viernes, 28 de abril de 2017

La zona púrpura ( y 3)


En los estudios weberianos  las referencias al sistema de mandarinato chino son uno de sus nutrientes, así en el  El político y el científico, diría  (…)El mandarín chino es - o mejor, fue originariamente - lo que fue el humanista de nuestro Renacimiento: un literato humanísticamente formado como conocedor de los monumentos literarios del pasado remoto. Leyendo el diario de Li Hung Chang nos encontramos con que lo que más le enorgullecía era el escribir poemas y ser buen calígrafo. Este grupo social, con sus convencionalismos construidos sobre el modelo de la China antigua, ha determinado todo el destino de ese país, y tal hubiera sido también quizás nuestro destino si los humanistas hubieran tenido en su época la más mínima posibilidad de lograr el mismo éxito que aquellos alcanzaron(…)
Siguiendo la filosofía de Confucio, los dirigentes de la dinastía Han (206 a. C - 200 d. c) se empeñaron en consolidar un sistema que permitiera gobernar la extensión y la complejidad del Imperio, reforzando una estructura jerárquica y renovando el sistema educativo para el servicio público. Ya existiría cierta carrera administrativa de mérito que se distribuiría en nueve grados de cargos y cuatro clases de administradores (mandarinato) que respondían ante la mala gestión. Podemos encontrar un sistema de selección  así como la existencia de un   Libro de los exámenes, dedicado a la formación de la burocracia. Fue posteriormente el emperador Yangdi, de la dinastía Sui, el que en 606 d.c. estableció de un modo oficial y definitivo el Keju o sistema de exámenes imperiales competitivos que continuarían en los 1.300 años siguientes.

Los exámenes  tenían lugar en enormes instalaciones especiales divididas en celdas individuales donde se encerraba a los candidatos durante los tres días y noches que duraba la prueba. El candidato no podía abandonar su celda. Todo el sistema estaba pensado para evitar la trampa y el favoritismo. Así, para excluir la posibilidad de que los examinadores reconociesen la letra del candidato y eso influyera en su juicio, todos los exámenes escritos eran recopiados de nuevo por escribas profesionales, de tal modo que la identidad del candidato permaneciese irreconocible.

El mecanismo produjo una clase gobernante meritocrática y culta, elegida solo en función de sus méritos y talento. Esta burocracia proporcionó al Imperio Chino una gran  estabilidad  pues a  pesar de las rebeliones, conquistas extranjeras y cambios de dinastía, los funcionarios permanecieron en sus puestos de trabajo y aseguraban la continuidad y la eficiencia de la administración.

Estos mandarines confeccionaban el calendario, organizaban el transporte y el intercambio, supervisaban la construcción de caminos, canales, diques, represas, y estaban a cargo de todas las obras públicas, especialmente aquellas destinadas a prevenir las sequías e inundaciones; construían las reservas contra el hambre y alentaban todo tipo de proyectos de irrigación. Eran arquitectos, ingenieros, maestros, administradores y gobernantes a un mismo tiempo.

Otros estudios reflejan los deméritos empíricos  de la  burocracia china   como era el miedo a asumir responsabilidades ya que la principal preocupación del burócrata chino era evitar todo tipo de compromiso, para cual  se las arreglaba para delegar sus responsabilidades en algún subordinado que pudiera servir de chivo expiatorio si llegaba el caso.  Se trataba en todo caso de un sistema  jerárquico y autoritario, paternal y a la par  tiránico, que se ocupaba del bienestar en forma absolutista; en suma, un Estado totalitario, reglamentador e intervencionista en la que el comercio, la minería, las construcciones, los ritos, la música, las escuelas y, en realidad, toda la vida pública y gran parte de la vida privada estaban bajo su dominio. Otra expresión histórica más entre la tiranía y el despotismo ilustrado.

Ningún sistema es perfecto ni en su ortodoxia y la mayoría sobre la realidad heteroprácticos y posiblemente muchas propuestas para mejorar la calidad política puedes ser  contrarias a las normas sobre la legitimación  democrática del gobierno, pero también sabemos que bajo el paraguas de la democracia se han cometido atrocidades equivalentes a los regímenes totalitarios. Pero esto es otro debate, ahora solo se trata de la zona purpura, que tanto reparo necesita, aquí y allá.

Para profundizar

Martínez Legorreta, O., "El servicio civil en la China imperial" en  Economía, Sociedad y Territorio, vol. V,18, , pp. 411-453, 2005

Balazs, E., Civilización china y burocracia, Sur, Buenos Aires,1966.

Mosterin, J. El ejemplo de la meritocracia china, El País, 06.12.2005,


La zona púrpura (2)


Ya señalamos que unos de nuestros referentes Yehezkel Dror al analizar la necesidad de capacidades y conocimientos del alto funcionariado, no confiaba en  los  test de personalidad, dada la poca fiabilidad especifica que suponen las pruebas hasta ahora practicadas, por lo que apostaba  por  otro modelo  normativo   ( Cfr. https://blog.uchceu.es/ciencias-politicas/mejorar-la-decision-publica-javier-pinazo/)

En el año 2008 se redactó un protocolo sobre la “carta de buenas prácticas de gobierno” que la Generalitat y las tres diputaciones provinciales de la Comunidad enviaron a los alcaldes. Se trataba de cumplir con el  derecho a la buena Administración  regulado en el titulo segundo del Estatuto de Autonomía, mediante las siguientes actuaciones:

·       Autocumplimiento de la GVA de tales compromisos a través de su control conjunto mediante mecanismos de calidad
·       La articulación de un observatorio o comisión de evaluación, con una amplia participación de los actores
·       Fomento del Estado de Derecho «para garantizar la igualdad de todos los ciudadanos, la equidad, imparcialidad y previsibilidad».
·       trasparencia y rendición de cuentas.
·       compromiso ético, articulado  en un código de conducta política, que plasmara el compromiso de actuación ética de los cargos elegidos democráticamente con la sociedad, con la Administración, con los partidos políticos que representan y con los miembros de su gobierno autonómico o local
·       Compromiso con el déficit cero  y con una gestión financiera justa y equitativa, orientada a la consecuencia del bienestar de la ciudadanía

 Puede leerse en prensa que los autores de la misma, casi en su totalidad,  cumplen penas de prisión por corrupción, política y fiscal, o están siendo investigados por pertenencia a banda criminal.
En contra de las suspicacias de Dror  se afirma en otros foros que en la actualidad  cualquier ciudadano que desee aspirar a un puesto en una organización, empresa o incorporarse a determinados puestos  tiene que pasar por una serie de evaluaciones psicométricas y de conocimiento, así como entrevistas personalizadas y hasta tests anticorrupción, en aras de determinar si el candidato es tanto capaz como digno de confianza para  el puesto  Y se afirma que  los avances en la psiquiatría han llegado a tal
nivel, que a través de escáneres cerebrales se puede predecir al evaluar la fisiología cerebral las conductas psicópatas, depresivas o enfermizas para poder tratarlas y medicarlas a tiempo respecto.
 En esta línea se pregunta que , si llevar a una nación, estado o ciudad a buen puerto requiere de un perfil de altísimo nivel de capacidad, salud mental, estructura ética y moral, así como de inteligencia intelectual, política y emocional, ¿por qué no se ha  formulado mecanismos para  filtrar a los personajes que llevamos al poder?  
Este filtro, se dice que tal vez  ahorraría el trabajo de emitir leyes regulando la desconfianza, y evitar como las severas pérdidas económicas del erario público.
Ya Charles Merriam  - uno de los padres de las Ciencias de políticas  y desde la promoción  del   conductismo en la ciencia política, escribió en 1926 una suerte de  listado de  atributos que los líderes políticos deberían poseer:

·       Inusual sensibilidad para la dirección de tendencias sociales e industriales.
·       Percepción rápida y aguda de los posibles cursos de acción de la comunidad, con una consecuente rápida acción.
·       Facilidad para combinar grupos y compromisos, diplomacia política en ideas, políticas y distribución de cargos.
·       Facilidad para los contactos personales con una gran variedad de tipos de personas.
·       Facilidad para la expresión intensa de los sentimientos e intereses de grandes grupos de votantes.
·       Coraje semejante al del comandante militar.

Reecomendaba igualmente el examinar a fondo los comienzos del líder, sus orígenes ancestrales, sus padres, sus compañeros de juventud, su medio, su vida de juventud y su educación, entretenimiento, intereses e ilusiones, incluyendo la historia médica y todo dato biológico y psicoanalítico posible; deberíamos indagar sus rasgos intelectuales y temperamentales usando todos los mecanismos de la psicología moderna, la psiquiatría y el sentido común.

La zona púrpura (1)


Hauriou,  en la página 72 de sus   Prècis de DroitAdministratif et de DroitPublic, 4ª ed., París, 1914, afirmaba que (…) la definición exacta y la distinción entre Gobierno y Administración constituye una de las grandes dificultades del derecho público (…) Con cita de M. Esmein añadiría (…) Desde un punto de vista descriptivo y orgánico, la sociedad política  es como una máquina potente y complicada;el gobierno es el motor y los funcionarios de la Administración, los órganos de transmisión y las ruedas  de la máquina (…) . Si difícil era en aquel entonces la polémica distinción entre política y administración, hoy lo es más todavía por la  heteropráxis dominante sobre  una supuesta ortodoxia. Supuesta porque la separación/dicotomía es falsable, empírica y  teóricamente.

 Se ha venido utilizando comúnmente la expresión ‘huida del derecho administrativo’ tanto en el sentido inicial de una herramienta útil para que las empresas públicas tengan más flexibilidad a la hora de relacionarse con sus proveedores o en el resto de sus dinámicas empresariales ad intra o ad extra. Ahora  predomina la acepción de  instrumento fraudulento para  el logro de la distracción del control estándar de la tecnoestructura destinada a la obtención de ingresos ilícitos y extraños al erario público y que se ha demostrado ser el hábitat preferido para corrupción, desviación de poder, y además de espacio de colonización partidista, desde el cual asegurarse el control del poder administrativo y el de la dominación social por mor de la burocracia. En la literatura anglosajona se denomina espacio purpura, como locus indefinido entre lo político (rojo) y lo administrativo (azul)  y se ha argumentado para la deconstrucción de la ortodoxa dicotomía política-administración wilsoniana. (Cfr, Alford,Hartle,Yates, and Owen “Into the Purple Zone: Deconstructing the Politics/Administration Distinction” en  The American Review of Public Administration , Marzo,2016)

Esta zona no es muy distinta entre los países y las tradiciones administrativas    y es coincidente  con la denominada zona de  ‘interfase’, para Nora y Minc como espacio  intermedio entre la decisión política y la actividad administrativa. Como cometido de bisagra entre la zona política representada por los políticos electos, asesores, personal de gabinete... y la zona representada por los profesionales de la Administración. En ella la confianza política y la racionalidad técnica -altos cargos, asesores y directivos públicos- se entremezclan en proporciones diferentes según su mayor o menor participación en las diversas fases de la formulación o implementación de las políticas públicas. También se ha referido a ella Ziller como ‘tercer espacio o bisagra’, para Ziller lo es la zona de intersección entre política y administración en el que se tensiona entre la legitimidad política y la burocrática, entre la racionalidad ideológica y la técnica. O puede verse en las confluencias entre el ápice estratégico y la línea intermedia de la estructuración de Minztberg.

Esta zona púrpura se daría especialmente en tres escenarios, la dirección política de las unidades administrativas, la libre designación de puestos de jefatura, la dirección y la composición de miembros de las empresas públicas y determinados organismos autónomos, especialmente los reguladores.

Sobre esta eterna cuestión  el Diario del Derecho municipal  de Iustel, da razón de un artículo (El Mundo, 21.04.2017), de los administrativistas  Sosa Wagner y Mercedes Fuertes, en el cual los autores consideran que la elección de los órganos directivos de los principales organismos del Estado se inicie con una convocatoria pública, que acabe con un sorteo sobre los candidatos técnicamente aptos.  Propuestas que puede dar frutos y presentarse como una buena medicina contra el clientelismo partidista es el de las organizaciones especializadas técnicamente muy complejas que existen en el Estado (también en algunas Comunidades autónomas): Banco de España, Comisión Nacional del Mercado de valores, Comisión de Mercados y Competencia, Junta de Seguridad nuclear... Pero también en órganos de fundamental importancia como son el Tribunal Constitucional, el de Cuentas o la Autoridad de responsabilidad fiscal. Y por supuesto el Consejo General del Poder Judicial.

Se supone que el sorteo sustituiría a la decisión de que los finalmente elegidos para el puesto son los más idóneos, ya que el criterio de la idoneidad tiene muchos matices y se presta a pervertir la discrecionalidad en pro de la arbitrariedad.  En suma se dice en el referido alegato  que “tras comprobar de forma rigurosa y con transparencia, trayectorias y méritos alegados, se confeccionaría la lista definitiva de los candidatos, que sería la que serviría para realizar el sorteo”.

Por el momento cualquier sistema distinto al actual parece más adecuado sistema aproxima a lo que decidimos hace años y se plasmo   en el 103 y 23 de la CE de 1978.