viernes, 20 de marzo de 2009

Administración pública y valor público

LAS PROVINCIAS TRIBUNA

28 noviembre 2008

Se ha referido que en la cumbre de Washington del 15 de noviembre pasado, el G-20 ha acordado una acción pública masiva para paliar la recesión económica y que se concretará en una nueva ola de incentivos públicos, mucho más ambiciosos que los desarrollados hasta ahora, para reanimar la economía, además de reformar el sistema financiero mundial, el papel futuro del FMI y el del Banco Mundial. En definitiva, intervención, regulación y estímulo. Medidas que se ubican en las actividades administrativas clásicas del fomento y de la policía. Lejos de discutir si estas medidas son o no políticas socialdemócratas o de capitalismo refundado, lo que hay que plantearse es si estas medidas aportan valor público. Es decir, un sello de confianza en la presencia pública, que reconoce la capacidad de las administraciones de orientar su trabajo hacia lo que más le importa a la ciudadanía en mejora de la calidad de vida, a la par de ser más efectivos en la provisión de servicios públicos, o contar con una mejor capacidad de respuesta. Si las administraciones públicas tienen la voluntad y capacidad para acomodar sus objetivos a las preferencias ciudadanas entregando el valor público requerido, la gente estará dispuesta a pagar por él con dinero, con el voto, u ofreciendo su tiempo para colaborar con el gobierno. Me convencen las propuestas europeas antes que ninguna, por que aportan más valor público, confianza y estímulo en la ciudadanía. Fue el alemán Enrst Forsthoff, quien en 1938 en un libro titulado La Administración como soporte de prestaciones, expresó la teoría de la Procura Existencial -por la cual el Estado debe proporcionar a la mayoría el mayor grado de bienestar posible respecto a aquellas necesidades que el individuo no pueda proporcionarse por sí mismo-. El Estado social sería aquel que asume como función propia la garantía de la procura existencial de la población y la Administración se muestra como un soporte de prestaciones. Ahora el valor público añadido en la intervención de Estado debe orientarse a evitar que se produzcan situaciones a futuro que fomenten la economía especulativa e irreal, en aras de un productiva (industrial, transformación, agraria, innovación, desarrollo, sostenibilidad…). Habrá que sancionar lo que haya contravenido las reglas de juego (policía), o establecer nuevas si estas no han servido (regulación) y estimular actividades económicas de verdadero progreso humano frente a las que han permitido el egoísmo y avaricia desmedida (fomento). En Washington y en el nombre del liberalismo, ha habido incluso diferencias sobre la necesidad de una mayor intervención pública. No acabo de entender muy bien eso de que no se puede intervenir en la economía y sí podemos intervenir, incluso militarmente, en los asuntos internos de otros países. Tampoco entiendo como los que merced a la falta de regulación e intervención han podido enriquecerse a costa de los sueños de los necesitados, ahora pidan a papá Estado que intervenga. Frente al dilema de ¿Administración sí o Administración no? les diría a neoliberales, neoconservadores, o nuevos pilgrims del Mayflower, que Administración sí y siempre que suponga un valor añadido, un soporte de prestaciones y el aseguramiento de una procura existencial, que alcance desde el primer hasta el cuarto mundo. En general estas ideas las tenemos bastante claras, pero, no basta con ideas, necesitamos capacidades. La administración -en este caso pública- es un arte porque requiere un importante conjunto de talentos especialmente dotados en pro de una creación de colaboración que es trascendental para el gobierno del vivir civilizado de hoy. Y hoy esto pasa por una dinámica en que las fronteras tradicionales entre Administración/Estado, mercado y sociedad, van siendo cada vez más difusas, y esto si bien añade complejidad, también aporta sinergias. Ante la actual crisis económico-financiera, quizás habrá que repensar y refundar muchas instituciones -estructuras y reglas de juegos- y muchos valores. Yo recuperaría aquella idea que a principios de siglo señalaría Mounier de que la revolución económica será moral o no será, y la revolución moral, será económica o no será. Muchas voces de las distintas áreas del saber han de pronunciarse sobre la nueva manera de pensar y hacer. La Ciencia de la Administración, en lo que le compete, tendrá que reflexionar sobre una argumentación actual y de semejante calado a la del citado Forsthoff, acerca del rol del Estado-Administración y los elementos y herramientas actualmente necesarios al efecto.

Publicado en http://www.lasprovincias.es/valencia/prensa/20081128/opinion/administracion-publica-valor-publico-20081128.html

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