominante en ningún contexto de gobernabilidad, aunque incorpore al diseño estratégico gubernamental, propuestas de los actores, siempre éstas redunden claramente en el interés general para el presente y el futuro.
En esta dinámica de gobierno merece atención las denominadas «WPO - Organizaciones con buen desempeño -(Well-performing organizations)» y que tienen su origen en el estudio oficial que se realizó para la Oficina del Auditor General de Canadá en 1988. Los elementos clave del desempeño organizativo serían; énfasis en la gente, liderazgo participativo, estilos de trabajo innovadores y una fuerte orientación para el cliente. Este tipo de orientación, podemos verlo en cierto modo en el modelo de Agencias creadas ad hoc para solucionar problemas concretos (vg. Agencia para la inmigración). Pero de no ser creadas por la propia Administración, pueden ser buscadas en la sociedad civil para que gestionen algunos asuntos públicos, pensando que existen fundaciones, ONGS del tercer sector que gozan de la acreditación de calidad por auditoras específicas.
Así que volviendo al hilo conductor «Para gobernar, hay que saber». Saber el «qué», el «cómo», y el «con quién». La ciudadanía otorga la confianza política a cambio de un saber hacer específico para el gobierno. «Do ut des».
Publicado en http://www.abc.es/20071015/valencia-valencia/exigencias-ejercicio-gobierno_200710150250.html

‘Qui pro quo’ y el compromiso ciudadano en la gobernanza

ABC ,Comunidad Valenciana

1 octubre 2007

Se ha señalado que el término ‘gobernanza/governance’ se ha convertido en un término paraguas que encubre diferentes aspectos de la gobernabilidad. Hasta hace poco, se utilizaba como sinónimo de dirección política, sin embargo, su nuevo atractivo y la correspondiente extensión semántica se debe a su capacidad de abarcar la totalidad de las instituciones y relaciones implicadas en el proceso de gobierno, vinculando el sistema político con su entorno. La gobernanza se entiende como “acción de gobernar en la que no sólo se ejerce la coercibilidad, si no que se gestiona, negocia, integra todo lo gobernable en ese ejercicio omnicomprensivo de lo político, administrativo, económico y social, cubriendo pues, un abanico de interacción vertical y horizontal”.
La gobernanza se nos presenta como una secuencia de logros que hay que fijar y conseguir para obtener el paradigma buscado. Tres niveles nos propone KOOIMAN:
a) El primer nivel de gobernanza, supone que hay que esperar de ella,un mecanismo para la solución de problemas y la creación de oportunidades, antes inexistentes.
b) El segundo orden de gobernanza, supone la construcción de instituciones para que las interacciones basadas en los principios de conducta racional pueden ser institucionalizadas y constreñidas o controladas
c) El tercer nivel de gobernanza ‘la meta-gobernanza’ supone el establecimiento de un modelo de gobierno a gobernar de manera distinta a las del governing clásico.
Se ha dicho recientemente que el tránsito a la nueva gobernanza es indispensable e ineludible. No hay destino social aceptable sólo con el poder del Gobierno. Es improbable que se pueda repetir en este siglo la exitosa historia del Estado que se hace cargo del desarrollo y del bienestar y la seguridad de la sociedad. Construir la nueva gobernanza implica a todas las capacidades de la sociedad civil y supone recuperar la perspectiva de la sociología política de que el Estado está empotrado en las formaciones, organizaciones y sistemas sociales.
Merece recordarse que, en 1972 FRANÇOIS GAZIER - miembro del Consejo de Estado Francés y segundo Director de la Escuela Nacional de Administración francesa - señaló que con el modelo abierto de Función Pública la Administración no es un mundo a parte, está abierta a la sociedad.
La gobernanza es un proceso y paradigma en el que los políticos y la sociedad civil se exigen y dan cual ‘Qui pro Quo’ Hay un compartir de inputs (materia, energía e información) nuevos, comprometiéndose a un uso racional condicionado por el interés público. Esta actitud se compadece muy bien con una Administración abierta. Que un sistema sea abierto significa que establece intercambios permanentes con su ambiente, intercambios que determinan su equilibrio, capacidad reproductiva o continuidad, es decir, su viabilidad a través de sus mecanismos de supervivencia.
Se anticipan a los cambios ambientales, protegiéndose de las influencias ambientales negativas e intentando controlar los elementos externos. Dependencia de entorno e influencia sobre él, comunicación y retroalimentación son características definitorias.Estos flujos producen perturbaciones en el sistema pero es la asimilación de los mismos y no su eliminación, la que permite que el sistema continúe funcionando.
Llegará un momento en el que la gobernanza alcance un nivel – en el cuarto o quinto quizás, en el que no haya separación ni teórica ni practica entre el Estado y la sociedad civil. Estadio – utópico tal vez -donde con toda naturalidad predomine la Administración proactiva, prospectiva, relacional y experimental.
Recientes propuestas legislativas caminan hacia esa apertura, como es de ver la Ley de reutilización de la información del Sector Público, según la cual en determinadas circunstancias el sector privado puedes reutilizar la información que recoja, produzca y reproduzca o difunda la Administración/Sector Público.
También podemos verlo en la Ley para el Acceso Electrónico de los Ciudadanos a los Servicios Públicos al reconocerse a los ciudadanos su derecho a relacionarse electrónicamente con las administraciones públicas, y la obligación de éstas a garantizar ese derecho a partir de 2009, de tal manera que los trámites y gestiones podrán hacerse desde cualquier lugar, en cualquier momento, por lo que la Administración será más fácil, más ágil y más eficaz.
También merece atención la nueva Ley de contratos del Sector Público, al fomentar la productividad eliminando barreras de entrada al mercado de la contratación pública, introduciendo criterios sociales y medioambientales, y crea ex novo el tipo contractual sobre colaboración entre el sector público y privado, al margen de los ya existentes convenios de colaboración.
Estas y otras acciones legislativas, estratégicas y operativas contribuyen al fomento de una Administración no sólo más accesible sino más abierta, permeable, interrelacionada e interaccionada con el entorno u otros sistemas próximos.
Aquí aparece como gran problema del sistema el hacer ver al ciudadano que es consumidor de los servicios y a la vez propietario, responsable y coproductor de los mismos. Implicar a la sociedad civil - individual y colectivamente – supone que han de contribuir a la gobernabilidad, haciendo un uso razonable de los servicios públicos. Una cultura de la responsabilidad ciudadana inyecta por vía de externalidades positivas, más cantidad y calidad de inputs de cualquier esfuerzo presupuestario.
De poco sirve dar sino se recibe por la ciudadanía algo más que el voto o la confianza política. La entrada en la arena política de programas de reforma y modernización administrativa en el mundo desarrollado, no se han movido sólo por intereses partisanos, si no también por asegurar y ampliar la estabilidad institucional y financiera de la gobernabilidad. Aquí el papel de la sociedad civil debe progresivamente moverse desde una concepción de administrado-cliente a corresponsable y copropietario/ coproductor de los servicios públicos. Frente al culto al individuo como patología propia de nuestro tiempo y cierto narcisismo individual o grupal de prepotencia y supremacía moral o social, la sociedad civil debe reflejar empatía y solidaridad con lo ajeno, pero colectivo a la vez. Merece pues adoptar una perspectiva de relativismo personal, para sentirse parte de un proyecto común de evolución y progreso.

¿Dilemas en el ejercicio del gobierno?

ABC,Comunidad Valenciana

Lunes, 23 de julio de 2007

Ya tenemos nombramientos y perspectiva de la configuración organizativa de la Administración autonómica de los próximos cuatro años, sin perjuicio de los ajustes in itinere a resultas del desarrollo y/o modificación de los respectivos reglamentos orgánicos y funcionales de los respectivos departamentos. Supuesta la bondad del diseño primigenio hacia la mejor administración valenciana, habría que huir de una doble tendencia, en sí mismas contrapuestas: El papanatismo y el chauvinismo.
Se llama papanatismo a la actitud que consiste en admirar algo o a alguien de manera excesiva, simple y poco crítica. En los últimos tiempos ha habido excesos de esta actitud en cuanto a los procesos de la llamada modernización administrativa. Uno de ellos, es la asunción de las experiencias foráneas, sin modelizaciones previas que nos permitan anticipar dentro lo previsible, si van o no a encajar. Hay pues un cierto papanatismo por lo extranjero en algunas materias de la Gestión Pública, que se lleva muy bien con la legendaria expresión unamuniana de «que inventen ellos». Por otra parte el chauvinismo de lo nacionalista, autóctono, auténtico, autárquico y otras ideas semejantes, se compadecen mal con la idea de apertura, globalización, progreso compartido en un mismo acervo político-administrativo.
Como dijo D. WALDO la Administración Pública es la organización y dirección de hombres y materiales para lograr los fines del gobierno y el arte y la ciencia de la dirección aplicada a los asuntos del Estado.En el modelo social de derecho, es entendida como la parte encargada de su acción interior en orden a la función de configuración social permanente de estabilidad y progreso en la comunidad.
Reclama pues la cuestión que abordamos, la necesidad de innovación constante en la Gestión Pública y que a buen seguro necesitará del intercambio de experiencias y el acierto de experimentar algunas de ellas, para su extrapolación a nuestros diferentes contextos (Agencias, empresas públicas,desarrollo y cohesión territorial, relaciones interadministrativas, gestión de recursos...). Pero lo que no debe ocurrir es la traslación isomórfica de experiencias de contextos diferentes, distintos y distantes, para justificar la innovación cualitativa o cuantitativa.
Lo deseable es diseñar y construir con técnica propia o foránea, pero que al final sea bien moldeada y encajada en nuestra realidad. El ingenio reside en ser capaces de encontrar con la horma del zapato que necesita nuestra sociedad. Tan ingenioso es extrapolar una idea prestada pero bien encajada contextualmente, como ingeniárselas para encontrar el producto autóctono e innovador que va a generar un buen impacto en términos de gestión.
Lejos de modas pasajeras ya en revisión, la auténtica Gestión Pública, debe entenderse como conjunto de decisiones, estratégicas y técnicas dirigidas a gestionar y administrar la organización Administrativa Pública con la finalidad de satisfacer las necesidades sociales dentro de los principios/parámetros de legalidad eficacia, eficiencia y equidad. Parámetros que no son constantes sino variables en cada legislatura en función de las opciones partisanas triunfantes. Va de suyo, que todo esto es bastante más complicado, que gestionar organizaciones privadas, pues los recursos son escasos, la economía y el derecho fijan sus reglas y la sociedad cada día exige más por menos.
Y. DROR, una de las voces internacionales más autorizadas en teoría de la gobernabilidad actual ha acuñado el término de «reformcraft» para realzar la importancia en la gestión gubernamental del desarrollo de nuevas técnicas de dirección estratégica. La estrategia política requiere de proyectos y los proyectos necesitan de procesos estratégicos y éstos, de estructuras de autoridad y comunicación, para traducir los deseos en acciones, y éstas en impactos satisfactorios para la ciudadanía destinataria.
Para el mantenimiento armónico y/o equilibrado de los principios de la gestión pública surgen dos cuestiones de especial importancia y dificultad; El primero denominado «Problema de Arrow» consiste en analizar cómo los grupos de personas pueden tomar decisiones que satisfagan las condiciones de una función de bienestar social sin su imposición por medio de la autoridad. (seguridad vial, medio ambiente, justicia conmutativa y otros ejemplos objeto de políticas)
Según la «eficiencia paretiana» una asignación es eficiente cuando no es posible reasignar los recursos mejorando la posición de un sujeto sin empeorar la de otro. Como resulta muy difícil sustituir unos bienes -públicos o privados socialmente preferentes- por otros, sin merma de los primeros, el arte consistirá en no gastar recursos en aquellas arenas en las que la ciudadanía se autogobierna, o dicho de otra manera, se autorregula evitando gastos públicos. (podemos verlos con los mismos ejemplos)
La estrategia puede consistir en ir sumando actores para la gobernabilidad, (sociedad civil, tercer sector, mercado no salvaje...) que permitan el aprovechamiento de sinergias e interacciones externas sin reducir los inputs públicos asignados a programas previos y, por ende, ya comprometidos en supuestas buenas políticas. De otra parte la sociedad civil «in genere» puede debe contribuir a la gobernabilidad desde un uso responsable de lo público, contribuyendo a restar recursos para su reasignación a otras arenas.
Lograr esto no es fácil, hacen falta estructuras y procesos adecuados, pero más todavía, recursos humanos dotados de habilidades específicas, y desde ello recordaremos aquella cita de J. CASTILLO DE BOBADILLA en su «Política para Corregidores y Señores de vasallos» de 1750 de que «no puede dexar de sentir en esta parte en nombre de toda la república el gran descuido, y no se si es malicia, que muchos corregidores tienen en acompañarse con tenientes idiotas que totalmente carecen de ciencia y de experiencia y de entendimiento...y esto porque son amigos, deudos, y allegados, o están rogados los corregidores, o por ventura dadivados, o engañados con falsas relaciones o por particulares intereses».
Por alguna razón semejante ANTONIO DE GUEVARA un siglo antes en sus «Epístolas familiares», diría «Creedme señor, y no dudéis que el arte de gobernar ni se vende en Paris, ni se halla en Bolonia, ni aun se aprende en Salamanca, sino que se halla con la prudencia, se defiende con la sciencia, y se conserva con la experiencia».
Así que, hic et nunc nos quedamos con el arte, el ingenio y la ciencia como buenos deseos para nuestros gobernantes autonómicos de los próximos cuatro años y denostamos el papanatismo y el chauvinismo como ejercicio de estrategia para «salir al paso».
Publicado en http://www.abc.es/20070723/valencia-valencia/dilemas-ejercicio-gobierno_200707230245.html

¿Quo vadis administración valenciana?

ABC, Comunidad Valenciana

27 junio 2007

Hemos pasado la última legislatura autonómica con pocas o casi ninguna iniciativa por el departamento encargado de la administración interna. Muchas unidades desde el rango de Direcciones Generales han sido relegadas a áreas funcionales con tareas predominantemente burocráticas. Otras han carecido de medios y se han convertido en unidades simbólicas y muy poco operativas, y otras han hecho lo que buenamente han podido gracias a sus gestores y técnicos.

Próximos a desvelarse personajes y estructuras en el nuevo Gobierno de la Generalitat Valenciana, nos parece oportuno apostar por una configuración institucional-organizativa adecuada para llevar a cabo el proyecto legitimado electoralmente.

Un vistazo a la lectura científica y comparada en el ámbito de la gestión pública, nos da cuenta inmediata de dos aspectos fundamentales: el primero es que una adecuada política de gestión pública determina en alto grado la efectividad de la ejecución de las otras políticas. El segundo es que el diseño e implementación del modelo de gestión pública le corresponde a un órgano de la Administración, el cual se encarga de hacer o proponer los cambios al conjunto organizativo público. Si bien es cierto que cualquier Administración debe configurarse desde su potestad autoorganizativa, no es menos cierto que nuevos instrumentos de gestión ayudan a configurarse para una mejor adaptación a los cambios.

Las Administraciones actuales han de conjugar los roles de actuación tradicional (de governing y de reacción) con los nuevos enfoques que determinan la dispersidad, diversidad, fragmentación y complejidad actuales mediante actuaciones de administración relacional, prospectiva, proactiva y experimental. Ahora corresponde adecuar un modelo organizativo para el tránsito de un paradigma de modernización a otro de innovación, a la par de un modelo de administración electrónica (e-administración) a otro de administración inteligente (i-administración).

Desde los parámetros comunes al sistema OCDE-UE, en nuestro contexto político-administrativo podrían coadyuvar a una política emprendedora propia de una Administración progresiva inmersa en proyectos de cambio, la implantación, entre otros, de los siguientes mecanismos de gestión: empezaremos con la necesidad de llevar a término la segunda descentralización a favor de los entes locales, desarrollando las propuestas del Pacto local valenciano, mediante la Ley del régimen local valenciano, la comarcalización autonómica valenciana y lo relativo a los órganos de coordinación para las concretas descentralizaciones de políticas y servicios públicos.

Igualmente parece oportuno el diseño e implementación de las Agencias autonómicas en aras de obtener más eficacia y eficiencia en los outputs concretos a conseguir y, a la vez, disponer de un buen control político de la gestión operativa, sin hacer dejación del rol político de fijar los objetivos macro. No todo debe agencializarse como resulta obvio, pero sí que debe ponerse orden a la administración descentralizada sujeta ahora a una regulación muy dispersa y desigual. Es decir que la descentralización-flexibilidad puede conjugarse bien con la existencia de mecanismos de control de la integración y coordinación macro estratégica.

Un buen Gobierno es definido como aquel que es responsable y que también lleva a cabo buenas políticas públicas. Urge, nos parece, la creación de una Agencia de análisis y evaluación de las políticas y programas autonómicos, que siga parámetros de metaevaluación y no de evaluación interesada. Se trataría pues de elegir aquellas políticas más relevantes o que más inputs consumen y evaluarlas conforme a la metodología científica del análisis de políticas, en evaluaciones que combinen fundamentalmente el impacto, la eficacia, el rendimiento y la equidad.

Nos parece que hemos casi agotado un modelo de modernización articulado sobre los estándares de la gestión de calidad (TQM/EFQM) y hay que caminar en busca de un nuevo focus desde los logros conseguidos. En definitiva, se trata de un modelo en el que la macro gestión estratégica siga en manos del nivel superior político, mientras que la micro gestión operativa sea más flexible y autónoma en manos de los niveles directivos.

Todo lo señalado con anterioridad necesita ser enmarcado en una Teoría de la gobernabilidad que se sustente en tres grandes pilares; La responsabilidad política y la de su exigencia por los actores desde criterios de lealtad institucional; la implantación en determinados niveles de la metodología de las políticas públicas; y una gestión pública aplicada desde la innovación y contingencia de los contextos de actuación. Estos tres pilares son, a nuestro parecer, los principales instrumentos para una gobernabilidad que pretenda un incremento del progreso. Este avance es mensurable desde los indicadores del valor público, y los de la confianza básica, tanto la individual, la colectiva, como la institucional, y desde ellos, puede evaluarse la gestión de lo público.

Experiencias comparadas y propuestas científicas no faltan, pero no todas ellas son válidas ni pueden aplicarse isomórficamente a nuestra realidad. Nuestra Comunitat necesita de un pensamiento propio suficiente y autónomo que aplique los conocimientos de la Ciencia Política y de la Administración. Tenemos en toda la comunidad cuatro Licenciaturas en Ciencias Políticas y dos Diplomaturas en gestión pública, masa crítica suficiente para constituir Think tanks sobre la materia cuyo pensamiento redunde en un Instituto de Ciencias Administrativas o en una Escuela valenciana de Gestión Pública.

Quedan pendientes otros aspectos como el de una coherente política de personal, la adecuación de nuestro modelo autonómico de Función Pública al del Estatuto Básico aprobado por las Cortes generales, el modelo de función directiva,la inserción de analistas de políticas en las zona de interfase político-administrativa, la coordinación interadministrativa y la de la gestión de redes .... Pero de ello ya se hablará en otro momento.Si no sabes donde vas, Administración valenciana, tal vez esto sirva para pensar por donde comenzar.
Publicado en http://www.abc.es/hemeroteca/historico-27-06-2007/abc/Valencia/quo-vadis-administracion-valenciana_1633943120033.html

Sarkozy: ¿será el matadinosaurios?

ABC, Comunidad Valenciana

Miércoles, 6 de junio de 2007

En nuestro país vecino el candidato Sarkozy, tras lograr el 53,06% de los votos en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, ha prometido dirigir su nación restableciendo «el trabajo, la autoridad, la moral y el mérito». Igualmente ha hablado de rediseñar el modelo del Estado del bienestar, pasando de un paradigma de un Estado-Administración subsidiador a otro garante de la posibilidad generalizada de una prosperidad equitativa. Es decir, un Estado que garantice y fomente un clima de progreso y desarrollo continuo y sostenible, se sobreentiende. Para ello ha puesto la condición o la exigencia del compromiso colectivo del esfuerzo y el mérito individual. En la Ciencia Política y de la Administración se ha utilizado la expresión de que la denominada Nueva gestión Pública no ha conseguido ser el meteorito que mató al dinosaurio del modelo de Administración Pública Tradicional o Progresiva (Hoods,1994).
Los cambios introducidos dentro de los procesos de reforma y modernización administrativa acaecidos en los últimos veinte años aunque afortunadamente, no han dejado incólume al modelo Administración del bienestar, simplemente la ha adaptado al nuevo hábitat. Es decir, el modelo burocrático previsto para la era industrial-postindustrial ha sido revisado para la nueva la era de la información-conocimiento y la necesidad de una gestión neoburocrática mediante la informática y demás TICs.
Mucho me temo que los dilemas más importantes de nuestra sociedad (éticos, sociales, adaptación, innovación y equidad) puedan solucionarse arrumbando al modelo, del que Francia y muchos de los países emuladores se sienten más orgullosos y a la vez cautivos: el de los servicios públicos. Administrar es prestar servicios públicos y esto lo hacen fundamentalmente los dinosaurios de las Administraciones del os países de la UE. Países España entre ellos, que han seguido un progresiva adaptación al hábitat y que no es casual que no se dejaron, en su mayor parte entusiasmarse por las venturosas y prometedoras nuevas lógicas en la Gestión Pública más propias de los países anglosajones como Reino Unido, Canadá y Nueva Zelanda a la cabeza.
Si quiere verse a Nicolás Sarkozy como el hombre que va a romper el status quo político-administrativo de La France, me temo mucho que ni el mismo quiera, ni pueda hacerlo, por muy encantador de serpientes que se le quiera ver. El eslogan «essemble» -juntos- de Sarkozy no permite en sí una extinción del orden de la Administración progresiva.En el libro dedicado a tal idea él mismo señala el compromiso con las generaciones pasadas y futuras de restablecer a la Francia su grandeur (si unidos lo queremos, y lo decidimos... Nous pouvons rendre à la France sa grandeur...).
Si atendemos al programa electoral bajo el eslogan de un cambio en los servicios públicos podemos encontrarnos con frases como, « nuestra visión no es la del cliente, sino la del ciudadano,...ha de ser el servicio público el que se adapta al ciudadano y no al revés » los servicios públicos han de servir para una mayor cohesión social y territorial. Se habla igualmente de la necesaria reforma de las modalidades de gestión de las función pública, estatal, territorial y hospitalaria que afecta a unos cinco millones de empleados públicos, pretendiendo, entre otras cuestiones, una reforma del sistema retributivo, en función de la evaluación del desempeño personal.
Me arriesgo a pensar que la grandeur de la France no permita adelgazar mucho al Estado-Administración -como pretenden las opciones liberal-conservadoras -sin tener que desatender los territorios de ultramar, la sureté, la force de frappe nuclear, la SNFC, las empresas de interés nacional, como Gobelins, S_vres...)
Podrá gestionarse de otra manera La Santé, La Poste, el Ente Autónomo de los Transportes Parisinos (RATP)... pero me temo que muchos de los logros del estado providencia no tienen vuelta atrás. Baste recordar que uno de los fallos para que se produjera el 11-S en EE.UU., fue debido a que la seguridad de control de pasajeros había sido por cuenta de las aerolíneas privadas -trabajo de una precariedad y rotación sin igual-.
Dicha catástrofe supuso la creación de una agencia federal USA (Transportation Safety Administration), dependiente del Ministerio de Transportes que implica que el control de equipajes y seguridad quedan en manos de 28.000 empleados federales.
El programa electoral del candidato de la UDF sobre la creación de un Ministerio ad hoc para la inmigración y la identidad nacional sí ocasionara cambios en las políticas sociales. En la Política UE de la inmigración hay tres modelos: de integración; modelo asimilacionista y modelo Multicultural. El modelo de Sarkozy , mediante la implantación de un contrato de integración -que supone el conocimiento de la lengua y aceptación formal de los valores culturales como prerrequisito- entraña la opción del modelo integracionista, con políticas cerradas encaminadas hacia una inmigración escogida, de reagrupación familiar... que combina una lucha contra la inmigración ilegal, los matrimonios de conveniencia, fomentar la cooperación con los países de origen, especialmente África. Esto sí va a generar cambios en algunos sectores y servicios prestacionales de la Administración, sobre todo en las de las Colectividades Territoriales que sentirán el impacto del cambio.
A buen seguro se reformarán algunas instituciones políticas, habrán reformas en el sistema de Gestión Pública, por supuesto y algunas esperamos que novedosas e impactantes por sus efectos positivos. Ha de notarse que estamos en un proceso de modernización administrativa dentro del marco de las propuestas de la OCDE-UE. Un viaje sin billete de vuelta en el que la reforma del modelo de Administración decisora, gestora y presencial (providencia-bienestar) empieza a cohabitar con nuevos roles como es la Administración relacional, reformadora, prospectiva, proactiva, y estratega. Cambios que suponen el restringir su participación en la prestación de servicios y mayor dedicación a regular y aplicar un marco flexible en el que pueda desarrollarse la actividad económica.
Combinar seguridad y libertad, sigue siendo el dilema de la gobernabilidad en occidente y esto Francia lo lleva de una manera muy concienzuda teniendo muy en consideración cual es el rol de su Estado-Administración, no sólo por la propias internalidades y externalidades positivas que provoca en sí mismo, sino por que no hay alternativas fiables a un modelo de Administración de mínimos.
Por el momento puede decirse que «si el meteorito de la New Public Managment no mató al dinosaurio de la Administración tradicional en los países en los que se implementó, tampoco creemos que ni lo quiera ni lo pueda conseguir Nicolás».

Publicado en http://www.abc.es/20070606/valencia-valencia/sarkozy-sera-matadinosaurios_200706060336.html

La fábula de las abejas

TRIBUNA LAS PROVINCIAS

Viernes, 11 de mayo de 2007

Las fábulas son relatos cortos, en los que suelen intervenir animales, hombres, dioses, plantas y personificaciones, habitualmente con carácter ficticio y siempre con valor simbólico, y que buscan enseñar deleitando mediante el ejemplo y la crítica social.

En el siglo XVIII Bernard Mandeville escribió La fábula de las abejas , que lleva por subtítulo ‘‘Cómo los vicios privados contribuyen a la prosperidad pública” y, en un tono irónico, criticó cómo multitud de personas vivían de las miserias del prójimo. La fábula comienza describiendo el panorama del panal rumoroso (también denominado la redención de los bribones) en los siguientes términos:

“Así pues cada parte estaba llena de vicios, pero todo el conjunto era un paraíso. [...]

Tales eran las bendiciones de aquel Estado: sus pecados colaboraban para hacerle grande. [...]

Así era el arte del Estado, que mantenía el todo del cual cada parte se quejaba. [...]

La raíz de los males, la avaricia, vicio maldito, perverso y pernicioso, era esclava de la prodigalidad, ese noble pecado; mientras que el lujo daba trabajo a un millón más; la misma envidia y la vanidad eran ministros de la industria; sus amadas tontería y vanidad, en el comer, en el vestir y el mobiliario, hicieron de ese vicio extraño y ridículo, la rueda misma que movía el comercio”.

Posteriormente el dios Júpiter, “movido de indignación, al fin airado prometió liberar por completo del fraude al aullante panal, y así lo hizo”.

La deidad desterró los vicios pues y vuelve orden, de tal manera que “los Tribunales quedaron ya aquel día en silencio, porque ya muy a gusto pagaban los deudores, aun lo que sus acreedores habían olvidado, y éstos absolvían a quienes no tenían. [...]

Todos los ineptos o quienes sabían que sus servicios no eran indispensables se marcharon; no había ya ocupación para tantos. [...]

¡Contemplad ahora el glorioso panal, y ved cómo concuerdan honradez y comercio! [...]

Se va el espectáculo, velos se esfuman, y aparece con faz muy diferente. Pues no solamente se han marchado quienes al año se gastaban enormes sumas, sino también multitudes que de ellos vivían viéronse obligadas a tomar igual camino. En vano pretenden pasar a otros menesteres, pues todas las profesiones están colmadas.

Los precios de las casas y de las tierras decaen: [...] el arte de construir está casi muerto, los artesanos no hallan empleo. [...]

Los sobrios que han quedado anhelan saber, no cómo gastar, sino cómo vivir”.

La fábula, como buen instrumento didáctico, ayuda a fijar en la mente ideas y pensamientos morales de modo inolvidable, y en su la moraleja, en forma de interrogante, señala:

“¿Acaso no debemos la abundancia del vino a la mezquina vid, seca y retorcida? La cual, mientras olvida sus sarmientos, ahoga a otras plantas y se hace madera, pero nos bendice con sus frutos apenas es podada y atendida”.

Nada puede objetarse a la pedagogía de la obra, mil lecturas caben de esta irónica obra, desde otras mil ideologías diferentes. Pero la interpretación auténtica del autor es “demostrar que aquellas pasiones de las cuales todos decimos avergonzarnos son precisamente las que constituyen el soporte de una sociedad prospera”.

Podemos reflexionar sobre cuántos zánganos viven del desorden, más allá del siempre citado limbo abstracto de los vagos y maleantes, e ir más allá al cuestionarnos si puede hablarse de buenos y malos cuando la lógica del progreso es la que es. Para el que la vida no le dé tiempo de leer, puede reflexionar, a vuela pluma, sobre la existencia de colegios, hospitales... que sanan y educan mejor. De empresas que nos protegen... y tantas y tantas actividades empresariales y/o profesionales que nos ofrecen bienes y servicios tan imprescindibles en esta sociedad tan compleja y diversa. También se puede reflexionar sobre la dinámica en la que a alguien se le anima a comprar bienes que no va a necesitar o disfrutar, para luego venderlos más caros de lo que realmente cuestan, sin aportar a los mismos ningún valor añadido, contribuyendo así y sin más a la carestía de la vida y a la inflación. ¿Es esto un indicador del progreso, cuando de esa praxis se deriva la consecuencia inmediata de que muchas personas no puedan acceder a una vivienda digna? ¿Y cuando lo digno se convierte en caro?

Hoy todo el mundo al socaire del triunfo de Sarkozy habla de recuperar, de entre otros, el valor del trabajo. Aquí añadimos el del trabajo bien hecho, el consistente en hacer las cosas bien y hacer el bien con ello, contribuyendo con ello al bienestar general, a la gobernabilidad en suma. Pensemos con suma serenidad con esta frase de Charles Peguy: “Desde el trabajo, el respeto se extendía al hogar, el hogar se confundía muy a menudo con el taller y el honor del hogar y el honor del taller eran el mismo. Era el honor del mismo fuego. El dinero no es deshonroso cuando es el salario, la remuneración, la paga’’.
Publicado en http://www.lasprovincias.es/valencia/prensa/20070511/opinion/fabula-abejas_20070511.html

La oferta electoral y «la navaja de ockham»


ABC,Comunidad Valenciana

9 abril 2007

Se conoce «la navaja de Ockham», filósofo nominalista franciscano del siglo XII, a la actitud crítica de ir directamente a las cuestiones fundamentales, como una cuestión de economía que suprime todos lo innecesario. La expresión, conocida también como el «principio de economía o de parsimonia» hace referencia a un tipo de razonamiento basado en una premisa muy simple: «En igualdad de condiciones la solución más sencilla es probablemente la correcta». Otras expresiones de la misma señalan que: «No ha de presumirse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias»; «El número de entes no debe ser multiplicado sin necesidad»; «Si puedo explicar cualquier cosa con pocos elementos, ¿por qué introducir elementos superfluos?».

Todo esto viene a cuento de que cada día hay más elementos para convencer de que el progreso que necesitamos no es el que nos venden como único. Hay otro u otros que conllevan serias corresponsabilidades a la ciudadanía y esto se vende mal políticamente.

Edgar Morin, principal representante del pensamiento complejo, lo ha dicho recientemente en su «Política de civilización» desvelando la ambigüedad de las ideas de modernización y del desarrollo. Pueden citarse algunas de sus categóricas afirmaciones al respecto como las siguientes: « ... el imperativo de modernización no debe ser ciego, debe ser replanteado... El desarrollo ignora lo que no es ni calculable ni medible, es decir, la vida, el sufrimiento, la alegría, el amor, y su único índice de satisfacción es el del crecimiento -de la producción, de la productividad, de los ingresos monetarios-.

Concebido en términos únicamente cuantitativos, ignora las calidades de la existencia, las calidades de la solidaridad, la calidad ambiental, la calidad de vida, las riquezas humanas no calculables y no comercializables; ignora el don, la magnanimidad, el honor, la conciencia. Su avance barre los tesoros culturales y los conocimientos de las civilizaciones arcaicas y tradicionales; el concepto ciego y grosero de subdesarrollo destruye el arte de vivir y la sabiduría de culturas milenarias... El desarrollo ignora que el crecimiento tecnológico y económico produce también un subdesarrollo moral y psíquico...».

Morin se ha referido al «bucle reformador» con la idea de que las reformas no son únicamente institucionales o sociológicas, son reformas mentales que necesitan un pensamiento distinto, una revisión de los términos aparentemente evidentes de la racionalidad, de la modernidad y del desarrollo. La reforma del Estado, la reforma del espíritu y la reforma de sociedad se necesitan mutuamente. La reforma del espíritu requiere una reforma de la educación que depende, de la reforma previa del pensamiento político. Existe pues, una relación circular entre esas reformas que dependen unas de otras. La «política de civilización» debería contribuir a la reforma de la vida, la cual debería contribuir a la política de civilización. Reforma ética, reforma de la vida, reforma educativa, reforma social y reforma del Estado son interdependientes y se nutren mutuamente.

Nada de esto aparece en las ofertas electorales, que sin duda se mueven en escenarios cortoplacistas, en los que el comportamiento político viene delimitado por la elección racional limitada y/o el incrementalismo. En él, no hay más remedio que presumir que el progres sólo puede medirse económicamente. Si bien ahora no hay consenso sobre la urgencia, necesidad o conveniencia de la «reforma del progreso y reforma del pensamiento» - aunque irremediablemente lo habrá, como lo ha habido con la cuestión ecológica-ambiental- un camino razonable y factible hacia un desarrollo, al menos más equitativo, es sin duda la consecución de políticas que conlleven más valor público y mejor uso de los bienes privados socialmente preferentes.

El «valor público» se centra en la capacidad de las Administraciones para orientar su trabajo hacia lo que más le importa a la gente, proveyéndoles en mejores y mayores servicios, que redunden es mejorar la calidad de vida. Ser más efectivos en la provisión de servicios públicos, contar con una mejor capacidad de respuesta. Las sociedades producen más valor cuando más garantizan la mayor y mejor vida de sus miembros, en términos de presente y de futuro. Un valor público es el mantenimiento, incremento o restablecimiento de la confianza básica, como capacidad que tienen las personas para confiar en que no va a pasar nada grave en sus vidas. Aumenta cuando en ello se fía uno fundamentalmente de sí mismo y eventualmente en los demás o en las instituciones. El valor es mensurable mediante indicadores y mientras que a corto plazo se mejora de la efectividad mediante el desarrollo económico y la equidad, en los plazos medianos y largos, lo son la salud y la educación. Éstos últimos sin duda contribuyen sobremanera a un bienestar equilibrado entre el ser y el tener.

Como no vivimos en Utopía, a buen seguro que la racionalidad limitada, más pronto que tarde, nos lleve a una reforma en la concepción del progreso que en sí no sea excesivamente regresiva del status quo del bienestar actual, aunque tuviera algo de destrucción constructiva, desde las ideas económicas de Schumpeter de «Capitalismo, Socialismo y Democracia».

Más pronto que tarde, la navaja recortará los discursos políticos inútiles y fatuos que no conlleven incremento del valor público. Y a buen seguro, también se pasará la navaja por muchos de nuestros hábitos actuales. Churchill nos diría desde su peculiar estilo; algo de sangre, sudor y lágrimas tendréis que dar a cambio, queridos ciudadanos, si queréis en el discurso político, otra oferta electoral, que combine el bien-estar con el bien-ser.

Publicado en http://www.abc.es/hemeroteca/dia-09-04-2007/abc/Valencia

Políticos y políticas para una gestión del cambio climático


ABC,Comunidad Valenciana

19 febrero 2007


Cuando un acontecimiento o pronóstico para el sistema de bienestar exigible en una comunidad se presenta como amenaza, se requiere de la identificación concreta del problema y de las alternativas para su solución. En términos politológicos se requiere dos especiales condiciones: políticas públicas bien formuladas y elaboradas y Políticos emprendedores que las impulsen.Hace poco ha entrado en escena es España como actor de refuerzo internacional Al Gore, quien sabe como se gestionan las políticas y los problemas existentes entre su formulación y su elaboración. Lo sabe desde su formación académica, su experiencia como Vicepresidente USA y responsable de la reforma administrativa federal del «National Perfomance Review», además de su compromiso personal y económico en la ayuda en la catástrofe del huracán Katrina en Nueva Orleáns.

Pero no está sólo aparece también el sigiloso Gorbachov. Es paradójico, pero sobre todo plausible y estimulador que desde posturas y responsabilidades tan dispares en el rol político de hace años Al Gore con su programa «An Incovenient True» y Mijail Gorbachov con su fundación «Green Cross International» estén coincidiendo en la promoción de los compromisos políticos para llevar cabo lo consensuado por 173 países en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo de Río de Janeiro de 1992 y el específico Protocolo de Kyoto de 1997.

En USA los Estados están tomando sus propias medidas apostando por el desarrollo sostenible con el necesario cambiar del «american way of life». Recientemente California al firmarse en septiembre de 2006 un pionero proyecto de ley para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, con la pretensión de que antes del año 2050, reducirán las emisiones a un 80 por ciento inferior a los niveles de 1990. Iniciativa precedida por el programa del Departamento de Ecología del Estado de Washington tan aplaudido.

En España se acaban de anunciar las medidas diseñadas por la Administración del Estado en su rol estratégico, se atisba ya que la implementación-ejecución de las mismas va a corresponder a los tres niveles político-administrativos.

Algunas Administraciones locales andan tiempo tratando de cumplir -al menos formalmente- con la denominada «Agenda 21 local», también programa de Naciones Unidas de 1989 que trae causa del famoso informe Brutdland sobre «Nuestro futuro común» y que puso en evidencia la insostenibilidad del desarrollo y la crisis ambiental. Gran parte de los objetivos de la Agenda dependen casi en exclusiva del papel de las comunidades locales. Es decir, de las decisiones, actitudes y comportamientos de los ciudadanos y autoridades locales. Debido a su proximidad con los ciudadanos, desempeñan una función importantísima en la educación y movilización de la ciudadanía en pro del desarrollo sostenible.Y ahora nos preguntamos quien será el «político emprendedor» aquí en la Comunidad Valenciana que lidere tan singular batalla. Ahora todas las opciones políticas juegan a ser verdes con cierta variedad en los espectros e intensidades. Disponemos de organizaciones ecológicas con influencia en la red de políticas. El macro ambiente apoya sin duda este rol de emprendedor. Pero hay un reto de difícil factura, porque siendo una apuesta de futuro, exige medidas de presente. Si la verdad es incómoda, más lo serán los compromisos de una sociedad, a la que se le presume civilmente madura y responsable.

Nos estamos refiriendo a quien se capaz de convencer que se debe cambiar el estilo consumista de vida, anclado en una incombatible concepción economicista de la vida, y sobe todo de un superestar de gran comodidad y holgura.

Más que nunca este emprendedor necesita de colaboración, ni le hace falta el arrojo de Churchill ni la soledad política de Bravo Murillo. Traducido en términos politológicos supone actuar estratégicamente en una gobernabilidad bajo el paradigma de una gobernanza leal y comprometida. Aquí y ahora la Administración autonómica valenciana tendrá que gestionar muy bien la red (constructores, promotores del turismo, transportistas...) para convencer, proponer e imponer medidas incómodas y hasta drásticas, mediante políticas regulatorias y redistributivas...

Un análisis DAFO (debilidades- amenazas- fortalezas-oportunidades) aportaría una ventaja comparativa: La inmensa riqueza ecológica que tiene el interior de nuestra Comunitat, que debe ser protegida y sobre todo disfrutada sin grandes impactos ambientales. Todas las zonas limítrofes con Teruel, Cuenca y Albacete (v.g la manchuela conquense, la sierra de javalambre,) pueden ser objeto de promoción y desarrollo (sostenible) ante su baja densidad poblacional y gran espacio.

En el inicio de la disciplina del análisis de políticas públicas, en la década de los 50 se definían éstas con una expresión tan simple como la de que suponían todo aquello que los gobiernos decidían hacer o no hacer. La Administración del Estado ya ha señalado las líneas generales y algunas operativas. Ahora corresponde empezar por limpiar el hogar. Habrá que ir pensando en qué hacer, no hacer o hacer distinto.Pero lo que haya de hacerse además tiene que ver con el compromiso global para el cambio climático. El Programa de naciones unidas para el medio ambiente (PNUMA) ya señaló que «Los países desarrollados, productores principales de los gases invernadero, tienen la máxima responsabilidad en la mitigación del cambio climático y también en la transferencia de recursos y tecnologías a los países en desarrollo para que se adapten él». Ahora nos toca jugar en casa.

Publicado http://www.abc.es/hemeroteca/historico-19-02-2007/abc/Valencia/politicos-y-politicas-para-una-gestion-del-cambio-climatico_1631557413793.html