Pensando en Babel retomo las reflexiones que efectué en “En torno a la mayoría de edad de la Ciencia de la Administración. Un enfoque sistémico y prospectivo”, recogidos en síntesis en el Blog “Tu Administración Pública” de Andrés Morey ) y me encuentro en la tesitura actual de tener que reflexionar en torno a los cometidos que una formación de grado sobre estudios de Administración Pública y/o Gestión Pública que hayan de influir en la toma de decisiones por los gobernantes, para quienes la Gestión Pública es el instrumento para el logro de la gobernabilidad, y esto no es ajeno a nuestra tradición administrativa ni es fruto de un mero papanatismo.
Diseñar más disciplinas en torno a la Administración y Gestión Pública en todos sus niveles". Esa es la cuestión, pues la Ciencia de la Administración ya ha andado solita en España. Y la Administración la necesita para hacer las cosas mejor. El trabajo de origen hacia básicamente esa reflexión teniendo en el horizonte la reforma Bolonia. Yo proponía una suerte de disciplinas, más o menos autónomas en su contenido. He vuelto a reflexionar sobre todo esto, y coincido en la sustantividad propia española. En mi próximo trabajo previsto 'La Gestión Pública como instrumento de gobernabilidad' me planteo revisitar el pasado, recuperar paraísos perdidos,...recuperar ideas para todos los tiempos, ya que transitando históricamente desde las antiguas civilizaciones,la Ciencia cameral, y pasando por la Public Administration hasta llegar al binomio gestión pública-políticas públicas, encontramos nutrientes de sobra para argumentar la sustantividad propia que nutra de subdisciplinadas aplicadas al campo.
Como nunca ha existido en España - donde el papel heroico de algunos titanes lo ha suplido- hoy confluyen estudios sobre la Administración Pública por doquier, sub specie de Licenciaturas en Ciencias Políticas o sobre Gestión y Administración Pública, por no hablar de la oferta de postgrado. Pero a la par, es plausible que las obras aparecidas en el área de conocimiento, patentizan un cambio de tendencia, tan ansiado como oportuno: los trabajos científicos contenidos en sus páginas superan con holgura lo meramente descriptivo y van más allá de la acumulación de experiencias comparadas, para hacer aportaciones netamente prescriptivas.
La complejidad, diversidad y contingencia de las Administraciones Públicas y de su entorno no permite ya seguir haciendo una gestión pública basada en la importación de experiencias previas, quitando y añadiendo lo contextual, o siendo pioneros apenas en algunas aventuras. Tan necesario es este camino por vía del paradigma postburocrático de búsqueda constante de innovación, cuanto por el acompañamiento de una reflexión y análisis sosegado y anticipatorio de las metodologías y herramientas propias de la disciplina.
Los retos inmediatos y emergentes que se les plantean a nuestras Administraciones son de la suficiente magnitud como para colapsar las maquinarias administrativas –o cuanto menos, hacer a unas inoperantes e ineficaces, y a la mayoría sencillamente ineficientes– si éstas no son capaces de establecer un orden metodológico previo. Este colapso o parada técnica es un lujo que la Administración no puede permitirse si quiere seguir haciendo frente a las exigencias del Estado del Bienestar. Por todo ello, obras que marcan caminos a seguir como éstas que ahora comentamos son especialmente bienvenidas, en la medida en que reflejan un presente y futuro prometedor en el campo de gestión pública española.
Es particularmente oportuno subrayar la casi plena coincidencia de las obras últimas sobre Gestión Pública por una clara apuesta por lo público y, sobre todo, por el papel de la Administración en cometidos que por su naturaleza no pueden ser dejados al albedrío del mercado. Esta perspectiva le diferenciaría de no pocas obras sobre el Derecho Administrativo, más preocupado por las garantías del ciudadano frente a los abusos del poder administrativo. (No obstante obras de reciente factura como Schmidt-Assmann, E. La teoría general del Derecho Administrativo como sistema, INAP, Marcial Pons, Madrid, 2003.)
Es éste pues un punto de vista que compartimos, y de cuya difusión nos alegramos, pero siempre que no se olvide que lo público exige cada día más y mejores esfuerzos si no se quiere perder la legitimidad en la acción de gobierno mediante la vicaría del poder administrativo. Gobernar es administrar; gobernar en democracia es administrar para todos; y gobernar hoy en día es más que nunca administrar eficazmente, ya que la acción de gobierno es también cada día más evaluada por la calidad, la mejora y el impacto de los programas políticos implementados a través de las políticas públicas. Ello supone, en suma, que hay que gestionar la Administración y no sólo administrarla; introducir nuevos mecanismos de financiación para los servicios públicos; innovar; flexibilizar; apostar por una nueva cultura de los servicios; introducir mayor eficiencia, mayor participación, mayor control y evaluación…
(Vid. el citado artículo en Revista de Cuadernos Constitucionales de la Cátedra Fadrique Furió Ceriol del Departamento de Derecho Constitucional y Ciencia Política de la Universidad de Valencia nº 38/39 y al nº 47 recensión de las novedades ‘Democracia y Sector Público’ en Sistema nº 184, 185, Enero 2005 y de La acción y los retos del Sector Público, Delta, 2005.)
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