miércoles, 28 de mayo de 2014

La Administración Pública(3): ¿Teoría?

La obra de los pioneros Castillo de Bobadilla, la de  Pedro Beluga, así como la de los insignes administrativas españoles posteriores como Ibáñez de la Rentería, Olivan, De Burgos,Silvela,González Posada … establecieron contundentes argumentos sobre la materia, similares, equivalentes y equipotentes a las de Bonnin, Von Stein,Goodnow, Blunchli…) Reglas que bien podrían calificarse como fundamentos,presupuestos, elementos, doctrinas, filosofías argumentos, reglas., patrones de conducta, guías de acción,…  y que, a mi juicio enfatiza más en el ‘qué’ del Estado (liberal en progresión social) que en el ‘como’.
Pero si buscamos algo así como unos principios universales, normativos, unitarios, e integrales  a modo de Teoría, cuya aplicación evitaría  consecuencias no deseadas o lograr óptimos deseables, el escenario es más bien patético y altamente desesperanzador para   un escenario científico que pretendiera encontrarse con un sistema normativo.
Diría   D.WALDO en Ideas and Issues in  PublicAdministration de 1953 que (…) Hay, desde luego, un punto en que los  administrativistas  surcanel terreno constitucional o, al menos, lo que parece ser terreno constitucional.El estudio de la administración, visto desde el punto de vista filosófico, estáestrechamente relacionado con el estudio de la adecuada distribución de laautoridad constitucional. Para ser eficaz hay que descubrir los más sencillosarreglos por los cuales pueda fijarse sin lugar a error la responsabilidadde los funcionarios; la mejor manera de repartir la autoridad sin entorpecerla,yla responsabilidad sin oscurecerla. Y esto de la distribución de la autoridad,cuando llega a la esfera de las más altas, de las funciones de gobiernocreadoras, es  evidentemente una cuestión constitucional central. Siel estudio administrativo puede descubrir los mejores principios en qué basartal distribución, habrá hecho un estudio constitucional de valor inapreciable.Estoy convencido de que Montesquieu no dijo la última palabra sobre estetema (…)
Waldo,  plantea en este texto cuestiones, que a mí, me parecen similares a las que Von Stein planteara ochenta años antes.
Para WALDO, cuatro fueron las doctrinas centrales sobre Administración pública anteriores a 1940.
La primera sostenía que el proceso de Gobierno, considerado analíticamente, consiste sólo en dos partes, a saber: decisión y ejecución. Primero es necesario decidir lo que se va a hacer—función y definición de la política— y después ejecutar la decisión—papel y definición de Administración—.
La segunda doctrina consistía en afirmar que debía convertirse en una ciencia o, al menos, estudiarse de la misma manera que los fenómenos en la ciencia física.
La tercera doctrina, en síntesis, sostenía que el estudio científico de la Administración conduce al descubrimiento de unos principios más o menos análogos a los principios de las ciencias físicas.
Otra doctrina sostenía que la economía y la eficiencia son las metas centrales del estudio administrativo.
Todas estas en suma constituirían la denomina era ortodoxa de la  Administración Pública anglosajona americana, frente a la que Waldo se opondría al cuestionar fundamentalmente la realidad de la separación política-administración.
(vid. Entrada  La separación política-Administración (2): Más heterodoxia que ortodoxia)
R.B. DENHARDT, al respecto mantendría  en Teoría de la Administración Pública: El Estado de la Disciplina, (1999) que la teoría de la administración pública obtiene de esa diversidad su mayor fuerza y su limitación más grave. Por una parte, son necesarios los teóricos de la Administración pública a fin de entender un amplio conjunto de perspectivas relevantes para su tarea de construcción teórica. La teoría de la administración es enormemente rica y compleja. Por otra parte, la diversidad de la Administración Pública significa a menudo que el campo carece de identidad. Muchos cuestionan incluso si es posible hablar de una teoría coherente e integrada de la Administración Pública (...)
 

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