1 octubre 2007
Se ha señalado que el término ‘gobernanza/governance’ se ha convertido en un término paraguas que encubre diferentes aspectos de la gobernabilidad. Hasta hace poco, se utilizaba como sinónimo de dirección política, sin embargo, su nuevo atractivo y la correspondiente extensión semántica se debe a su capacidad de abarcar la totalidad de las instituciones y relaciones implicadas en el proceso de gobierno, vinculando el sistema político con su entorno. La gobernanza se entiende como “acción de gobernar en la que no sólo se ejerce la coercibilidad, si no que se gestiona, negocia, integra todo lo gobernable en ese ejercicio omnicomprensivo de lo político, administrativo, económico y social, cubriendo pues, un abanico de interacción vertical y horizontal”.
La gobernanza se nos presenta como una secuencia de logros que hay que fijar y conseguir para obtener el paradigma buscado. Tres niveles nos propone KOOIMAN:
a) El primer nivel de gobernanza, supone que hay que esperar de ella,un mecanismo para la solución de problemas y la creación de oportunidades, antes inexistentes.
b) El segundo orden de gobernanza, supone la construcción de instituciones para que las interacciones basadas en los principios de conducta racional pueden ser institucionalizadas y constreñidas o controladas
c) El tercer nivel de gobernanza ‘la meta-gobernanza’ supone el establecimiento de un modelo de gobierno a gobernar de manera distinta a las del governing clásico.
Se ha dicho recientemente que el tránsito a la nueva gobernanza es indispensable e ineludible. No hay destino social aceptable sólo con el poder del Gobierno. Es improbable que se pueda repetir en este siglo la exitosa historia del Estado que se hace cargo del desarrollo y del bienestar y la seguridad de la sociedad. Construir la nueva gobernanza implica a todas las capacidades de la sociedad civil y supone recuperar la perspectiva de la sociología política de que el Estado está empotrado en las formaciones, organizaciones y sistemas sociales.
Merece recordarse que, en 1972 FRANÇOIS GAZIER - miembro del Consejo de Estado Francés y segundo Director de la Escuela Nacional de Administración francesa - señaló que con el modelo abierto de Función Pública la Administración no es un mundo a parte, está abierta a la sociedad.
La gobernanza es un proceso y paradigma en el que los políticos y la sociedad civil se exigen y dan cual ‘Qui pro Quo’ Hay un compartir de inputs (materia, energía e información) nuevos, comprometiéndose a un uso racional condicionado por el interés público. Esta actitud se compadece muy bien con una Administración abierta. Que un sistema sea abierto significa que establece intercambios permanentes con su ambiente, intercambios que determinan su equilibrio, capacidad reproductiva o continuidad, es decir, su viabilidad a través de sus mecanismos de supervivencia.
Se anticipan a los cambios ambientales, protegiéndose de las influencias ambientales negativas e intentando controlar los elementos externos. Dependencia de entorno e influencia sobre él, comunicación y retroalimentación son características definitorias.Estos flujos producen perturbaciones en el sistema pero es la asimilación de los mismos y no su eliminación, la que permite que el sistema continúe funcionando.
Llegará un momento en el que la gobernanza alcance un nivel – en el cuarto o quinto quizás, en el que no haya separación ni teórica ni practica entre el Estado y la sociedad civil. Estadio – utópico tal vez -donde con toda naturalidad predomine la Administración proactiva, prospectiva, relacional y experimental.
Recientes propuestas legislativas caminan hacia esa apertura, como es de ver la Ley de reutilización de la información del Sector Público, según la cual en determinadas circunstancias el sector privado puedes reutilizar la información que recoja, produzca y reproduzca o difunda la Administración/Sector Público.
También podemos verlo en la Ley para el Acceso Electrónico de los Ciudadanos a los Servicios Públicos al reconocerse a los ciudadanos su derecho a relacionarse electrónicamente con las administraciones públicas, y la obligación de éstas a garantizar ese derecho a partir de 2009, de tal manera que los trámites y gestiones podrán hacerse desde cualquier lugar, en cualquier momento, por lo que la Administración será más fácil, más ágil y más eficaz.
También merece atención la nueva Ley de contratos del Sector Público, al fomentar la productividad eliminando barreras de entrada al mercado de la contratación pública, introduciendo criterios sociales y medioambientales, y crea ex novo el tipo contractual sobre colaboración entre el sector público y privado, al margen de los ya existentes convenios de colaboración.
Estas y otras acciones legislativas, estratégicas y operativas contribuyen al fomento de una Administración no sólo más accesible sino más abierta, permeable, interrelacionada e interaccionada con el entorno u otros sistemas próximos.
Aquí aparece como gran problema del sistema el hacer ver al ciudadano que es consumidor de los servicios y a la vez propietario, responsable y coproductor de los mismos. Implicar a la sociedad civil - individual y colectivamente – supone que han de contribuir a la gobernabilidad, haciendo un uso razonable de los servicios públicos. Una cultura de la responsabilidad ciudadana inyecta por vía de externalidades positivas, más cantidad y calidad de inputs de cualquier esfuerzo presupuestario.
De poco sirve dar sino se recibe por la ciudadanía algo más que el voto o la confianza política. La entrada en la arena política de programas de reforma y modernización administrativa en el mundo desarrollado, no se han movido sólo por intereses partisanos, si no también por asegurar y ampliar la estabilidad institucional y financiera de la gobernabilidad. Aquí el papel de la sociedad civil debe progresivamente moverse desde una concepción de administrado-cliente a corresponsable y copropietario/ coproductor de los servicios públicos. Frente al culto al individuo como patología propia de nuestro tiempo y cierto narcisismo individual o grupal de prepotencia y supremacía moral o social, la sociedad civil debe reflejar empatía y solidaridad con lo ajeno, pero colectivo a la vez. Merece pues adoptar una perspectiva de relativismo personal, para sentirse parte de un proyecto común de evolución y progreso.
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