jueves, 23 de abril de 2009

Ciencia Administrativa descriptiva y prescriptiva: Retos sobre los estudios del nuevo grado en ‘Administración y Gestión Pública’ (2)

Estamos en momento de diseño de los contenidos de los estudios de grado sobre Gestión y Administración Pública, (troncalidad, optativas, itinerarios, previsiones para el post-grado). La conferencia interuniversitaria de estudios en Gestión y Administración Pública (CIGAP) en diciembre de 2007 a la par que realizó sus propuestas sobre el contenido de los estudios, propuso reflexionar sobre los estudios de postgrado y establecer relaciones con las diversas escuelas de Administración Pública.
Tuve la oportunidad de ser invitado por el Departamento de Ciencia Política II de la Universidad Complutense, en el proyecto: “Los Institutos de Administración Pública en España: evaluación y metaevaluación de su actividad formativa e investigadora (1999-2005)”, finalizado el año pasado, estamos a la espera de su análisis y publicación. Recientemente he sido invitado por la Universidad de Valencia, en otro proyecto de la UE-programa TEMPUS que empieza ya (2008-2011) con el título "Development of Public Administration and Management Studies in Serbia" y traigo ambas experiencias a colación porque si tuviera que sintetizar ambas experiencias sobre los estudios sobre Administración Pública, diría que dichos estudios, en España y fuera, y hoy más que nunca, necesitan de una complicidad entre la Universidad y la Administración.
Mientras que en la Universidad nos dedicamos a enseñar metodología de políticas públicas o de Gestión Pública, observamos que son pocos las unidades administrativas, en cualquiera de los niveles político–administrativos, que las tienen en cuenta, por falta de tiempo, de expertos, de cuadros…). Mientras que en la Universidad formamos para ser decisores o directivos públicos, los mecanismos de reclutamiento distan bastante de seguir una racionalidad profesional. (vid. las obras de Jiménez Asensio `Directivos Públicos’ y Morey Juan ‘La Función Pública: Necesidad de un análisis conceptual y de la revisión del sistema de libre designación’) y todo ello pese a loables esfuerzos desde dentro de la Administración de introducir esta dinámica de que sean los directivos públicos quienes impongan la cultura de la metodología científica.
Es de notar que en el Programa XIV Congreso del CLAD a celebrar en octubre de este año aparecen las siguientes áreas temáticas; Capacidades para gobernar el futuro a través del proceso de formación de las políticas públicas; Enfoque interdisciplinario y coordinación intersectorial en la gestión de una administración pública compleja; desarrollo; Hacia el mérito profesional y la flexibilidad de gestión en los sistemas de función pública/servicio civil; Una; Valores, normas e instrumentos de la ética pública para garantizar el buen gobierno en Iberoamérica y; Gobierno electrónico para la participación popular y la gestión del desarrollo.
Y como no, en el programa también tendremos una conferencia de una de las estrellas del momento, Jocelyne Bourgon, sobre "Public purpose, government authority and collective power".
Puede observarse pues que Políticas públicas, gestión, profesionalidad, complejidad, participación, mérito, enfoque interdisciplionar, ética pública, formación de directivos, buen gobierno, tecnología aplicada, en síntesis, son los temas sobre los que bascula este nuevo encuentro internacional y hay que aplaudirlo, porque de eso se habla en las Universidades y en los diversos foros internet (Administración 2.0,I-public, Kgoverment, Derecho, tecnología y modernización administrativa, Tu Administración Pública…) y sobre eso han de reflexionar quienes hayan de decidir, analizar, ejecutar o evaluar las actuaciones públicas .
En una época en que la Administración es ya un sistema abierto, en conexión, interacción y estímulo por la sociedad, tiene sentido que se hable en una de las conferencias estelares de ‘Propósitos públicos, autoridad gubernamental y poder social’, pues signo de los tiempos es, como bien se ha dicho, que ni la Administración tiene todo el poder, ni puede ella, hacerlo todo, y a solas. En esta dinámica resultan muy interesantes los artículos que publica la revista “Administration and Society” (Sage publications) que refleja la idea de la interacción entre la sociedad y la Administración que ha de servirla. Por eso unos estudios en los que la Ciencia de la Administración describa críticamente y construya prescriptivamente deberán tener en cuenta la tríada relacional entre Gobierno, Administración y Políticas Públicas y su concreción en subaspectos tales como administración, gestión, gerencia, subgobiernos,sociedad civil,gobernabilidad…

lunes, 6 de abril de 2009

¿Qué Administración necesitamos?

Bajo este título voy recoger una serie de reflexiones que también tuve ocasión de realizar en el Blog “Tu Administración Pública” de Andrés Morey, al socaire de algunos planteamientos. He tenido ocasión de leer la reciente conferencia de Mariano Baena que tituló ‘Del Estado del bienestar al ocaso de la Nueva Gestión Pública’. La Administración Pública postmoderna. Ciertamente interesante, he de reconocer que me alegro de ver que en grandes líneas coincidimos en lo que yo tengo escrito en “Neoinstitucionalismo Estratégico y Gobernabilidad”. La denominada Nueva gestión pública (NPM) ha de revisarse, extraerse sus buenas experiencias y abandonarse, principalmente su ideología inválida ya para este milenio. Sólo en aquellos gobiernos democráticos consolidados con un modelo de Administración progresiva muy avanzada ha tenido ciertos éxitos en los objetivos buscados de mayor economía y eficiencia. Pero no olvidemos que ni Alemania, ni Francia ni Suecia han necesitado seguir sus fórmulas, porque las suyas han sido suficientes. Sí como en España en todo caso han seguido las recomendaciones la OCDE, algunas coincidentes con la NPM. Hay una expresión que recoge la experiencia al decirse que “el meteorito de la NPM no ha matado al dinosaurio de la Administración tradicional ”, referido al cambio de hábitat de la vieja Administración pública como un dinosaurio grande y lento que no ha sido extinguido debido al meteorito de las nuevas ideas. Lo que no significa, afortunadamente, que lo haya dejado incólume, ante el cambio de hábitat de la era industrial a la era de la información y del conocimiento, que merecen nuevos enfoques superadores ahora del mero enfoque gerencialista de la NPM (neopúblicos, neoburocracia, postburocracia…).

Una fijación del contexto de la expresión requiere reconocer que el sentido original de la expresión pertenece a Hoods al referirse al cambio de hábitat de la vieja Administración pública como un dinosaurio grande y lento que no ha sido extinguido debido al meteorito de las ideas de la NPM. Igualmente ha de destacarse las nuevas tendencias en países como Australia,Canadá o Reino Unido – país en el que el 77% del civil service desempeña sus funciones en alguna de las agencias creadas y su número alcanza las 5500 respecto del total de Administraciones - que han recurrido a diversos programas (whole-of-government, Joined-up government, Connecting Government’…) para lograr una mayor coordinación entre los departamentos y unidades administrativas como reacción a los negativos efectos de fragmentación de la Administración fruto de algunas propuestas de descentralización, muchas de ellas mediantes Agencias. Ahora de moda en España, cuando empiezan estar de vuelta por ahí fuera. Coincido pues en el cuidado de la utilización. Para mí Agencias han de ser las necesarias, muy singularizadas en sus objetivos y muy flexibles en su manejo, siempre que ello conlleve mayor valor público, por mor de la eficacia o eficiencia buscada. Descentralización sin desregulación o desactivación en los servicios públicos. Como muy bien has señalado en el blog la Administración Pública es siempre una gestión integrada o integral, pues este es el enfoque que necesitamos hic et nunc para una Administración que sirve de instrumento para la gobernabilidad.

La gobernanza y demás paradigmas postburocráticos en escena están muy inmaduros todavía a falta de mayor consolidación democrática real, mayor fortalecimiento institucional, mayor civismo, y sobre todo a falta de una teoría de metagobierno para su desarrollo e implementación (Kooiman dixit) El ‘Neoinstitucionalismo Estratégico’, supone en síntesis que la Administración no pierda su papel predominante en ningún contexto de gobernabilidad, sea cual sea su rol, bien en el de Administración pública clásica/tradicional o en el de regulador/supervisor o estratega en la administración de lo público.

Ciencia Administrativa descriptiva y prescriptiva: Retos sobre los estudios del nuevo grado en ‘Administración y Gestión Pública’ (1)

Pensando en Babel retomo las reflexiones que efectué en “En torno a la mayoría de edad de la Ciencia de la Administración. Un enfoque sistémico y prospectivo”, recogidos en síntesis en el Blog “Tu Administración Pública” de Andrés Morey ) y me encuentro en la tesitura actual de tener que reflexionar en torno a los cometidos que una formación de grado sobre estudios de Administración Pública y/o Gestión Pública que hayan de influir en la toma de decisiones por los gobernantes, para quienes la Gestión Pública es el instrumento para el logro de la gobernabilidad, y esto no es ajeno a nuestra tradición administrativa ni es fruto de un mero papanatismo.
Diseñar más disciplinas en torno a la Administración y Gestión Pública en todos sus niveles". Esa es la cuestión, pues la Ciencia de la Administración ya ha andado solita en España. Y la Administración la necesita para hacer las cosas mejor. El trabajo de origen hacia básicamente esa reflexión teniendo en el horizonte la reforma Bolonia. Yo proponía una suerte de disciplinas, más o menos autónomas en su contenido. He vuelto a reflexionar sobre todo esto, y coincido en la sustantividad propia española. En mi próximo trabajo previsto 'La Gestión Pública como instrumento de gobernabilidad' me planteo revisitar el pasado, recuperar paraísos perdidos,...recuperar ideas para todos los tiempos, ya que transitando históricamente desde las antiguas civilizaciones,la Ciencia cameral, y pasando por la Public Administration hasta llegar al binomio gestión pública-políticas públicas, encontramos nutrientes de sobra para argumentar la sustantividad propia que nutra de subdisciplinadas aplicadas al campo.
Como nunca ha existido en España - donde el papel heroico de algunos titanes lo ha suplido- hoy confluyen estudios sobre la Administración Pública por doquier, sub specie de Licenciaturas en Ciencias Políticas o sobre Gestión y Administración Pública, por no hablar de la oferta de postgrado. Pero a la par, es plausible que las obras aparecidas en el área de conocimiento, patentizan un cambio de tendencia, tan ansiado como oportuno: los trabajos científicos contenidos en sus páginas superan con holgura lo meramente descriptivo y van más allá de la acumulación de experiencias comparadas, para hacer aportaciones netamente prescriptivas.
La complejidad, diversidad y contingencia de las Administraciones Públicas y de su entorno no permite ya seguir haciendo una gestión pública basada en la importación de experiencias previas, quitando y añadiendo lo contextual, o siendo pioneros apenas en algunas aventuras. Tan necesario es este camino por vía del paradigma postburocrático de búsqueda constante de innovación, cuanto por el acompañamiento de una reflexión y análisis sosegado y anticipatorio de las metodologías y herramientas propias de la disciplina.
Los retos inmediatos y emergentes que se les plantean a nuestras Administraciones son de la suficiente magnitud como para colapsar las maquinarias administrativas –o cuanto menos, hacer a unas inoperantes e ineficaces, y a la mayoría sencillamente ineficientes– si éstas no son capaces de establecer un orden metodológico previo. Este colapso o parada técnica es un lujo que la Administración no puede permitirse si quiere seguir haciendo frente a las exigencias del Estado del Bienestar. Por todo ello, obras que marcan caminos a seguir como éstas que ahora comentamos son especialmente bienvenidas, en la medida en que reflejan un presente y futuro prometedor en el campo de gestión pública española.
Es particularmente oportuno subrayar la casi plena coincidencia de las obras últimas sobre Gestión Pública por una clara apuesta por lo público y, sobre todo, por el papel de la Administración en cometidos que por su naturaleza no pueden ser dejados al albedrío del mercado. Esta perspectiva le diferenciaría de no pocas obras sobre el Derecho Administrativo, más preocupado por las garantías del ciudadano frente a los abusos del poder administrativo. (No obstante obras de reciente factura como Schmidt-Assmann, E. La teoría general del Derecho Administrativo como sistema, INAP, Marcial Pons, Madrid, 2003.)
Es éste pues un punto de vista que compartimos, y de cuya difusión nos alegramos, pero siempre que no se olvide que lo público exige cada día más y mejores esfuerzos si no se quiere perder la legitimidad en la acción de gobierno mediante la vicaría del poder administrativo. Gobernar es administrar; gobernar en democracia es administrar para todos; y gobernar hoy en día es más que nunca administrar eficazmente, ya que la acción de gobierno es también cada día más evaluada por la calidad, la mejora y el impacto de los programas políticos implementados a través de las políticas públicas. Ello supone, en suma, que hay que gestionar la Administración y no sólo administrarla; introducir nuevos mecanismos de financiación para los servicios públicos; innovar; flexibilizar; apostar por una nueva cultura de los servicios; introducir mayor eficiencia, mayor participación, mayor control y evaluación…
(Vid. el citado artículo en Revista de Cuadernos Constitucionales de la Cátedra Fadrique Furió Ceriol del Departamento de Derecho Constitucional y Ciencia Política de la Universidad de Valencia nº 38/39 y al nº 47 recensión de las novedades ‘Democracia y Sector Público’ en Sistema nº 184, 185, Enero 2005 y de La acción y los retos del Sector Público, Delta, 2005.)

La identidad de lo local: construcción de la cohesión social y territorial

El libro que traemos a comentario es breve aunque denso y rico en ideas renovadoras que se contraen en la afirmación de que el “municipio es el locus idóneo para la participación ciudadana en el marco democrático y un espacio del logro del bienestar en un mundo globalizado”.
El autor comienza afirmando que su vocación política se sustenta en el amor a la ciudad y ello puede comprobarse en la propia recensión que el mismo Rodríguez Maciá realizó (en revista Acontecimiento nº 66, 2003) sobre el libro de Ernesto Balducci sobre La Pira, el mítico alcalde de Florencia durante la década de los cincuenta y parte de los sesenta del siglo 2000 y su vocación al dialogo con las demás fuerzas políticas, incluso antagónicas en aquel entonces. Como se contiene en la recensión la pira, - desde una vocación de entrega política anclada en el amor por su ciudad - a Florencia la desea ideal, armoniosa (desde su historia y arquitectura) y universal, considerando a la marginación social el mayor atentado contra esa perspectiva, pues la ciudad es la estructura política más firme, más permanente y más cercana al ciudadano, y como espacio de encuentro, lo más propio de la ciudad no es precisamente el localismo, sino el cosmopolitismo.
En definitiva, el espacio de la ciudad no se define por la frontera sino por su universalidad. Esta visión del Alcalde la pira rememora, aquella Florencia que albergó el sueño de la unión entre los cristianos de Oriente y Occidente, y permitiría hoy como nutriente ideológico, abordar los problemas desbordantes de la inmigración, desde la óptica integradora de la ciudad y no desde las fronteras estatales.Esta recesión del propio autor nos permitir repetir aquí y ahora con sus palabras que la identidad desde lo local supone entender “La ciudad como lugar de encuentro, que nos haga vivir un nuevo renacimiento; la ciudad como promotora de la paz”.Buena parte de estas ideas están a lo largo del libro, contextualizado en la problemática municipal de la región centroamericana, a través de la experiencia vivida mediante la Fundación DEMUCA y la implementación del plan director de cooperación española 2005-2008 para la región anclado en el fortalecimiento institucional de lo local dentro del proceso descentralizador y de búsqueda de mayor eficacia y eficiencia en la gestión de las políticas locales, a través de una mejor gestión de los recursos al uso.El autor busca un sentido a lo local que identifique a la comunidad en torno a sus tradiciones y sus problemas comunes. A la par que en la región se redefine el rol del Estado, se apuesta por una revitalización de lo local, pero con un sentido de apertura y cosmopolitismo.
La Administración local se muestra como locus privilegiado o incluso único, de prestación de servicios a la comunidad y a quienes se encuentren en ella. Hay que recordar que en no pocos lugares de la región el Estado prácticamente no existe o no está presente en todo momento y lugar. Se vive bajo el paradigma ‘Etsi Stato non daretur’ como paradigma de actuación de la ciudadanía como si el Estado no existiera, es insuficiente, débil o se desconfía del mismo, surgiendo instrumentos paraestatales socialmente aceptados (cárteles, mafias, sectas…) que provee de aquello que Administración carece o no puede. De tal manera que sólo en lo local se percibe la presencia protectora de la Administración.Para el autor la revitalización de local como instrumento para complementar o suplir el rol estatal, pasa por dignificar la vida política local.
Mientras que los actores políticos cuidaran de un mayor ethos, desde el sentido de lo comunitario, la ciudadanía se afectará a la vida política mediante una mayor participación y compromiso con lo propio. Ambos actores reformularan la acción de gobierno hacia los contextos de exclusión, diseñando o rediseñando las políticas públicas concretas. Estos son los instrumentos propuestos para el logro de una institucionalización de una propuesta de gobernabilidad.La gobernabilidad puede fundamentarse desde ópticas ideológicas más complejas acreedoras de nuevas políticas constitutivas que configuren nueva reglas de juego, tales como las genéricas del ‘Neorepublicanismo’, la ‘Democracia deliberativa’, ‘Comunitarismo autogestionario’, o las concretas de la ‘Federación Iberoamericana de municipios libres de 2001’ (Recuperación del cabildo abierto, Estado como comunidad de municipios solidarios; Principio de subsidiariedad y de participación; Autonomía municipal, recursos y Presupuesto participativo; Colaboración de asociaciones locales y ONGs…). El autor se señala no ser partidario de la creación de órganos (político-administrativos) en sustitución de los existentes, sino que cree en la suficiencia de su dinamización. Sus propuestas son más pragmáticas y sencillas y así, teniendo en cuenta la limitación de recursos y la multiplicidad de problemas, el asociacionismo municipal se presenta como herramienta de cogestión de servicios y a la par de mecanismo de lobbying frente a los gestores nacionales.
La lucha con la exclusión y marginación contextual pasa por la sinergia de las políticas de seguridad ciudadana y las de desarrollo local, pues la prevención-rehabilitación ha de ser apuesta antes que la represión.Si estas propuestas interesan a la Ciencia Política, a su subdisciplina Ciencia de la Administración-Gestión Pública le resultan más específicas las referencias que hace Rodríguez Maciá en aras al binomio de la formación-rol de los gestores y directivos locales. Este déficit formativo es necesario para todo el nivel político-administrativo en América Latina como señalaría y. dror en el Congreso del CLAD, celebrado en Río de Janeiro en 1996, dejando evidencia de que ‘la brecha entre las capacidades disponibles del gobierno y los requerimientos mínimos para adoptar políticas y acciones transformadoras sigue siendo enorme’. No podemos olvidar que este déficit también se constata en nuestra España local, sobre todo cuando puede quedar en papel mojado los instrumentos de gestión que nos permite la Ley de modernización de los Gobiernos Locales de 2003. Rodríguez Maciá apuesta por la implicación de jóvenes y mujeres a la vida local – éstas últimas para adecentar el Domus-ciudad y a buen seguro, añadimos que, a mejorar el oiko nomos de la misma -.
El líder local será en definitiva, el buen traductor de las inquietudes de la ciudadanía.En perspectiva histórica entre la ‘Memoria sobre las municipalidades’ de Turgot, y la deriva centralista que le subsiguió, hay notables diferencias, como las hay entre los planteamientos idealistas y los real-pragmáticos. Nos encontramos pues con una obra de síntesis de esa dialéctica, toda vez que aun cuando dice el autor que la obra no tiene pretensión académica, sino ser expresión experiencial, ha de notarse que además de las afortunadas citas a filósofos egregios (Ortega, Bacon…), subyace un acervo que revela conocimiento de la filosofía política aplicada, y que puede resumirse en la feliz expresión de “Vivir en paz y en libertad puede considerarse la síntesis del bienestar ciudadano”.
No es poco lo que pretende el autor, pero sí suficiente, obligado y necesario para que el ciudadano desarrolle su potencial humano y su dimensión espiritual en todos los sentidos. (Recensión al libro “La identidad de lo local: construcción de la cohesión social y territorial” Manuel Rodríguez Maciá, Fundación Demuca, 2008, por Javier Pinazo Hernandis en Cuadernos Constitucionales de la Cátedra Fadrique Furió Ceriol nº 56)

Ordenar Babel

He iniciado este blog con una suerte de artículos publicados en diversos medios, todos ellos sobre el papel de la Administración, sus agentes u otros actores. Ahora hablaré sobre lo que llamaré 'Babel', que no casualmente aparece una imagen en el lateral del blog a modo de alegoría. No es otra cosa que el caos, desconcierto y desorganización del entramado político-administrativo. Babel es nuestra actual Administración Pública, fruto de la confusión y el desorden establecido y mantenido. Consecuencia de la complejidad del uso y abuso de toda la red de actores y depredadores en escena. Y también como todo sistema, babel es susceptible de la entropía caótica.

En mi opinión hic et nunc sólo la recuperación del arte, la ciencia y la honestidad pueden ordenar a Babel, como elementos neguentrópicos que le reconduzcan al orden. Su orden, sobre el que se estructura racionalmente es el servicio a los intereses generales mediante la ejecución de políticas de servicio a la ciudadanía. Se puede constatar que se gobierna sin ciencia, y se gestiona y administra sin saber ni método. Se cura con paños clientes y se receta sin conocer la etiología.

La Ciencia de la Administración no es una disciplina reciente, otra cosa serían sus métodos epistemológicos, pero como saber, como arte, como habilidad o como necesidad ha existido desde hace mucho tiempo. Y esta existencia ha sido evolutiva en la medida en que ha habido una saber para cada época, lo que supone encontrarnos ante un dinamismo evolutivo, a pesar de periodos de hibernación, de solapamiento o de mero estancamiento.
Podría decirse que hay un Public Managment for all seasons (Hoods), en la medida en que hay unos principios o dogmas en dicho sentido. Muestra de ello serían la subordinación a la dirección política, el principio de buena administración o de sana gestión, la instrumentalidad hacia la gobernabilidad, la sumisión al principio de legalidad...

Ordenar Babel supone teleológicamente contribuir a la gobernabilidad , entendida esta como la «acción de gobierno para el progreso humano y en el marco de una reglas institucionales predeterminadas por la comunidad». Según definición de Instituto Internacional de Ciencias Administrativas de 1999, la gobernabilidad se refiere a un proceso por el que los diversos grupos integrantes de una sociedad ejercen el poder y la autoridad, de tal modo que al hacerlo influencian y llevan a cabo políticas y toman decisiones relativas al desarrollo económico y social. Supone la interacción entre las instituciones concebidas formalmente y las organizaciones de la sociedad civil. (vid. Entrada en el Blog Gobernabilidad y Gestión Pública) Uno lee la prensa y encuentra noticias recientes tales como que la Asociación para la Defensa de la Función Pública Aragonesa reclama un Código de Buen Gobierno En n el que se recojan los principios éticos a los que han de ajustar su conducta los miembros del Ejecutivo autonómico y los altos cargos de la Administración de la Comunidad Autónoma de Aragón - similar al aprobado por el Gobierno de España en el año 2005 . en los que se subraye el compromiso ético de los responsables del Gobierno autonómico ante los ciudadanos, señalando de forma visible los criterios y principios que han de presidir su actuación pública, como son los de objetividad, integridad, responsabilidad, credibilidad, dedicación al servicio público, transparencia, ejemplaridad, austeridad, accesibilidad, eficacia y honradez.

Visto lo visto y oído lo oído por doquier y en la diversidad de las tierras y pueblos de España, uno quisiera ver ese código para nuestra Comunidad valenciana y para el resto de Administraciones Públicas que ordena los diferentes poderes públicos de España, ya que como recoge la citada asociación, exigir responsables de la corrupción corresponde a la Justicia, pero la prevención de estos es responsabilidad de los que Gobiernan, y no podemos gastar tiempo y dinero en comisiones de investigación, utilización de los servicios jurídicos a tales fines, cuando se necesitan todos los esfuerzos públicos en resolver problemas que afectan a los ciudadanos.

Otras noticias resultan plenas de dinámicas de gobernabilidad en el sentido que señalamos, cuando leemos que en el mes de marzo pasado se celebro el I Encuentro Internacional de Filosofía y Arquitectura organizado al modo de "una pequeña ciudad del siglo XXI", , que clausurará el martes el filósofo y alcalde de Venecia, Massimo Cacciari , con el propósito de investigar las complejas relaciones existentes entre poder (público y privado) y control del espacio (físico y mediático)" en busca de posibles respuestas a la gestión del espacio público en el nuevo territorio urbano. Allí se escuchara la diversidad de roles sociales de los invitados, editores, arquitectos, pensadores o alcaldes. Es momento de recordar a Giorgio La Pira, - el mítico alcalde de Florencia de la década de los cincuenta y parte de los sesenta del siglo pasado (vid. Recensión al libro “La identidad de lo local: construcción de la cohesión social y territorial”) - quien ya entendería la ciudad como locus de encuentro de personas e ideologías. Pero lo que aportan estos encuentros en la conjunción de ciencia, filosofía y políticas, que se funden como crisol para nutrir la toma de decisiones complejas que nos acucian.

Ordenar la Polis no significa ir es busca de la mítica Calipolis, la utópica Amaurota, la soñada Itaca, significa ahora que en el trabajo, estructuras e instituciones administrativas confluya racionalidad ideológica y técnica para buscar el mejor bienestar integral posible, más allá de lo economicista, pretensión en consonancia con aquel deseo clásico de que la Administración sea instrumento para garantizar el orden social y procurar la felicidad colectiva. Mientras Von Justi (Principios de Ciencia de Policía) decía que la policía comprende las leyes y reglamentos que conciernen al interior de un Estado y tienden a afirmar y aumentar su poder, hacer un buen uso de sus fuerzas y procurar la felicidad de los súbditos. La ciencia de la policía – decía de la mare - (Tratado de la Policía, 1713), tiene por objeto conducir al hombre “ à las plus parfait félicité dont il puisse jouir en cette vie”.

Ordenar Babel sería la filosofía que focaliza la procura de la gobernabilidad por la Administración, y este, va a ser el faro que va a iluminar el camino de este Blog.Seguiremos hablando de Babel y de su ordenación, pero no se puede ordenar desde el desorden establecido y hay que corregir las desviaciones en la Gestión Pública, hay que solucionar los problemas inmediatos que nos acucian, pero sobre todo hay que unir ciencia y filosofía al servicio de la gobernabilidad, y como el Filósofo—rey es difícil de encontrar, no tanto es que los reyes oigan a los filósofos y demás pensadores. Todos estamos llamados a ordenar Babel, desde el pensamiento o desde las obras.


jueves, 2 de abril de 2009

Tato 'In memoriam'


TATO es el nombre familiar y cariñoso con el que nos referíamos a Honorato Boscá. Falleció el pasado mes de febrero de manera repentina. La memoria de él es traída aquí porque fue alumno de la primera promoción de Ciencias Políticas del CEU en Valencia y miembro de la Asociación Valenciana de Gestión Pública.

Licenciado en Business Administration y gestor de nivel en grandes empresas, en su prejubilación disfrutó en la carrera y nos hizo disfrutar de sus múltiples y polifacéticos conocimientos, a profesores y alumnos. Su complicidad con el profesor y su compañerismo con sus iguales denotaba su calidad humana, creciendo intelectualmente y haciéndonos crecer a los demás. Estos esfuerzos en este campo no mermaban su entrega diaria a su querida familia, pues organizado que era tenía tiempo para todo y todos.

Fue sobre todo un hombre de su época y con memoria histórica de la que hizo gala en los galardonados libros que nos regaló en estos años pasados ‘El testamento ológrafo’ y ‘Cuatro citas con la muerte’ ‘La noche de mi vida’ ‘Retrato de Dolores Cortes’, obras literarias de gran calidad, muy documentadas y conocedoras de la historia e intrahistoria que le tocó vivir.

Personalmente tuve ocasión de charlar mucho con él, menos de lo que hubiera deseado, pero con una profundidad y seriedad como con pocos. Sé que no fui el único que pudo conversar con él de lo humano y de lo divino. En nuestro campo se lastimaba de que muchos de los conocimientos científicos no fueran de uso racional y habitual en la política y en la empresa. ¡Cuántas cosas nuevas y distintas hubiera hecho de haber podido¡.

Muchos nos enteramos tarde del acontecimiento fatal y no pudimos acudir a su último adiós, aunque espero la compensación con que él sí fue el único alumno al que invité a mi privadísima fiesta de íntimos de graduación doctoral.

Como dijera aquel pensador personalista “Los que permanecen en nuestra memoria no mueren” ¡Memoria pues de él¡

Nos veremos Tato…

viernes, 20 de marzo de 2009

2009: tiempos de incertidumbre

LAS PROVINCIAS TRIBUNA

22 febrero 2009

No dejamos de leer cada días noticias sobre la crisis económica en las que abundan los diagnósticos y escasean las terapias. Sobre nuestro país se dice que "esta es la crisis financiera más importante desde la Gran Depresión", "se puede alargar la crisis más allá de principios de 2010", "la crisis es muy, muy, muy intensa", "España sufrirá la peor recesión desde 1959 y el paro podría elevarse hasta el 20% a finales de 2009", "las medidas gubernamentales resultan insuficientes y Gobierno y Banca se echan la culpa sobre el agravamiento de la crisis".

Respecto de países de nuestro entorno político-administrativo vemos que "en un año el Reino Unido ha pasado de ser una economía en crecimiento, a estar en la cola de Europa, con gran parte del sistema bancario intervenido y con la necesidad de plantearse al incorporación al sistema monetario euro, llegando a nacionalizar escuelas privadas al borde del cierre", "el déficit del Estado en Italia puede llegar a originar la bancarrota".

Hemos pasado en poco tiempo a hablar de meros desajustes o pequeñas turbulencias, a hipótesis sobre crisis y depresión. La alarma apareció a principios de septiembre del año pasado en elFinancial Times en un denostado artículo titulado "Pigs in Muck" (cerdos en la porqueriza) se consideraba a la India, Rusia, China y Brasil como Brics (Baratijas), mientras se señalaba que hace ocho años los cerdos podían volar, para referirse tanto Italia, Portugal como España, si bien habían sido cerdos que volaban, ahora habían caído a tierra, para reflejar lo volátil de sus economías. Diagnóstico que no sólo ha resultado de aplicación a los países referidos como se ha visto con el Reino Unido y EE. UU.

Durante una visita de la reina Isabel II el pasado noviembre a la sede del prestigioso London School of Economics, esta pregunto: "¿Por qué nadie ha sido capaz de anticipar la que se nos ha venido encima?". Algunas noticias podría arrojar pistas sobre la cuestión, como que "la raíz de la crisis no es financiera, sino de valores", "es imposible de predecir, la codicia y la corrupción han prevalecido sobre la ética empresarial" y "el FBI ha tenido que apartar agentes de la investigación sobre terrorismo y otros delitos para destinarlos a los escándalos financieros".

El pseudodogma del libre mercado se ha visto afectado y hasta sus fervorosos defensores piden ayudas públicas que se ven satisfechas por todos los Gobiernos del mundo desarrollado, que han reaccionado aumentando el gasto y la intervención pública en la vida económica. Incluso Bush ha afirmado: "He abandonado los principios del libre mercado para salvar el sistema".

En Europa sus líderes, con ocasión del coloquio internacional sobre nuevo capitalismo celebrado en París y el encuentro de Davos, han manifestado que el capitalismo financiero necesita moralizarse, criticando el modelo especulativo que no se basa en el esfuerzo y en el trabajo. Hay que refundar el sistema, no destruirlo, por lo que entre otras propuestas se ha apostado por un capitalismo reformado, verde y tecnológico, o una vía intermedia entre el capitalismo desregulado y los experimentos de socialismo de Estado. En definitiva, ahora gana puntos la necesidad de una la economía social de mercado, en la que el Estado vigila el orden económico y social.

Pero en tiempos pretéritos Reagan llegó al poder diciendo: "La Administración no es la solución, es el problema» emulando a su antecesor T. Jefferson, quien señalaría: "El que gobierna menos es el que mejor gobierna". Tras la caída del muro de Berlín, F. Fukuyama nos comunicó el final de la historia con el triunfo por goleada del neoliberalismo frente a sus alternativas. Pero esta sentencia olvidó que Adam Smith dijera que "no puede haber una sociedad floreciente y feliz cuando la mayor parte de sus miembros son pobres y desdichados".

Los demócratas norteamericanos hablan de la necesidad de otro New Deal consistente en el mayor plan de infraestructuras de la historia de EE. UU, con la pretensión de crear 2,5 millones de empleos y una inversión pública de hasta 1,3 billones de dólares. A algunos analistas económicos les preocupa Obama, señalando que el Estado debería ocuparse de sus propios asuntos, considerando que, cuanto más se implique Washington, más empeorará la situación".

Se conoce por New Deal (Nuevo Trato) el conjunto de medidas económicas puestas en marcha por Roosevelt en EE. UU. entre 1933 a 1937, para resolver las causas de la crisis de 1929 y cuyos objetivos principales fueron la reactivación de la economía mediante el aumento el gasto público y el establecimiento de controles bancarios más estrictos para evitar otro crack bursátil. Las medidas adoptadas ya resultan familiares (concesión de créditos, devaluación, subvenciones, creación de monopolios y carteles gubernamentales, recorte de las jornadas de trabajo, obras públicas...). Los detractores del New Deal consiguieron que el Tribunal Supremo declarara inconstitucionales algunas de las medidas y el desempleo subió del 12% al 20% en dos años, la economía se colapsó de nuevo y la bolsa cayó un 50% en un año. El estallido de la segunda guerra mundial con el gran incremento de demanda de todo género de productos llevó a los EE. UU. a remontar la crisis.

Mientras existan desigualdades e injusticias ningún sistema puede tener la última palabra y abrogarse una legitimación para siempre y en todo lugar, sino en todo caso relativa y circunstancial. Hasta que ideólogos, filósofos, economistas aporten ideologías innovadoras, habrá que estar a lo que dijera Winston Churchill sobre la democracia en 1947, el capitalismo es sin duda el peor sistema económico, a excepción de todos los otros que se probaron. Pero habrá que estar muy atento a las propuestas de algunos pensadores actuales (v. g. Morin) sobre la revisión de los términos aparentemente evidentes de la racionalidad, de la modernidad y del desarrollo, coincidentes en esencia con las realizadas por la teología (Benedicto XVI) y la ciencia (Proyecto Hapiness) en que el progreso y felicidad humano no pasa necesariamente por la acumulación de bienes materiales, siempre que estos garanticen al menos la supervivencia básica.

No obstante el deseable estímulo que comportan las utopías sobre civilizaciones felices (la siempre presente Calípolis platónica o la menos conocida versión cristiana de Amaurota de Tomas Moro, o nuestra quijotesca Ínsula Barataria) y su deseable presencia permanente, habrá que plantearse de momento: ¿qué hacer respecto de ciudadanía y Gobierno-Administración? Una reciente encuesta revela que la mayoría de los españoles apuestan más por una mayor regulación por la Administración que por una intervención activa del Estado en la economía, menos impuestos, más obra pública y menor contratación de empleados públicos, siendo innegociables los niveles de prestaciones sanitarias y educativas, y para mantener eso es muy necesario austeridad por parte de todos.

En lo que a la Administración atañe, se habrá de ser cauto con la elección de los bienes públicos o los bienes privados socialmente preferentes, a la hora de gastar los recursos públicos o la elección de los destinatarios de las subvenciones. Igualmente se deberá evitar los costes innecesarios para la ciudadanía, como resultara de la reciente aprobación por el Gobierno de las medidas administrativas de traslado de la estrategia europea de simplificación administrativa, y que en nuestro país supondrá una reducción del 30% de la burocracia y un ahorro entre el 1% o el 1,5% del PIB y a la par contribuirá al aumento de la competitividad y productividad de las empresas y que fundamentalmente afectarán a las áreas del derecho de sociedades, relaciones laborales, la legislación fiscal, contratación pública y medio ambiente.

La ciudadanía deberá hacer uso adecuado de los bienes públicos, pagar los impuestos, no lucrar prestaciones sociales indebidas, no maquillar aspectos formales para conseguir subvenciones improcedentes... No puede pedirse un sobreesfuerzo al Estado -que a la postre hemos de pagar la ciudadanía- y malgastar lo que disfrutamos.

No sé si será momento para otro New Deal, para la recuperación de la banca pública, para un gabinete de crisis nacional o para el retorno de Jaime I o del rey Arturo. De las propuestas escuchadas la que mas convence desde la factibilidad político-administrativa es aquella de "contra la crisis más Europa" y, a propósito de Europa y de Jaime I en nuestro ámbito autonómico, la de una evaluación estratégica de la incorporación de la Comunidad Valenciana a la eurorregión Pirineos-Mediterráneo. También he escuchado a E. Punset afirmar que no se sale de las crisis sin cambiar los hábitos.

Esto resulta revolucionario. Los nuevos tratos requieren nuevos valores y nuevos modos que sin duda necesitarán de instituciones político-administrativas y comportamientos ciudadanos superadores de los existentes. Es tiempo de recordar los siete pecados sociales denunciados por Gandhi: política sin principios, comercio sin moral, riqueza sin trabajo, educación sin carácter, ciencia sin humanidad, placer sin consciencia, religión sin sacrificio.

Es tiempo de propuestas atrevidas, revolucionarias, ingeniosas e innovadoras cuando son tiempos de nadar y guardar la ropa. ¡Simplemente es tiempo de certidumbres difíciles!

Publicado en http://www.lasprovincias.es/valencia/20090222/opinion/2009-tiempos-incertidumbre-20090222.html

Administración pública y valor público

LAS PROVINCIAS TRIBUNA

28 noviembre 2008

Se ha referido que en la cumbre de Washington del 15 de noviembre pasado, el G-20 ha acordado una acción pública masiva para paliar la recesión económica y que se concretará en una nueva ola de incentivos públicos, mucho más ambiciosos que los desarrollados hasta ahora, para reanimar la economía, además de reformar el sistema financiero mundial, el papel futuro del FMI y el del Banco Mundial. En definitiva, intervención, regulación y estímulo. Medidas que se ubican en las actividades administrativas clásicas del fomento y de la policía. Lejos de discutir si estas medidas son o no políticas socialdemócratas o de capitalismo refundado, lo que hay que plantearse es si estas medidas aportan valor público. Es decir, un sello de confianza en la presencia pública, que reconoce la capacidad de las administraciones de orientar su trabajo hacia lo que más le importa a la ciudadanía en mejora de la calidad de vida, a la par de ser más efectivos en la provisión de servicios públicos, o contar con una mejor capacidad de respuesta. Si las administraciones públicas tienen la voluntad y capacidad para acomodar sus objetivos a las preferencias ciudadanas entregando el valor público requerido, la gente estará dispuesta a pagar por él con dinero, con el voto, u ofreciendo su tiempo para colaborar con el gobierno. Me convencen las propuestas europeas antes que ninguna, por que aportan más valor público, confianza y estímulo en la ciudadanía. Fue el alemán Enrst Forsthoff, quien en 1938 en un libro titulado La Administración como soporte de prestaciones, expresó la teoría de la Procura Existencial -por la cual el Estado debe proporcionar a la mayoría el mayor grado de bienestar posible respecto a aquellas necesidades que el individuo no pueda proporcionarse por sí mismo-. El Estado social sería aquel que asume como función propia la garantía de la procura existencial de la población y la Administración se muestra como un soporte de prestaciones. Ahora el valor público añadido en la intervención de Estado debe orientarse a evitar que se produzcan situaciones a futuro que fomenten la economía especulativa e irreal, en aras de un productiva (industrial, transformación, agraria, innovación, desarrollo, sostenibilidad…). Habrá que sancionar lo que haya contravenido las reglas de juego (policía), o establecer nuevas si estas no han servido (regulación) y estimular actividades económicas de verdadero progreso humano frente a las que han permitido el egoísmo y avaricia desmedida (fomento). En Washington y en el nombre del liberalismo, ha habido incluso diferencias sobre la necesidad de una mayor intervención pública. No acabo de entender muy bien eso de que no se puede intervenir en la economía y sí podemos intervenir, incluso militarmente, en los asuntos internos de otros países. Tampoco entiendo como los que merced a la falta de regulación e intervención han podido enriquecerse a costa de los sueños de los necesitados, ahora pidan a papá Estado que intervenga. Frente al dilema de ¿Administración sí o Administración no? les diría a neoliberales, neoconservadores, o nuevos pilgrims del Mayflower, que Administración sí y siempre que suponga un valor añadido, un soporte de prestaciones y el aseguramiento de una procura existencial, que alcance desde el primer hasta el cuarto mundo. En general estas ideas las tenemos bastante claras, pero, no basta con ideas, necesitamos capacidades. La administración -en este caso pública- es un arte porque requiere un importante conjunto de talentos especialmente dotados en pro de una creación de colaboración que es trascendental para el gobierno del vivir civilizado de hoy. Y hoy esto pasa por una dinámica en que las fronteras tradicionales entre Administración/Estado, mercado y sociedad, van siendo cada vez más difusas, y esto si bien añade complejidad, también aporta sinergias. Ante la actual crisis económico-financiera, quizás habrá que repensar y refundar muchas instituciones -estructuras y reglas de juegos- y muchos valores. Yo recuperaría aquella idea que a principios de siglo señalaría Mounier de que la revolución económica será moral o no será, y la revolución moral, será económica o no será. Muchas voces de las distintas áreas del saber han de pronunciarse sobre la nueva manera de pensar y hacer. La Ciencia de la Administración, en lo que le compete, tendrá que reflexionar sobre una argumentación actual y de semejante calado a la del citado Forsthoff, acerca del rol del Estado-Administración y los elementos y herramientas actualmente necesarios al efecto.

Publicado en http://www.lasprovincias.es/valencia/prensa/20081128/opinion/administracion-publica-valor-publico-20081128.html

Administración Pública y Gestión Públicas:Breve reflexión sobre su papel actual

Blog CEU-CCPP

4 noviembre 2008

Con referencia a la actuación de la Administración desde las propuestas de modernización o reforma administrativa, la Gestión Pública supone la utilización de técnicas útiles y convenientes en casos determinados y la utilización, para otros supuestos de otros instrumentos . Y a la par, la Gestión Pública está condicionada por el papel de la Administración Pública, sobre el cual no se puede mostrar una postura uniforme y que sea compartida por todo el mundo, por mor de su contingencia y de su tradición filosófica y científica. No es fácil integrar y lograr un equilibrio entre equidad, legalidad, eficacia y eficiencia, pero a buen seguro bajo la dialéctica de los modelos paradigmáticos de Administración weberiana- tradicional-progresiva vs. Nueva gestión pública, subyace algo que es metapolítico, como una suerte de supraideología propia de lo público, que es consustancial y coherente con la concepción moderna del Estado. Me refiero a las aportaciones filosófico-científicas en la materia de Weber (administración burocrática); Wilson (administración Progresiva); Taylor (administración científica); Fayol (administración general) Forsthoff (daseinsvorsorge);Urwick (POSDCORB),Simon (los proverbios de la Administración) Waldo (Estado administrativo) sin olvidar a Goodnow, White, Willoughby, Dahl, Lindblom, Chevallier, Langrod, Loschak, Gulick, Mooney o Moreland sobre el estudio y cometido de la Administración en el siglo XX, entre otros. Tuvimos ocasión de sostener que en la gestión pública actual, pervive de la matriz weberiana, es decir, la concepción primigenia del Agente Público radicada en el paradigma de profesionalidad e imparcialidad, así como que cualquier pretensión de paradigma postburocrático tenderá a eliminar las disfuncionalidades (buropatologías) pero no las bondades de la racionalidad burocrática. La legitimación de la dominación burocrática se encuentra en este principio y en al aseguramiento del funcionamiento de la Administración a pesar de la suerte de las personas concretas, que entran y salen de la misma. Para evitar las disfuncionalidades y conseguir el mejor rendimiento en la coordinación debe ejercerse un control sobre la organización, tanto en el entorno de toma de decisiones como en el de la división del trabajo, teniendo en cuenta que la estructura aparece como instrumento formal de atribución de poder y control intraorganizativo, de ahí por ejemplo,la sana convivencia de las técnicas burocráticas con las tecnocráticas y las adhocráticas. Fayol, Taylor o Weber apostarían por una racionalidad organizativa coincidentes con su metáfora de predominio de la jerarquía y línea de mando, la estandarización científica del trabajo o la racionalidad, respectivamente. Mintzberg (Cfr.La estructuración de las organizaciones, 1984) considera que las configuraciones existen sólo sobre el papel y los esquemas. Responden a una tipología de formas ideales o puras que determinan una descripción de tipo básico, cuando en la realidad las estructuras reales son híbridas y enormemente complejas. El predominio de alguno de los tipos, en la complejidad de sus configuraciones reales, responde a la fuerza existente o predominante en la organización, por parte de los elementos personales. Pero la Ciencia de la organización ha demostrado que un modelo único de estructura resulta erróneo. Cada organización debe adaptar una estructura en función de los llamados factores de contingencia. Los dos enfoques principales son, de una parte, aquella que opta por una estructura que optimice simultáneamente los aspectos técnicos y sociales, y de otra, las que se fija en los comportamientos intraorganizativos y apuesta por su motivación y mejora. En sus orígenes, el “Management” adopta una vocación universal y uno de sus precursores, H. Fayol, hace una expresa aplicación de estos principios al ámbito de la Administración pública, en su "Teoría administrativa en el Estado" Sus tesis coincidirían en lo esencial con las propuestas que, ya a finales del siglo XIX, Woodrow Wilson, - considerado el precursor de la Ciencia de la Administración en los Estados Unidos -, reclamaba la separación entre funciones políticas y administrativas y la aplicación a éstas últimas de métodos científicos de trabajo. La especificidad científica del “Management” procede, de su singular orientación a la mejora del rendimiento de las organizaciones, lo que se expresa en dar satisfacción a los valores de economía, eficacia y eficiencia; pertenece a las denominadas ciencias aplicadas, caracterizadas por su valor instrumental, es decir, por dedicarse a emitir prescripciones para lograr la transformación de la realidad. En la Gestión Pública, dada su variedad y complejidad, no hay sólo un modelo de gestión, sí es cierto que sea cual sea el modelo a aplicar la modernización, no significa desjuridificación y menos todavía la supresión de reglas y normas – organizativas - a la hora de administrar. Todas las macroorganizaciones se ven sometidas a una interrelación y coherencia entre las normas ad intra y sus efectos ad extra. Pensemos que para la disminución de los conflictos laborales ¿Cuántas veces hubiera sido conveniente en las empresas privadas la existencia previa de reglamentos de régimen interior, normas escritas, mecanismos claros en la estructuración de comunicaciones y mando u otros ejemplos semejantes? Diría Tead (Cfr. El arte de la Administración, 1974) que la administración es el esfuerzo comprensivo para dirigir, guiar o integrar los esfuerzos humanos que se centran en algunos fines o metas específicos. Sería el conjunto de las actividades necesarias de aquellos individuos, a quienes en una organización, corresponde ordenar, fomentar y facilitar los esfuerzos unidos de un grupo de individuos reunidos para facilitar ciertos fines establecidos. Ha de existir una buena administración si se quiere que los esfuerzos unidos sean razonablemente productivos y armoniosos. Esta tarea implica ciertamente un arte que requiere una gran habilidad, discernimiento y fortaleza moral. La administración es un arte porque requiere un importante conjunto de talentos especialmente dotados en pro de una creación de colaboración que es trascendental para el gobierno del vivir civilizado de hoy. Al socaire de la denominada Nueva gestión pública se han efectuado importantes reflexiones. Comenzando con Allison (Cfr. Public and private administration: Are they fundamentaly alike in all unimportant respects? ,1982) se indica que las funciones generales de la gestión son las de; 1)Estrategia(establecer objetivos y prioridades para la organización o establecer planes operativos para lograr dichos objetivos); 2) Gestión de los elementos internos (organización y rrhh, personal de dirección, control de la actuación); y 3) Gestión de los elementos externos (relación con unidades externas, relación con organizaciones independientes, relación con mass media y ciudadanía). Puede hablarse pues de una gestión que se subdiviría en tres aspectos; la administrativa (procesos), la operativa (operaciones y resultados) y la relacional (gestión del entorno y actores).La Gestión Pública tendría tres elementos centrales: la gestión de políticas, como aquellas tareas que están inscritas en el proceso de diseño y gestión de las mismas y conllevan la identificación de necesidades, el análisis de opciones, la selección de programas y asignación de recursos. La gestión de recursos por su parte se refiere a las definiciones de sistemas de administración, tales como el presupuesto, la gestión financiera, el sistema de personal, etc. La gestión de programas como la aplicación de políticas de operación diaria de dependencias que aplican las políticas a lo largo de líneas funcionales. Es notable que para Allison la lección más provechosa que puede dar la gestión privada a la pública sea la perspectiva de lograr una mejora considerable mediante el reconocimiento y la conciencia de la función de la Gestión pública. Perry y Kaemer (Cfr. Public management: public and private perspectives, 1983) señalaron para representar un paradigma integrador que entre gerencia administrativa y la gerencia privada, que ambas contienen, al menos, tantas similitudes como diferencias. Dirían que “la gestión pública es una fusión de la orientación normativa de la administración pública tradicional y de la orientación instrumental de la gestión en sentido genérico”. La Gestión Pública se singulariza y diferencia de la ‘gestión genérica’ (de cualquier organización que persigue unos fines - lucrativos o no-) y de la ‘gestión empresarial’ (caracterizada por la búsqueda de lucro económico y de maximización de beneficios) Gunn (Cfr. Perspectives on Public Management,1987) señala que La gestión pública y privada se parecen en lo no importante.Debajo de las aparentes coincidencias funcionales, el trabajo de un directivo público y uno privado se parecen poco. El “Management Público” es el paradigma integrador: destacando la necesidad de desarrollar un concepto sustantivo de Gestión Pública que, por una parte, aproveche las enseñanzas de la gestión empresarial, y por otra, desarrolle sus propios conceptos y categorías allí donde los problemas públicos sean específicos. Terminaremos con Metscalfe (Cfr. Public managment: from imitation to innovation, 1993) recordando que, siendo deudora de la gestión privada, la gestión pública carece de un adecuado soporte teórico y de una lógica propia. Uno de sus rasgos distintivos es precisamente el hecho de que obtiene los resultados a través de otras organizaciones. Se ha dicho con acierto que la dependencia en los ’80 de las prescripciones orientadas al mercado, han conllevado el olvido de algunas de las hipótesis de la elección pública originariamente nutriente y fundada para la acción de gobierno. En esta línea la disciplina aplicada supone otro de los puentes entre la Ciencia Política y la Ciencia de la Administración, al mostrar la tensión entre el aspecto institucional-político y el aspecto funcional-administrativo. La especificidad de la Gestión Pública implica que, si bien es cierto que las técnicas de gestión empresarial difícilmente constituirán una respuesta válida para todos los problemas del sector público, también lo es que, muy probablemente podrán contribuir de manera significativa, a la resolución de algunos de esos problemas. El mercado y la Administración como locus distintos, se mueven por lógicas distintas, en el tiempo, en el contenido y en los destinatarios. Cambia el producto (output/outcome) y cambia el procedimiento, y sobre todo, hay que considerar la dificultad, no ya de cuantificar, sino simplemente de definir los resultados de numerosas actividades. Mientras que la ‘administración’ es un acto mecánico y que nos reenvía a cuestiones relacionada con la normalización, la estabilidad, la legalidad o la equidad, la ‘gestión’, en cambio, a la par que nos orienta hacia la economía de medios, la eficacia y la eficiencia, supone hic et nunc un actuar complejo que nos acerca al mundo de la política, de la definición de objetivos, de la autonomía para decidir cursos de acción, de la libertad para resolver problemas, de la oportunidad para escoger entre alternativas y de la necesidad de mantenernos atentos a lo que sucede en el exterior. La dimensión pública de la gestión se justifica principalmente en que es la expresión de unos valores que no son sólo instrumentales, sino también políticos, pues sabido resulta que la gestión de la política, como función de los fines del Estado, se materializa mediante la Administración. Es importante por ello deslindar entre la Gestión Pública entendida como economía aplicada al sector público. de una perspectiva más político-administrativa, que la entiende en su dimensión de instrumento de gobernabilidad. Como sostuvo, Fritz Morstein Marx la Administración Pública es política, pero también es administración. Diría pues que “como el gobierno moderno tiene en la acción administrativa el principal instrumento de la tarea cotidiana, así la Administración Pública se ha ido moviendo hacia el centro de la gobernación. El éxito del Gobierno se ha ido justificando gracias a dicha acción administrativa. Desde la década de los ’50 la presencia de España en las reuniones deI Instituto internacional de ciencias administrativas y la influencia de notables como Royo Villanova, Jiménez Nieto, o Baena del Alcazar, entre otros, han permitido una evolución de la Ciencia de la Administración española hacia una ciencia prescriptiva además de descriptiva. En este enfoque, hoy los estudios podrían, además de los contenidos típicos, deberían preocuparse de los nuevos roles de la Administración y los peligros potenciales de ellos. Además de la irrenunciable actuación de governing para las funciones clásicas, se presentan actuaciones de prospectiva, relacional o experimental, para otras funciones emergentes. Hoy más que nunca no podemos ser ajenos al impacto de la denominada ‘Nueva Gestión Pública’ para su análisis y contraste con el estadio previo de la Administración Pública progresiva o tradicional de finales de los ‘70, para determinar en suma, ¿qué tomar y que dejar?– en palabras de Ormond-Loffler - de las diferentes propuestas o enfoques. Al final, nos habremos de topar con cuestiones de más calado para el estudio - desde los trabajos seminales de Hood, y Jackson o Barzelay - sobre la ‘La argumentación administrativa’ y los conceptos de argumento administrativo y filosofía administrativa. Qué modelo de organización administrativa diseñamos, en función de los valores a introducir o a conservar, serían en definitiva la cuestión. A cada tiempo le corresponde una Administración, no distinta ni distante, por mor de su contingencia, pero sí diferenciada, por los valores en voga. Hemos superado un tiempo en que la filosofía administrativa de la reforma y/o modernización esta ya agotada y sobre todo sus argumentos y/o subargumentos de (cliente, calidad, consumerismo, gestión empresarial…). Ante la actual crisis económico-financiera, se pretende un nuevo modelo de capitalismo, o una importante reforma de su sistema y a la par, un nuevo papel de la Administración hacia una deriva y/o dinámica en que las fronteras tradicionales entre Administración/Estado, mercado y sociedad, van siendo cada vez más difusas. Este gran cambio, posiblemente de equivalencia similar a la influencia del Keynesianismo, va a suponer una nueva visión de la Administración, que dará mucho en qué pensar. La Ciencia de la Administración no puede perder la oportunidad de decir una palabra.Esta palabra habrá de pronunciarse sobre una argumentación administrativa en torno al rol del Estado-Administración y los elementos y herramientas al efecto.
Salvo mejor parecer,
Publicado en http://www.uch.ceu.es/principal/BlogsCEU/index.aspx?blog=76

Renovarse o …

ABC Comunidad Valenciana

17 mayo 2008

La XVI edición del Foro Universitario Luís Vives, titulada “P@rticip@”, termina este mes invitando a los jóvenes a participar. Se ha hablado de los diversos cauces para el ejercicio de la participación democrática ante el escaso atractivo que despierta en los jóvenes, a diferencia de la generación de la transición y primeros años democráticos.
Tuve la ocasión de participar en uno de sus cursos y hablar de la problemática del sindicalismo y de hacerlo rodeado de comprometidos y veteranos entusiastas militantes del sindicalismo plural. Mi perspectiva fundamentalmente sociológica y sistémica (la contribución al sistema social como entorno y ambiente objeto de gobernabilidad) comenzó dando cuenta de las afirmaciones realizadas por el sociólogo Alain Touraine en nuestro país. En el 2003 en unas jornadas de la politécnica valenciana, diría que el modelo de la sociedad del bienestar, como conquista última de movimiento obrero, se extingue. En el Fórum de Barcelona 2004, afirmó que se podía certificar el final del sindicalismo conocido, debiendo éste acercarse éste a los movimientos sociales. En el año 2005 en un artículo de la prensa española titulado ‘Hacia un nuevo modelo de bienestar’ postuló que los países europeos se han enriquecido lo suficiente como para que los individuos deban hacerse cargo de una parte de los gastos sanitarios, de educación o de jubilación.
Estas afirmaciones, en nada gratuitas, se justifican al fin y al cabo porque de una parte, se han logrado cotas, incluso inimaginables de bienestar general, gracias a la lucha sindical. De otra parte, los sindicatos y partidos políticos, ya no son los agentes sociales únicos, ni a veces principales - como sucedía el neocorporativismo de postguerra - , pues ahora deben compartir el terreno con otros movimientos sociales emergentes.
Se ha criticado que el análisis de los procesos productivos ha estado muy sesgado por el trabajo industrial de la gran empresa, cuando se han venido produciendo paulatinas transformaciones en el mundo del trabajo; por cuenta propia, a domicilio, familiar,… Las categorías de trabajo no estructurado, informal, precario, pone en evidencia y en crisis el trabajo estable de por vida , toda vez que la figura del empresario se va diluyendo en no pocas ocasiones.
Este mes en un reportaje de un periódico español se ha descrito a los jóvenes italianos, desilusionados, resignados, cansados de una política vieja que no deja paso a nadie y unos sindicatos falsos y corporativos. En otra publicación de este mes ciertos autores se cuestionan la obsolescencia de nuestro sistema democrático, afirmando que los partidos se están convirtiendo cada vez más en maquinarias de conquista del poder, siendo poco o nada democráticas internamente.
Siguiendo una metodología propia de sociología de las organizaciones, puede decirse que en la acción sindical se han cumplido los objetivos de arraigarse en cada uno de los centros productivos; los fines de defender los intereses del movimiento obrero; y, las funciones de contribuir a una mayor cota de bienestar colectivo, de paz social y, en definitiva, a la gobernabilidad.
La diversidad y fragmentación de objetivos y fines han ocasionado una lucha inter e intra sindical, el narcisismo de grupo, el protagonismo y la lucha de poder colectiva e individual, el prebendalismo... Factores de desconfianza hacia la participación en los sindicatos, toda vez que el retraso en la edad de incorporación al trabajo, ha hecho que a los jóvenes les resulte un tanto lejano e incluso extraño el mundo industrial. En todo caso, la participación se ha limitado al asociacionismo estudiantil. Otros movimientos emergentes como las ONGs, han surgido ocupando nichos reivindicativos en pro de la lucha por la igualdad y la justicia social y han merecido un mayor atractivo para la juventud en el espacio de acción pública.
Resulta patente el cambio del hábitat tradicional donde se ha instalado el movimiento sindical. Hubo un sindicalismo para la era industrial anclado en la lucha por la supervivencia del proletariado y otro para la post-industrial, reivindicando el reparto del bienestar social. En la era actual, el reto es la universalización del bienestar medio, a fijar entre un superestar minoritario y un malestar aún excesivo que pugna dialécticamente entre lo local y lo global.
La adaptación pasa por un cambio de objetivos y rediseño de fines, aunque manteniendo las funciones sociales. Para despertar un interés juvenil hacia el sindicalismo, sería conveniente, más allá de las acciones puntuales y sin pérdida de lo conquistado, un reenfoque de la atención sindical hacia la formación e inserción socio-laboral de los jóvenes, las nuevas formas de trabajo, los excluidos del trabajo – foráneos o domésticos –, el medio ambiente, la vivienda, la contribución a una justa globalización e intercambio en el comercio internacional,… Estos retos han de ser también objeto de la acción prioritaria en coherencia con la función tradicional de solidaridad y justicia social, que ha de ir complementada con el mantenimiento de la transmisión de los valores personalizantes inherentes al trabajo como compromiso personal y comunitario.
En definitiva, desde el criticismo revisionista, pero con profundo reconocimiento de lo conseguido en pro de la gobernabilidad, esperamos que la acción sindical se vea acompañada por nuevas opciones políticas, ilusionadas por fortalecer las instituciones. Si pretendemos que los jóvenes participen en el presente y comiencen a diseñar y responsabilizarse de su propio futuro, las instituciones deben renovarse, en términos de reingeniería, en aras de su fortalecimiento y revitalización. Es decir, nuevos procesos para el logro de nuevos productos finales, so pena de caminar derechos hacia el colapso.
Que no suceda lo de Santiago Nasar, el protagonista de la crónica de una muerte anunciada de Vázquez Figueroa. Es momento de renovación.

Gobernabilidad y Gestión Pública

ABC, Comunidad Valenciana

24 marzo 2008

De las diversas acepciones sobre la gobernabilidad, una definición acorde a los tiempos, sería aquella entendida como la «acción de gobierno para el progreso humano y en el marco de una reglas institucionales predeterminadas por la comunidad». Según definición de Instituto Internacional de Ciencias Administrativas de 1999, la gobernabilidad se refiere a un proceso por el que los diversos grupos integrantes de una sociedad ejercen el poder y la autoridad, de tal modo que al hacerlo influencian y llevan a cabo políticas y toman decisiones relativas al desarrollo económico y social. Supone la interacción entre las instituciones concebidas formalmente y las organizaciones de la sociedad civil.

La Real Academia Española en el año 2000 incluyó una nueva acepción de gobernanza -entendida como un paradigma de gobernabilidad- definiéndola como «Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad y el mercado de la economía».

En el XII Congreso Internacional del Centro Latinoamericano para la Administración del Desarrollo (CLAD) sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, realizado en la República Dominicana en octubre de 2007, uno de los temas analizado fue el relacionado con la ética y la transparencia en la gestión pública.

Se concluyó, en síntesis, que la transparencia es vista y percibida como un valor democrático; lo público, aquello que es de interés general debe estar a la luz, todos deben poderlo ver; sin voluntad política constante y respaldo político al plan de acción y a sus ejecutores, no es posible adelantar planes y programas para hacer transparente la gestión pública; los planes de acción necesitan participación del ciudadano; la rendición de cuentas requiere una estructura que permita comparar la campaña política de administrador elegido popularmente, el plan o programa de desarrollo, el presupuesto y los logros obtenidos; la rendición de cuentas debe comportar elementos contables claros, sencillos y precisos que permitan al ciudadano entender el monto de sus contribuciones anuales a cada sector de la Administración Pública.

Fijarse estas metas políticas es entender la gobernabilidad en términos de buena gestión pública. Un analista latinoamericano con ocasión de dicho Congreso, ha tenido ocasión reciente de manifestar que la gobernabilidad se entiende como la capacidad que tiene el Estado de atender equitativamente, eficiente y eficazmente las demandas ciudadanas. Significa crear consenso, u obtener el consentimiento o aquiescencia necesaria para llevar a cabo un programa, en un escenario donde están en juego diversos intereses. Añade el citado analista que «en contraposición a esta definición (de gobernabilidad) los políticos de nuestros países, bastante ignorantes algunos de ellos, por cierto, la consideran como la capacidad de maniobra de un gobierno frente a las fuerzas políticas de oposición.

Refleja esta denuncia que el estilo de gobernabilidad es más parecido al ejercicio de oposición política frente a un enemigo siempre acechante intra muros. Esto recuerda a las guardias en el servicio militar en las que se estaba más pendiente de que no te pillara el cabo de guardia, que de lo que sucediera más allá de las garitas.Hemos terminado un proceso electoral con los resultados conocidos y la oferta electoral ha estado, salvo honrosas excepciones, focalizada en mostrar una agenda anclada en el antiparadigma del otro. De tal manera que el voto se convierte no en una ilusión, esperanza y compromiso con un proyecto concreto, sino en un mal menor, un instrumento anti. No hay proyecto político sin un programa de Gestión Pública que lo instrumente y oriente, y éstos han brillado por su ausencia, como si ofreciéramos un gobernar «en contra de» en lugar de un gobernar «para».

La teoría económica de la acción política en una democracia nos enseña que el elector gasta poco tiempo en analizar los programas electorales, a salvo de los grupos de interés y en cuestiones concretas, los analistas y los competidores, para copiarse al alza. Es más, según esta teoría, el ciudadano que pretenda un volumen de información más allá de la que obtiene gratuitamente y de manera común a todos los electores, se comporta irracionalmente.

Un ejercicio retrospectivo de este análisis revela con esperanza que sí ha habido propuestas serias sobre la gestión de lo público, para el logro de una deseable gobernabilidad. Entre ellas hemos podido leer propuestas de reforma orientadas hacia; una Administración que busque la excelencia; un gobierno que ejerza con responsabilidad su función, que se adelante a los problemas, que no reaccione tarde y mal; una ley-compromiso parlamentario por el que los partidos políticos garanticen que sus dirigentes y candidatos obtienen la adecuada formación y experiencia en la dirección y gestión de los asuntos públicos; un gran pacto de Estado sobre el modelo de administración pública que promueva su valor como bien social común; lograr una adecuada separación Administración-Política, con una administración profesional, transparente, responsable, evaluable, eficiente y eficaz; aumentar del control y la transparencia en la rendición de cuentas;...

No es ciencia-ficción, ni estamos en Utopía, ni sé si el proponente anda por los Congresos de Ciencia administrativa, o lee sobre ella.

Tal vez lo que hace falta en nuestro escenario político-administrativo es que los que vayan a los encuentros sobre Gestión Pública interioricen y apliquen sus propuestas de tal manera, que sea aplicable a dicho escenario, aquella demanda del empresario de que «Quiero gente capaz de decirme cosas que le cuesten el puesto».
Publicado en http://www.abc.es/hemeroteca/historico-24-03-2008/abc/Valencia/gobernabilidad-y-gestion-publica_1641740511195.html

Do ut des» y exigencias al ejercicio del gobierno

ABC,Comunidad Valenciana

Lunes, 15 de octubre de 2007

«Para gobernar, hay que saber». Así rezaba el título de un artículo del periódico argentino «Clarín» un día de agosto de este año. Este recogía la noticia publicada en julio por «The Washington Post» según la cual un bufete especializado en inventos y patentes iniciaron un juicio al secretario de Comercio de los Estados Unidos, por haber designado como subdirectora de la Oficina de Patentes y Marcas del gobierno federal, a una persona que nunca había diseñado una solicitud de marca o patente, ni había preparado una opinión legal sobre si un invento merece una patente, ni había tenido experiencia en el manejo de instituciones que operan grandes volúmenes de flujos de información como es el caso de la oficina de patentes.
Sin perjuicio del fallo último de la justicia americana, la cuestión relativa a si la designación de un funcionario político exige cierto nivel de experiencia propia para las tareas a desempeñar, viene siendo cada vez más debatida en los Estados Unidos. Ello se debe, en parte, al escándalo suscitado por la desastrosa gestión de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, con ocasión del Huracán Katrina. Su titular en ese momento, había sido hasta su designación un abogado y jurado de caballos árabes, sin experiencia alguna en la gestión de desastres ecológicos.
El autor del artículo de «Clarín» señala que para saber gobernar deben reunirse tres condiciones poco frecuentes: dominar técnicamente los saberes técnicos del área o sector, tener capacidad de liderazgo y experiencia acreditada en el manejo de la gestión pública y conocer de qué modo las variables políticas afectan los procesos decisorios. Cuanto más elevada la jerarquía de la función, mayor esa triple exigencia.
A la vez la idoneidad también debe ser ética. En tal sentido, el respeto a los requisitos técnico-políticos, además del ético, refuerza la exigencia, ya que sería poco ético tanto designar, como aceptar la ocupación de un cargo para el que, aun en la más modesta de las funciones públicas estatales, hay que saber para gobernar.
Nos resulta pues que en el otorgamiento de la confianza política para la acción de gobierno hay un «do ut des». Hay una confianza y un apoderamiento muy amplio a la opción partisana elegida para que ésta devuelva elementos y productos de gobernabilidad estable. Esa confianza supone al gobernante la disponibilidad de instrumentos exorbitantes, con los que, legitimado por su imparcialidad y dotado de coercibilidad suficiente -dominación legal en términos weberianos-, pueda ejercer la dirección, coordinación, arbitraje... del entramado de redes de actores y de asuntos en el contexto político-administrativo de actuación.
En la acción de gobierno se trata de incorporar al diseño estratégico de la dirección política aquellas propuestas de los diversos actores que redunden claramente en el interés general para el presente y el futuro. Si el equipo de gobierno no dispone en su organización de medios adecuados con capacidad y habilidades para ello, mecanismos hay para extraerlos de la sociedad.
Si entendemos por gobernanza la interacción entre actores estratégicos causada por la arquitectura institucional, entonces la gobernabilidad debe entenderse como la capacidad que dicha interacción proporciona al sistema sociopolítico para reforzarse a si mismo; es decir, de transformar sus necesidades o preferencias en políticas efectivas.
Desde la categorías del Neoinstitucionalismo se denomina «Buena Institución» a aquella que lleva a cabo con eficacia la tarea que le ha sido encomendada, pero manteniendo un gran respeto por las otras instituciones o sus valores.
La institución es buena si es capaz de elaborar reglas que restrinjan la maximización individual cuando es colectivamente destructiva y si, además, es capaz de hacer cumplir estas reglas.
Una buena institución administrativa velará igualmente por la «buena Administración», entendida como el conjunto de reglas que rigen la gestión de las instituciones públicas y que impone a estas últimas un comportamiento que permita alcanzar un equilibrio entre el respeto de los derechos de los administrados, y la preservación de buen funcionamiento del sistema de Administración Pública.
Mediante el «Neoinstitucionalismo Estratégico», la Administración no pierde su papel predominante en ningún contexto de gobernabilidad, aunque incorpore al diseño estratégico gubernamental, propuestas de los actores, siempre éstas redunden claramente en el interés general para el presente y el futuro.
En esta dinámica de gobierno merece atención las denominadas «WPO - Organizaciones con buen desempeño -(Well-performing organizations)» y que tienen su origen en el estudio oficial que se realizó para la Oficina del Auditor General de Canadá en 1988. Los elementos clave del desempeño organizativo serían; énfasis en la gente, liderazgo participativo, estilos de trabajo innovadores y una fuerte orientación para el cliente. Este tipo de orientación, podemos verlo en cierto modo en el modelo de Agencias creadas ad hoc para solucionar problemas concretos (vg. Agencia para la inmigración). Pero de no ser creadas por la propia Administración, pueden ser buscadas en la sociedad civil para que gestionen algunos asuntos públicos, pensando que existen fundaciones, ONGS del tercer sector que gozan de la acreditación de calidad por auditoras específicas.
Así que volviendo al hilo conductor «Para gobernar, hay que saber». Saber el «qué», el «cómo», y el «con quién». La ciudadanía otorga la confianza política a cambio de un saber hacer específico para el gobierno. «Do ut des».
Publicado en http://www.abc.es/20071015/valencia-valencia/exigencias-ejercicio-gobierno_200710150250.html