miércoles, 23 de noviembre de 2016

Promesas electorales, discurso partisano y dinámica de las políticas (y 3)

De León señaló como dificultades más comunes que se oponen a la terminación de las Políticas Públicas las siguiente;
·       Renuencia intelectual, por parte de quienes están involucrados emocionalmente. Pocas personas desean oír fallos o grandes cambios en programas que han sido diseñados para funcionar.
·       Permanencia institucional, derivada del hecho de que las organizaciones especializadas están diseñadas para durar.
·       Conservacionismo dinámico, practicado por las organizaciones que adaptan su funcionamiento con el fin de sobrevivir.
·       Coaliciones antiterminación, provocadas tanto por la burocracia interna como por los beneficiarios externos.
·       Obstáculos legales que puedan impedir una decisión de terminación arbitraria.
·       Altos costes políticos.

Pero una mirada más aguda también añadiría otras restricciones para una decisión de alta racionalidad instrumental. Por ejemplo tendríamos entre las  siguientes;

§  La falta de concordancia entre el ciclo político, el presupuestario y el ciclo vital de las políticas.
§  El predominio en él análisis de políticas de la política frente al conocimiento. (vid. en entradas anteriores sinópticos vs. antisinópticos)
§  La lucha de intereses en la arenas  de las políticas redistributivas (las políticas determinan la política en términos de Lowi)
§   Las dependencia histórica (Path dependency).  
§  La ausencia de evaluaciones con propósitos abiertos de mejora, conocimiento y responsabilidad.
§  La falta de originalidad y de reflexión en la momento  político para proponer políticas nuevas, es decir, que ofrezcan programas sustitutivos y altamente innovadores en términos de valor público respecto del estatus previo.
§  La escasa institucionalización del análisis de políticas y las dinámicas metaevaluadoras.

A todo esto nótese  como especial causa los escenarios de actitud perversa y desviada en la gestión pública y en las redes de actores colaboradores ocasionales de la gestión de los servicios y la coadyuvancia que supone la falta de decisión para mejorar la contratación pública. Con lo que ha llovido al respecto en estos años la UE termina de recordarnos la necesidad de acabar con los contratos públicos sin publicidad para que no sean adjudicados de manera directa, ya que para  Bruselas seguimos sin un marco coherente de contratación que asegure una transparencia suficiente y la coordinación entre todas las autoridades y entidades contratantes.  
Que un gobierno no haga las cosas como debe hacerse es malo, que la oposición no lo denuncie, también lo es. Pero que esta última al alcanzar el gobierno sigue haciendo aquello que recrimina es muy sintomático de aquello que nos decía  Crozier en los ’70, de que una sociedad nos e cambia por decreto.

Promesas electorales, discurso partisano y dinámica de las políticas (2)

En la era expansiva económica y de fácil recurso al déficit no era frecuente que muchos programas públicos se terminaran, se trataba más de cambiar el cómo y el quien en función del clientelismo político. Ejemplo claro era la política de fomento y en especial las subvenciones en la cultura. Las Ciencias de políticas enseñan que una vez empezadas las políticas estas tienen vida propia: desarrollan organizaciones, contratan personal, crean una clientela que depende del programa y a la postre son relativamente pocas las que se terminan, sin más, justificándose su existencia más por dinámicas de cubo de basura o de mero incrementalismo. Tras la crisis económica y las restricciones al déficit la dinámica ha estado también en torno a su mantenimiento pero con una clara dinámica decrementalista. Haces menos, hacer lo que cueste menos, hacerlo a través de otros y si es posible dejar de hacer o que lo hagan otros. Ejemplos son la NPR americana y la desactivación de programas federales a favor de los Estados y en la OCDE-UE el recurso a las colaboraciones público-privadas; outsourcing, mecanismos  tipo mercado; copagos, gestión indirecta,…
En una situación de aceptable estabilidad para la gobernabilidad socio-económica, desde el punto de vista meramente técnico-racional cabría suponer que, tras la evaluación de un programa, se debería optar por la continuidad, la redefinición, transformación, sucesión o la extinción, pero la praxis demuestra que existe una notable dificultad en que los programas terminen sin más a pesar de que su evaluación sea negativa o que haya desaparecido el problema que se pretendía resolver.
Es más habitual la transformación redefinición del problema y la sucesión de una política por otra, antes que su desaparición. Institucionalmente la adopción de la alternativa, es propia de los decisores políticos, pero  no está  exenta de la influencia de los empleados públicos, ni de los beneficiarios del programa.  

Promesas electorales, discurso partisano y dinámica de las políticas (1)

 Según expresión del Consejo científico de evaluación francés de 1990. La evaluación de una Política Pública tiene por objeto investigar si los medios jurídicos, administrativos y financieros aplicados permiten lograr los efectos esperados de dichas políticas y la consecución de los objetivos asignados.
Evaluar en suma supone conocer para mejorar la acción, para determinar los errores y las restricciones y en su caso las responsabilidades, pues toda  política final es la resultante de un proceso de aproximaciones sucesivas a un problema, pues como señalara Lindblom en 1959 (…) La política no se hace de una vez por todas; se hace y se rehace interminablemente. La decisión política es un proceso de aproximación sucesiva a algunos objetivos deseados, en que lo deseado mismo sigue cambiando a cada reconsideración.  Hacer política es, en el mejor de los casos, un proceso difícil. Ni los sociólogos ni los políticos ni los administradores públicos saben lo bastante acerca del mundo social para evitar cometer errores repetidos al predecir las  consecuencias de las medidas políticas (…)
En otras palabras la evaluación en términos metaevaluativos debe cumplir las funciones de información, legitimación y la de reasignación de objetivos y recursos, para aproximarnos cada vez más a la solución más eficaz para el problema y a la par, siempre buscando al menos incremental o marginalmente más eficiencia y economía. Aquí se sigue una racionalidad instrumental de medios a fines, formal y materialmente, como nos diría weber
Pero es muy posible que una política esté mal diseñada, sea insostenible, impertinente, inoportuna, no aporte valor público, o sea errática en su concepción sustantivas – ni existe el problema ni lo quiere la ciudadanía - , o incluso que simplemente no guste al nuevo gestor político, ni en su concepción o en su implementación. Si así sucede tras una evaluación son razonables tres decisiones al respecto: su terminación o su transformación parcial.
Sin embargo constatamos – de una mera  lectura de la prensa de hoy – que políticas  programas o actuaciones que en su día fueron objeto de implacable ataque por la oposición u otro nivel político-administrativo cuando están dichas políticas están en sus manos, dichos programas siguen o no de alteran sustancialmente. Hay un engaño electoral y además un actuar contrario a la sana gestión al mantener recursos hacia actividades o fines indebidos. Ello puede deberse a que fueron evaluados  con mucha ligereza, con fines e interés  encubiertos y no abierto hacia la mejora de la actividad de gestión.  También puede suceder que haya una ineptitud para concebir alternativas  o una imposibilidad para su factibilidad, o que hay un captura de sus  programas por actores fuertemente posicionados. Al final lo que hay es un mero ejercicio gatopardista y de marketing, que en modo alguno casa con una evaluación desde criterios metaevaluativos, el análisis de la evaluación, que responda a un buena normatividad sobre  qué , cómo y para qué evaluamos.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

La jaula de hierro hoy (y 3)



El equivalente sociológico a esta ultraburocracia organizativa  parece verse en lo que  Ritzer  denomina  McDonaldización,  esto es  la dinámica de ofrecer a productores y consumidores un marco de eficiencia, calculabilidad, predictibilidad y control tecnológico, acompañado de hábitos y costumbres estándar. (cg. El fin de semana después de ir al cine o a los centros comerciales acabamos en un McDonald o similar, comiendo productos hechos en serie, que difícilmente podemos cambiar al gusto.
La producción estándar, las modas y hábitos semejantes terminan por crear un control total por parte del sistema sobre el ciudadano y al no saber salir de ese sistema, quedamos atrapados. Autores vieron en el nazismo y el estalinisno jaulas de hierro y Ritzer advierte en su obra de 2004 La Macdonaldización de la sociedad:Una investigación sobre el cambio del carácter de la vida social contemporánea  de nuevos escenarios de jaulas, como aquella alegoría de Tiempos modernos de Chaplin. Si uno se detiene a observar esto se repite con la seguridad en el transporte, la telefónica móvil,  televisiones, automóviles,  interactuación  con la Administración.
Es más, el hombre individual no puede protestar sin perder capacidad de maniobra en lo inmediato. El control burocrático le persuade de la protesta. No puede ejercer una huelga porque le afecta a sus derechos pasivos, no puede dejar de pagar un impuesto injusto porque la morosidad frente a la hacienda o al sistema comercial le vetara posibilidades en su futuro. Se puede hacer pero el coste operativo y de transacción es alto y no siempre  el hombre común tiene recursos, lo que predomina en su vida son las necesidades y las prioridades en ellas. Así se convierte en un homo administrativus que se satisface  con no perder más, en ligar de predominar el homo oeconomicus que busca ganar más.
La jaula de hierro siempre es un peligro propio de la lógica burocrática en la que predomina el control del sistema sobre la libertad del individuo. Entre la ley del oeste y el exceso burocrático kafkiano, hay un término medio y hoy por hoy, hablar de post burocracia como un escenario de dominación social distinto sustancialmente es un inconcebible, que no un imposible. En todo caso todo apunta hacia posibles rerracionalizaciones o mutaciones de la propia burocracia, y esta por el momento, parece mejor que la de dejarse dominar por una tradición absurda u obsoleta o por un personaje carismático patético o hipócrita.

La jaula de hierro hoy ( 2)

Lo que se conoce como  “metáfora de la jaula de hierro” es una imagen retórica utilizada por Weber en una de las últimas páginas de La Ética Protestante y el espíritu del capitalismo para expresar la pérdida del sentido religioso original que inspiró,  al primer capitalismo.  
Dice Weber: (…)El estuche ha quedado vacío de espíritu, quién sabe si definitivamente. En todo caso el capitalismo victorioso no necesita ya de este apoyo religioso puesto que descansa en fundamentos mecánicos.
 … Nadie sabe quién ocupará en el futuro el estuche vacío, si al término de esta extraordinaria evolución surgirán profetas nuevos y se asistirá a un pujante renacimiento de antiguas ideas e ideales, o si, por el contrario, lo envolverá toda una ola de petrificación mecanizada y una convulsa lucha de todos contra todos; en este caso los últimos hombres de esta etapa de la civilización podrán aplicarse la frase ‘especialistas sin espíritu, gozadores sin corazón’. Estas nulidades se imaginan haber ascendido a una nueva fase de la humanidad, jamás alcanzada anteriormente (…)
La frase  de Weber  como tan habitual sucede fue popularizada  por Talcott Parsons al traducir como “jaula de hierro” (Iron Cage), lo que literalmente de definió  como “estuche”, “envoltura”,  “dura como el acero”, “férrea envoltura”, que en el sentido genuino de weber evocaba un caparazón duro y opresivo.  La metáfora advierte que los individuos pueden perder toda posibilidad de control sobre sus vidas o sobre el sistema social donde éstas se desarrollan, con el consabido déficit democrático - suponemos que en términos de libertad de elección-
Del sociólogo actual  Ritzer  hay que recordar que  su  opinión es la de que  no caminamos  hacia una posburocracia, - como estadio superador y distinto sustancialmente de la burocracia -  sino hacia una re-racionalización de la tradicional burocracia weberiana.  Recuérdese también  la posición de Barzelay de que en todo caso la NPM supondría un intento de breaking through  de la misma en la gestión pública. Otras posiciones  dirían que la informativización y Tics nos han conducido a una suerte de ultraburocracia al aumentar la predictibilidad y certidumbre de muchos aspectos de nuestra visa social y administrativa. Y la manera de gestión actual en la mayoría de países del continente europeo sería la de un neoweberianismo como señala Pollitt.

La jaula de hierro hoy (1)



La normatividad weberiana apuesta claramente por una exigente racionalidad entre medios elegidos (burocracia, teckné, tipos ideales, responsabilidad,…) a fines perseguidos (política como empresa para el progreso social y económico y el dominio sociológico o para la dirección de un Estado).
Para la medio burocrático Weber literalmente señala;

(…) “Socialización” creciente significa hoy, inexorablemente, burocratización creciente.
…Una estatalización creciente significa hoy, indefectiblemente u aumento de la burocratización.
…Es cierto que la burocracia no es la única forma de organización moderna, como tampoco la fábrica es la única forma de empresa industrial. Pero ellas dos son las que imprimen su sello a la época actual y lo seguirán haciendo en un futuro previsible. El futuro le pertenece a la burocratización…
… La administración burocrática significa dominación gracias al saber: ésta superioridad representa su carácter racional fundamental y específico.
…En el Estado moderno, el verdadero dominio,…se encuentra necesariamente en manos de la burocracia.
…el “progreso” hacia lo burocrático, hacia el Estado que juzga y administra asimismo conforme a un derecho estatuido y a reglamentos concebidos racionalmente, está en la conexión más íntima con el desarrollo capitalista moderno (...).
Para weber, la exigencia de una tramitación administrativa rápida, precisa, unívoca y continua es impuesta a la Administración por la economía capitalista moderna. Ahora en lugar de las simpatías personales, favores gracias y recompensas del jefe de las organizaciones antiguas, la civilización moderna exige un especialista rigurosamente objetivo y tanto menos interesados en las cosas propiamente humanas cuanto más complicada sea la civilización de referencia. En lo que significa a la ‘buena administración’ - Termino que pocos ponen en boca de weber -   esto significa lo mismo que la gran empresa centralizada desde el punto de vista capitalista.
Así pues una burocracia muy desarrollada constituye una de las organizaciones sociales más difíciles de destruir. La burocratización es el procedimiento específico de transformar una acción comunitaria en una acción societaria racionalmente ordenada y como instrumento de socialización es un recurso del poder de primera clase. 
La relación entre la elección y el mejor uso de unos medios adecuados y la búsqueda de fines nobles y óptimos, conlleva un tanto de predictibilidad razonable sobre la eficacia y eficiencia de la acción  política pero también como reverso, un instrumento de control social muy codiciado para quienes dirigen políticamente el Estado. Instrumento que tiene que ver con el efecto de la  conocido por la ‘jaula de hierro’.

lunes, 7 de noviembre de 2016

Las políticas públicas: más músculo que cerebro (y 4)


En esta pugna  académico-científica fe la tradición antisinóptica la dominante en la ciencia política, mientras que la sinóptica fue relegada al campo de la Administración Pública y al análisis de políticas. Se argumentó un exceso por la razón técnica, olvidando al comportamiento social como factor decisivo y  surgió como reacción frente al primer enfoque ya que no deja de ser una tecnocracia irracional resultado de una fuga de la política que deviene en un subrepticio ejercicio del poder El conocimiento habría de  ser  “de” y “en” la sociedad para lograr su entendimiento. Supone una posición  más participativa, más demócrata y sobre todo, un proyecto social para el  que se exige el conocimiento del contexto, orientado a la acción.   

Esta perspectiva política conlleva un análisis acerca de las contingencias sociopolíticas y el impacto de los efectos directos y colaterales. En lugar de buscar la máxima eficacia y/o eficiencia, lo que importa es  el impacto y la opinión del destinatario. La lógica de investigación se orienta a la transformación de la vida pública. El conocimiento se extiende hacia lo contextual: es, a la vez, un fin y un medio de la investigación racional y a la par dialógica que terminará en un compromiso político. Como señalara Torgerson se trata de una revitalización de la política con mayúsculas que, reorientada contextualmente, desmitifique el análisis tecnocrático, y desde una óptica post-positivista, pueda constituir una acción política en la que la razón y la política converjan.

En suma a los analistas les interesa la eficiencia económica y cómo las políticas públicas pueden afectar a la sociedad en su conjunto, se quiere medir con claridad los resultados de la política y el grado en que se realizan los objetivos. A los políticos les interesa el aspecto distributivo de las políticas y su impacto social. Acentúan la negociación y la transacción, variando objetivos si los resultados impiden llegar a un consenso, y resolviendo los problemas en el mismo proceso político.

La opción antisinóptica se resume  en la expresión ‘ las políticas determina la política’ de Lowi  y ‘más músculo que cerebro’ de Lindblom y en su modelo analítico del ‘ajuste partidario mutuo’. Al que seguirá el ‘modelo de factibilidad’ de Meltsner o el de ‘interacción’ de Vildawski.  Y como no en todo la teoría del pluralismo y la poliarquía de Robert Dhal, como dominante  en la ciencia política de aquel entonces.

Los frutos de todo esto es que queda muy poco espacio para el ejercicio sinóptico en la formulación de políticas, y en todo caso, siempre en  su combinación con la política. Pero, las restricciones del subsistema político, pesan demasiado como factor y variable. La realidad universal del mundo occidental están muy condicionadas por esta situación científico-académica de ahí que las loables posiciones de Dror son ideales para una mejor política y precisarían de la ausencia o al menos la minoración de  las restricciones del subsistema político si utilizáramos el modelo analítico de Meltsner.

Veamos algunos dos ejemplos extremos en EEUU de formulación de políticas  que antagónicamente se encontrarían entre conocimiento  o  política;  para el  primero cabría incluir la decisión de adoptar el ‘Proyecto Brain’ - , financiado por el gobierno USA y apoyado por los dos grandes partidos como  proyecto nacional a medio plazo para entender cómo funciona el cerebro.

Para la segunda sería la adopción en Detroit – a pesar de que  el 82% de la población es afroamericana  se ha acordado -  al haberlo votado la mitad de distritos del área metropolitana -  que los autobuses públicos no tengan parada los barrios blancos para que los negros no puedan  bajarse en ellos. Es decisión política que la mayoría de los servicios públicos en Detroit se financian con fundaciones u obras de caridad (vg.Más del 50% del presupuesto para el paseo marítimo de Detroit, recién construido, ha sido financiado por fundaciones; la nueva línea de tren solo tiene un 30% de presupuesto público; el centro de atención a drogodependientes de Detroit es financiado por donaciones religiosas o filantrópicas; las últimas ambulancias de la ciudad las tuvo que pagarlas una Fundación; diversas fundaciones locales aportaron más de 150 millones de euros para evitar  se vendieran las obras de arte del Detroit Institute of Arts como forma de pagar la deuda contraída por la ciudad). Aquí claramente la política determina las políticas, en su ‘qué’ y en su ‘cómo’



 Cfr.



Dye, T.R. (1972). Understanding Public Policy,  1972.

Lindblom,C.E.,(1959). “La ciencia de salir del paso” en Public Administration Review, 19.

Lindblom,C.E.,(1997). “Como adecuar la política en el análisis de  políticas?Gestión y Política Pública,6-2.

Lowi, T. (1964). “American Business and Public Policy Case Studies and Political Theory”, World Polities, 16.

Lowi, T.  (1972). “Four Systems of Policy, Politics and Choice”, Public Administration Review, 32.

Javier Pinazo Hernandis,J.(2014). “Evolución de modelos y enfoques para el análisis de la “acción pública”: del discurso a una nueva dinámica normativa, Gestión y Análisis de Políticas Públicas,  12.

Torgerson, D. (1986). “Entre el conocimiento y la política: tres caras del análisis de políticas”, Policy Sciences, 19.

Las políticas públicas: más músculo que cerebro (3)


La idea unitaria de Laswell de crear una Ciencia unitaria de políticas se refleja en su trabajo La orientación de las políticas Laswell propuso para esta tarea intelectual el pasar del To knowledge of… a to knowledge in… de tal manera que el conocimiento de cómo y porqué se producen esas y no otras políticas, permitiría mejorar el producto, tanto en su decisión política como en su actividad administrativa implementadora. Para Laswell la tarea del "conocimiento de" sería objeto de la Ciencia Política, de la Sociología o de la Psicología, debido a sus métodos blandos de descripción, catalogación y explicación. El ‘conocimiento en’, debía ser sólo actividad de la Economía, la matemática aplicada y la ingeniería, debido a sus métodos analíticos y de modelación para estructurar los problemas y diseñar soluciones.

Pero  también sabido que ya desde el inicio de la pretensión estaría presentes dos  diferentes enfoques, que por unos se leerse  como antagónicos per se, y por otros   como complementarios.

a) El primer enfoque (sinóptico) es el del “positivismo” y su principal aspiración es el reemplazo de política por el conocimiento. El conocimiento real era el científico, ligado a la observación de datos, a la inferencia lógica y a la determinación de relaciones constantes entre los hechos. Así los sucesos podrían ser explicados con referencia a condiciones antecedentes y, recíprocamente, los acontecimientos futuros serían susceptibles de ser predichos de manera confiable. El resultado sería el control de los hechos futuros y, por tanto, podría ser utilizado para desarrollar una tecnología social fiable.

Los seguidores que adoptaron la expresión Policy analysis y se caracterizaron por interesarse sólo en el contenido y en el momento normativo-técnico, o sea, en el análisis y diseño de la política. Se caraterizaron por ser normativos, cuantitativos, unidisciplinarios, economicistas, positivistas, tecnócratas, especuladores intelectuales, comprehensivos, planificadores, maximizadores, partidarios del análisis racional  y se identifican con el análisis de sistemas como metateoría, el empirismo estadístico como metodología y la optimización de valores como criterio de decisión.

b) Los interesados en el “conocimiento en” o antisinópticos (que adoptaron la expresión Policy Sciences), por el contrario se interesaron en el proceso decisorio, para principalmente entender cómo se tomaban de hecho las decisiones. Fueron contextualizadores, multidisciplinarios, postpositivistas, defendieron la faceta de político- administradores,  conductistas y partidarios de la interacción social.  Identificaron el pluralismo como metateoría, el análisis contextual y de casos como metodología y la racionalidad social como criterio de decisión.

Las políticas públicas: más músculo que cerebro (2)



Lo dicho por Lindblom se refuerza con la genuina afirmación de Lasswell de que “las políticas determinan la política", en el sentido de que las correlaciones de poder, los liderazgos y las autoridades formales decisorias son definidas por la naturaleza de las cuestiones en disputa y, en consecuencia, por el tipo de respuestas (beneficiosas o nocivas) previsibles por parte del gobierno.

Para Lasswell el argumento es el que sigue:

1) El tipo de relaciones entre la gente está determinado por sus expectativas, por lo que cada actor espera obtener de la relación con los demás;

2) en política, las expectativas están determinadas por los productos gubernamentales o políticas ;

3) la relación política está determinada por el tipo de política en juego, de manera que para cada tipo de política es posible encontrar un tipo específico de relación política. Si el poder se define como la posibilidad de participar en la elaboración de una política o asignación con autoridad, la relación política en cuestión es una relación de poder y, con el tiempo, una estructura de poder.

Dentro de la tipología lasweliana; políticas constitutivas, regulatorias, distributivas y redistributivas,  son estas últimas las categoría más afectadas por su impacto a las clases sociales, como sucede con la política fiscal o las subvenciones, y programas de bienestar social. El factor determinante son las expectativas sobre la redistribución posible y lo amenazante que puede llegar a ser. Las políticas redistributivas, abordan las cuestiones polémicas de propiedad, poder y prestigio social establecidas, y así se ha dicho (Aguilar Villanueva) que tiende a ser la arena más tensa y conflictiva, semejante a la clásica lucha de clases del marxismo. O sea que unos ganan y otros pierden y esto es una decisión política. (Vg Cobn los impuestos de X, garantizo la pensión de Y) y aquí las transacciones y consensos son aquí difíciles  o  poco significativas y  los liderazgos tienden a ser permanentes y cuentan con asociaciones civiles y políticas poderosas a la defensa de sus intereses vitales – los perros guardianes de Lindblom. En este ámbito de políticas las teorías de élites y clases alcanzan su más confiable nivel explicativo, Gaetano Mosca con su teoría del elitismo y Robert Dhal sobre la poliarquía aportaría otra explicación bien complementaria, bien confirmatoria y autosuficiente.

Las políticas públicas: más músculo que cerebro (1)


El subtítulo de este blog hacia una Gestión Pública  más científica, significa una apuesta crítica  por reformar el estatus predominante en las decisiones. Esta crítica se desprende de la contraposición de la deducción de los postulados normativos con su antagonista, la inducción que obtenemos al describir la realidad diaria. Se trata de minorar la brecha entre el un deber ser más científico y el ser muy poco científico.

Fue T.R. Dye quien en 1972 definió la política pública como “aquello que los Gobiernos eligen hacer o no hacer”. Significa pues que la decisión publica que se concreta en las políticas que se hacen, las que cambian, que se dejan de hacer, o no se hacen nunca, son decisiones en las que confluyen muchas lógicas, dinámicas y factores; compromisos, ideologías, emociones, reglas,racionalidad....

Entre estos factores, el que destaca desde lo normativo es la racionalidad instrumental de medios a fines, racionalidad que para Weber no solo es formal  sino también material – conforme a valores éticos  o políticos,  -   de tal manera que el  apostar por más ciencia en el momento decisional, no puede suponer  eliminar la lógica política. Por ello hemos rehusado el decisionismo, la tecnocracia y otras tentaciones, a favor de la teoría democrática de la Administración Pública, pues en suma la misma  lo que se trata es de mejorar la acción  con más ciencia tendente a  que  la ciudadana obtenga  actos de implementación de las políticas, más eficaces y más eficientes.

Aquí hay pues una equivalencia en términos de racionalidad instrumental – formal y material - entre las ideas politológicas de la modernidad con las más próximas en los tiempos anunciadores de la postmodernidad  y las posiciones normativas de Laswell en el origen de las ciencias de políticas y su concreción en la orientación del ‘conocimiento de’ al ‘conocimiento en’ o en los modelos normativos óptimos propuestos sobre la decisión pública como Dror.

Como es sabido Lindblom, influenciado por la  idea de racionalidad limitada de de Simon, ve ya imposible el método raíz en 1959 (exhaustivo-sinóptico- compresivo) y paulatinamente va buscando métodos más acomodaticios (rama-incrementalismo,I,II y III y ajuste partidario) a la realidad y llega a la conclusión en 1997 de que es imposible demostrara que una decisión es objetivamente mejor que otra desde el punto de vista genuinamente científico. Al final siempre hay valores y opiniones también racionalmente limitadas. En suma  al final en sede de políticas como producto de las decisiones, los gobiernos tiene que decidir, y aquí – en el escenario de lucha política - no se trata de reconciliar posiciones científica ni opiniones, sino de que algunas personas impongan su decisión sobre otras, coactivamente o por consenso. Y concluye que en políticas al final es la política la que decide, y esto, es más músculo que cerebro. Dicho de otra manera no  es el conocimiento el que convence, es el poder el que se impone, lo que  significa esto que la ciencia, el conocimiento cede como argumento a la posición de fuerza de los actores decisionales, esto sucede inductivamente como una ley general.