Max Weber en ‘El Político y el Científico ‘ (1919) señalaba que (…) si se ha de ser fiel a su verdadera vocación, el auténtico funcionario no debe hacer política sino limitarse a “administrar”, sobre todo imparcialmente. Esta afirmación también ha de ser válida para el funcionario político mientras no esté en juego la razón de Estado, es decir los intereses vitales del orden predominante. El funcionario ha de desempeñar su cargo ‘sine ira et studio’ sin ira y sin prevención. Lo que le está vedado es, pues precisamente aquello que siempre y necesariamente tienen que hacer los políticos, tanto los jefes como sus seguidores. Parcialidad, lucha y pasión (ira et studio) constituyen el elemento político y sobre todo del caudillo político. Toda actividad de éste está colocada bajo un principio de responsabilidad distinto y aun opuesto al que orienta la actividad del funcionario (...)
Relacionado con esto tenemos el tipo de ética adecuada. Mientras la ‘ética de la convicción’ (Gesinnungsethik) está animada únicamente por la obligación moral y la intransigencia absoluta en el servicio a los principios que sustentan la convicción ideológica. La ‘ética de la responsabilidad’ (Verantwortungsethik) por su parte, valora las consecuencias de sus actos y confronta los medios con los fines, las consecuencias y las diversas opciones o posibilidades ante una determinada situación. Es una expresión de racionalidad instrumental, en el sentido que no sólo valora los fines sino los instrumentos para alcanzar determinados fines. Esta racionalidad instrumental ‘maduramente reflexionada’ es la que conduce al éxito político. Sera la ‘Factibilidad político-administrativa’, como Capacidad de un programa de actuación para ser gestionado a través de los procedimientos de actuación normalizados de una organización, clave del éxito total o parcial de la decisión. Esta factibilidad se muestra condicionada con el posibilismo que concede la racionalidad técnica.La combinación de roles distintos y racionalidades distintas sustentadas de modos éticos de obrar responsablemente es la en teoría determina el circuito de decisión político-administrativa en el que agente asesora y el político decide (merced a esta función de apoyo) y el político decide (momento político) y el agente ejecuta (función administrativa).
Relacionado con esto tenemos el tipo de ética adecuada. Mientras la ‘ética de la convicción’ (Gesinnungsethik) está animada únicamente por la obligación moral y la intransigencia absoluta en el servicio a los principios que sustentan la convicción ideológica. La ‘ética de la responsabilidad’ (Verantwortungsethik) por su parte, valora las consecuencias de sus actos y confronta los medios con los fines, las consecuencias y las diversas opciones o posibilidades ante una determinada situación. Es una expresión de racionalidad instrumental, en el sentido que no sólo valora los fines sino los instrumentos para alcanzar determinados fines. Esta racionalidad instrumental ‘maduramente reflexionada’ es la que conduce al éxito político. Sera la ‘Factibilidad político-administrativa’, como Capacidad de un programa de actuación para ser gestionado a través de los procedimientos de actuación normalizados de una organización, clave del éxito total o parcial de la decisión. Esta factibilidad se muestra condicionada con el posibilismo que concede la racionalidad técnica.La combinación de roles distintos y racionalidades distintas sustentadas de modos éticos de obrar responsablemente es la en teoría determina el circuito de decisión político-administrativa en el que agente asesora y el político decide (merced a esta función de apoyo) y el político decide (momento político) y el agente ejecuta (función administrativa).
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