lunes, 6 de abril de 2009

Ordenar Babel

He iniciado este blog con una suerte de artículos publicados en diversos medios, todos ellos sobre el papel de la Administración, sus agentes u otros actores. Ahora hablaré sobre lo que llamaré 'Babel', que no casualmente aparece una imagen en el lateral del blog a modo de alegoría. No es otra cosa que el caos, desconcierto y desorganización del entramado político-administrativo. Babel es nuestra actual Administración Pública, fruto de la confusión y el desorden establecido y mantenido. Consecuencia de la complejidad del uso y abuso de toda la red de actores y depredadores en escena. Y también como todo sistema, babel es susceptible de la entropía caótica.

En mi opinión hic et nunc sólo la recuperación del arte, la ciencia y la honestidad pueden ordenar a Babel, como elementos neguentrópicos que le reconduzcan al orden. Su orden, sobre el que se estructura racionalmente es el servicio a los intereses generales mediante la ejecución de políticas de servicio a la ciudadanía. Se puede constatar que se gobierna sin ciencia, y se gestiona y administra sin saber ni método. Se cura con paños clientes y se receta sin conocer la etiología.

La Ciencia de la Administración no es una disciplina reciente, otra cosa serían sus métodos epistemológicos, pero como saber, como arte, como habilidad o como necesidad ha existido desde hace mucho tiempo. Y esta existencia ha sido evolutiva en la medida en que ha habido una saber para cada época, lo que supone encontrarnos ante un dinamismo evolutivo, a pesar de periodos de hibernación, de solapamiento o de mero estancamiento.
Podría decirse que hay un Public Managment for all seasons (Hoods), en la medida en que hay unos principios o dogmas en dicho sentido. Muestra de ello serían la subordinación a la dirección política, el principio de buena administración o de sana gestión, la instrumentalidad hacia la gobernabilidad, la sumisión al principio de legalidad...

Ordenar Babel supone teleológicamente contribuir a la gobernabilidad , entendida esta como la «acción de gobierno para el progreso humano y en el marco de una reglas institucionales predeterminadas por la comunidad». Según definición de Instituto Internacional de Ciencias Administrativas de 1999, la gobernabilidad se refiere a un proceso por el que los diversos grupos integrantes de una sociedad ejercen el poder y la autoridad, de tal modo que al hacerlo influencian y llevan a cabo políticas y toman decisiones relativas al desarrollo económico y social. Supone la interacción entre las instituciones concebidas formalmente y las organizaciones de la sociedad civil. (vid. Entrada en el Blog Gobernabilidad y Gestión Pública) Uno lee la prensa y encuentra noticias recientes tales como que la Asociación para la Defensa de la Función Pública Aragonesa reclama un Código de Buen Gobierno En n el que se recojan los principios éticos a los que han de ajustar su conducta los miembros del Ejecutivo autonómico y los altos cargos de la Administración de la Comunidad Autónoma de Aragón - similar al aprobado por el Gobierno de España en el año 2005 . en los que se subraye el compromiso ético de los responsables del Gobierno autonómico ante los ciudadanos, señalando de forma visible los criterios y principios que han de presidir su actuación pública, como son los de objetividad, integridad, responsabilidad, credibilidad, dedicación al servicio público, transparencia, ejemplaridad, austeridad, accesibilidad, eficacia y honradez.

Visto lo visto y oído lo oído por doquier y en la diversidad de las tierras y pueblos de España, uno quisiera ver ese código para nuestra Comunidad valenciana y para el resto de Administraciones Públicas que ordena los diferentes poderes públicos de España, ya que como recoge la citada asociación, exigir responsables de la corrupción corresponde a la Justicia, pero la prevención de estos es responsabilidad de los que Gobiernan, y no podemos gastar tiempo y dinero en comisiones de investigación, utilización de los servicios jurídicos a tales fines, cuando se necesitan todos los esfuerzos públicos en resolver problemas que afectan a los ciudadanos.

Otras noticias resultan plenas de dinámicas de gobernabilidad en el sentido que señalamos, cuando leemos que en el mes de marzo pasado se celebro el I Encuentro Internacional de Filosofía y Arquitectura organizado al modo de "una pequeña ciudad del siglo XXI", , que clausurará el martes el filósofo y alcalde de Venecia, Massimo Cacciari , con el propósito de investigar las complejas relaciones existentes entre poder (público y privado) y control del espacio (físico y mediático)" en busca de posibles respuestas a la gestión del espacio público en el nuevo territorio urbano. Allí se escuchara la diversidad de roles sociales de los invitados, editores, arquitectos, pensadores o alcaldes. Es momento de recordar a Giorgio La Pira, - el mítico alcalde de Florencia de la década de los cincuenta y parte de los sesenta del siglo pasado (vid. Recensión al libro “La identidad de lo local: construcción de la cohesión social y territorial”) - quien ya entendería la ciudad como locus de encuentro de personas e ideologías. Pero lo que aportan estos encuentros en la conjunción de ciencia, filosofía y políticas, que se funden como crisol para nutrir la toma de decisiones complejas que nos acucian.

Ordenar la Polis no significa ir es busca de la mítica Calipolis, la utópica Amaurota, la soñada Itaca, significa ahora que en el trabajo, estructuras e instituciones administrativas confluya racionalidad ideológica y técnica para buscar el mejor bienestar integral posible, más allá de lo economicista, pretensión en consonancia con aquel deseo clásico de que la Administración sea instrumento para garantizar el orden social y procurar la felicidad colectiva. Mientras Von Justi (Principios de Ciencia de Policía) decía que la policía comprende las leyes y reglamentos que conciernen al interior de un Estado y tienden a afirmar y aumentar su poder, hacer un buen uso de sus fuerzas y procurar la felicidad de los súbditos. La ciencia de la policía – decía de la mare - (Tratado de la Policía, 1713), tiene por objeto conducir al hombre “ à las plus parfait félicité dont il puisse jouir en cette vie”.

Ordenar Babel sería la filosofía que focaliza la procura de la gobernabilidad por la Administración, y este, va a ser el faro que va a iluminar el camino de este Blog.Seguiremos hablando de Babel y de su ordenación, pero no se puede ordenar desde el desorden establecido y hay que corregir las desviaciones en la Gestión Pública, hay que solucionar los problemas inmediatos que nos acucian, pero sobre todo hay que unir ciencia y filosofía al servicio de la gobernabilidad, y como el Filósofo—rey es difícil de encontrar, no tanto es que los reyes oigan a los filósofos y demás pensadores. Todos estamos llamados a ordenar Babel, desde el pensamiento o desde las obras.


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