El libro que traemos a comentario es breve aunque denso y rico en ideas renovadoras que se contraen en la afirmación de que el “municipio es el locus idóneo para la participación ciudadana en el marco democrático y un espacio del logro del bienestar en un mundo globalizado”.
El autor comienza afirmando que su vocación política se sustenta en el amor a la ciudad y ello puede comprobarse en la propia recensión que el mismo Rodríguez Maciá realizó (en revista Acontecimiento nº 66, 2003) sobre el libro de Ernesto Balducci sobre La Pira, el mítico alcalde de Florencia durante la década de los cincuenta y parte de los sesenta del siglo 2000 y su vocación al dialogo con las demás fuerzas políticas, incluso antagónicas en aquel entonces. Como se contiene en la recensión la pira, - desde una vocación de entrega política anclada en el amor por su ciudad - a Florencia la desea ideal, armoniosa (desde su historia y arquitectura) y universal, considerando a la marginación social el mayor atentado contra esa perspectiva, pues la ciudad es la estructura política más firme, más permanente y más cercana al ciudadano, y como espacio de encuentro, lo más propio de la ciudad no es precisamente el localismo, sino el cosmopolitismo.
En definitiva, el espacio de la ciudad no se define por la frontera sino por su universalidad. Esta visión del Alcalde la pira rememora, aquella Florencia que albergó el sueño de la unión entre los cristianos de Oriente y Occidente, y permitiría hoy como nutriente ideológico, abordar los problemas desbordantes de la inmigración, desde la óptica integradora de la ciudad y no desde las fronteras estatales.Esta recesión del propio autor nos permitir repetir aquí y ahora con sus palabras que la identidad desde lo local supone entender “La ciudad como lugar de encuentro, que nos haga vivir un nuevo renacimiento; la ciudad como promotora de la paz”.Buena parte de estas ideas están a lo largo del libro, contextualizado en la problemática municipal de la región centroamericana, a través de la experiencia vivida mediante la Fundación DEMUCA y la implementación del plan director de cooperación española 2005-2008 para la región anclado en el fortalecimiento institucional de lo local dentro del proceso descentralizador y de búsqueda de mayor eficacia y eficiencia en la gestión de las políticas locales, a través de una mejor gestión de los recursos al uso.El autor busca un sentido a lo local que identifique a la comunidad en torno a sus tradiciones y sus problemas comunes. A la par que en la región se redefine el rol del Estado, se apuesta por una revitalización de lo local, pero con un sentido de apertura y cosmopolitismo.
La Administración local se muestra como locus privilegiado o incluso único, de prestación de servicios a la comunidad y a quienes se encuentren en ella. Hay que recordar que en no pocos lugares de la región el Estado prácticamente no existe o no está presente en todo momento y lugar. Se vive bajo el paradigma ‘Etsi Stato non daretur’ como paradigma de actuación de la ciudadanía como si el Estado no existiera, es insuficiente, débil o se desconfía del mismo, surgiendo instrumentos paraestatales socialmente aceptados (cárteles, mafias, sectas…) que provee de aquello que Administración carece o no puede. De tal manera que sólo en lo local se percibe la presencia protectora de la Administración.Para el autor la revitalización de local como instrumento para complementar o suplir el rol estatal, pasa por dignificar la vida política local.
Mientras que los actores políticos cuidaran de un mayor ethos, desde el sentido de lo comunitario, la ciudadanía se afectará a la vida política mediante una mayor participación y compromiso con lo propio. Ambos actores reformularan la acción de gobierno hacia los contextos de exclusión, diseñando o rediseñando las políticas públicas concretas. Estos son los instrumentos propuestos para el logro de una institucionalización de una propuesta de gobernabilidad.La gobernabilidad puede fundamentarse desde ópticas ideológicas más complejas acreedoras de nuevas políticas constitutivas que configuren nueva reglas de juego, tales como las genéricas del ‘Neorepublicanismo’, la ‘Democracia deliberativa’, ‘Comunitarismo autogestionario’, o las concretas de la ‘Federación Iberoamericana de municipios libres de 2001’ (Recuperación del cabildo abierto, Estado como comunidad de municipios solidarios; Principio de subsidiariedad y de participación; Autonomía municipal, recursos y Presupuesto participativo; Colaboración de asociaciones locales y ONGs…). El autor se señala no ser partidario de la creación de órganos (político-administrativos) en sustitución de los existentes, sino que cree en la suficiencia de su dinamización. Sus propuestas son más pragmáticas y sencillas y así, teniendo en cuenta la limitación de recursos y la multiplicidad de problemas, el asociacionismo municipal se presenta como herramienta de cogestión de servicios y a la par de mecanismo de lobbying frente a los gestores nacionales.
La lucha con la exclusión y marginación contextual pasa por la sinergia de las políticas de seguridad ciudadana y las de desarrollo local, pues la prevención-rehabilitación ha de ser apuesta antes que la represión.Si estas propuestas interesan a la Ciencia Política, a su subdisciplina Ciencia de la Administración-Gestión Pública le resultan más específicas las referencias que hace Rodríguez Maciá en aras al binomio de la formación-rol de los gestores y directivos locales. Este déficit formativo es necesario para todo el nivel político-administrativo en América Latina como señalaría y. dror en el Congreso del CLAD, celebrado en Río de Janeiro en 1996, dejando evidencia de que ‘la brecha entre las capacidades disponibles del gobierno y los requerimientos mínimos para adoptar políticas y acciones transformadoras sigue siendo enorme’. No podemos olvidar que este déficit también se constata en nuestra España local, sobre todo cuando puede quedar en papel mojado los instrumentos de gestión que nos permite la Ley de modernización de los Gobiernos Locales de 2003. Rodríguez Maciá apuesta por la implicación de jóvenes y mujeres a la vida local – éstas últimas para adecentar el Domus-ciudad y a buen seguro, añadimos que, a mejorar el oiko nomos de la misma -.
El líder local será en definitiva, el buen traductor de las inquietudes de la ciudadanía.En perspectiva histórica entre la ‘Memoria sobre las municipalidades’ de Turgot, y la deriva centralista que le subsiguió, hay notables diferencias, como las hay entre los planteamientos idealistas y los real-pragmáticos. Nos encontramos pues con una obra de síntesis de esa dialéctica, toda vez que aun cuando dice el autor que la obra no tiene pretensión académica, sino ser expresión experiencial, ha de notarse que además de las afortunadas citas a filósofos egregios (Ortega, Bacon…), subyace un acervo que revela conocimiento de la filosofía política aplicada, y que puede resumirse en la feliz expresión de “Vivir en paz y en libertad puede considerarse la síntesis del bienestar ciudadano”.
No es poco lo que pretende el autor, pero sí suficiente, obligado y necesario para que el ciudadano desarrolle su potencial humano y su dimensión espiritual en todos los sentidos. (Recensión al libro “La identidad de lo local: construcción de la cohesión social y territorial” Manuel Rodríguez Maciá, Fundación Demuca, 2008, por Javier Pinazo Hernandis en Cuadernos Constitucionales de la Cátedra Fadrique Furió Ceriol nº 56)
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