En los estudios weberianos las referencias al sistema de mandarinato chino son uno de sus nutrientes, así en el El político y el científico, diría (…)El mandarín chino es - o mejor, fue originariamente - lo que fue el humanista de nuestro Renacimiento: un literato humanísticamente formado como conocedor de los monumentos literarios del pasado remoto. Leyendo el diario de Li Hung Chang nos encontramos con que lo que más le enorgullecía era el escribir poemas y ser buen calígrafo. Este grupo social, con sus convencionalismos construidos sobre el modelo de la China antigua, ha determinado todo el destino de ese país, y tal hubiera sido también quizás nuestro destino si los humanistas hubieran tenido en su época la más mínima posibilidad de lograr el mismo éxito que aquellos alcanzaron(…)
Siguiendo la filosofía de Confucio, los dirigentes de la dinastía Han (206 a. C - 200 d. c) se empeñaron en consolidar un sistema que permitiera gobernar la extensión y la complejidad del Imperio, reforzando una estructura jerárquica y renovando el sistema educativo para el servicio público. Ya existiría cierta carrera administrativa de mérito que se distribuiría en nueve grados de cargos y cuatro clases de administradores (mandarinato) que respondían ante la mala gestión. Podemos encontrar un sistema de selección así como la existencia de un Libro de los exámenes, dedicado a la formación de la burocracia. Fue posteriormente el emperador Yangdi, de la dinastía Sui, el que en 606 d.c. estableció de un modo oficial y definitivo el Keju o sistema de exámenes imperiales competitivos que continuarían en los 1.300 años siguientes.
Siguiendo la filosofía de Confucio, los dirigentes de la dinastía Han (206 a. C - 200 d. c) se empeñaron en consolidar un sistema que permitiera gobernar la extensión y la complejidad del Imperio, reforzando una estructura jerárquica y renovando el sistema educativo para el servicio público. Ya existiría cierta carrera administrativa de mérito que se distribuiría en nueve grados de cargos y cuatro clases de administradores (mandarinato) que respondían ante la mala gestión. Podemos encontrar un sistema de selección así como la existencia de un Libro de los exámenes, dedicado a la formación de la burocracia. Fue posteriormente el emperador Yangdi, de la dinastía Sui, el que en 606 d.c. estableció de un modo oficial y definitivo el Keju o sistema de exámenes imperiales competitivos que continuarían en los 1.300 años siguientes.
Los exámenes tenían lugar en enormes instalaciones
especiales divididas en celdas individuales donde se encerraba a los candidatos
durante los tres días y noches que duraba la prueba. El candidato no podía
abandonar su celda. Todo el sistema estaba pensado para evitar la trampa y el
favoritismo. Así, para excluir la posibilidad de que los examinadores
reconociesen la letra del candidato y eso influyera en su juicio, todos los
exámenes escritos eran recopiados de nuevo por escribas profesionales, de tal
modo que la identidad del candidato permaneciese irreconocible.
El mecanismo produjo una clase gobernante
meritocrática y culta, elegida solo en función de sus méritos y talento. Esta
burocracia proporcionó al Imperio Chino una gran estabilidad
pues a pesar de las rebeliones,
conquistas extranjeras y cambios de dinastía, los funcionarios permanecieron en
sus puestos de trabajo y aseguraban la continuidad y la eficiencia de la
administración.
Estos mandarines confeccionaban
el calendario, organizaban el transporte y el intercambio, supervisaban la
construcción de caminos, canales, diques, represas, y estaban a cargo de todas
las obras públicas, especialmente aquellas destinadas a prevenir las sequías e
inundaciones; construían las reservas contra el hambre y alentaban todo tipo de
proyectos de irrigación. Eran arquitectos, ingenieros, maestros,
administradores y gobernantes a un mismo tiempo.
Otros estudios reflejan los
deméritos empíricos de la burocracia china como era el miedo a asumir responsabilidades
ya que la principal preocupación del burócrata chino era evitar todo tipo de
compromiso, para cual se las arreglaba
para delegar sus responsabilidades en algún subordinado que pudiera servir de
chivo expiatorio si llegaba el caso. Se
trataba en todo caso de un sistema jerárquico
y autoritario, paternal y a la par tiránico, que se ocupaba del bienestar en
forma absolutista; en suma, un Estado totalitario, reglamentador e
intervencionista en la que el comercio, la minería, las construcciones, los
ritos, la música, las escuelas y, en realidad, toda la vida pública y gran
parte de la vida privada estaban bajo su dominio. Otra expresión histórica más
entre la tiranía y el despotismo ilustrado.
Ningún sistema es perfecto ni
en su ortodoxia y la mayoría sobre la realidad heteroprácticos y posiblemente
muchas propuestas para mejorar la calidad política puedes ser contrarias a las normas sobre la legitimación democrática del gobierno, pero también sabemos
que bajo el paraguas de la democracia se han cometido atrocidades equivalentes
a los regímenes totalitarios. Pero esto es otro debate, ahora solo se trata de la
zona purpura, que tanto reparo necesita, aquí y allá.
Para profundizar
Martínez Legorreta, O., "El
servicio civil en la China imperial" en
Economía, Sociedad y Territorio,
vol. V,18, , pp. 411-453, 2005
Balazs, E., Civilización china y
burocracia, Sur,
Buenos Aires,1966.
Mosterin, J. El ejemplo de la meritocracia china, El País, 06.12.2005,