domingo, 24 de abril de 2016

Administración Pública y Políticas Públicas (y 4): Otra vez confusión en el objeto de estudio y el estudio del objeto



Los intentos de desarrollar de manera interdisciplinar las ciencias de política a partir de la premisa de una fortaleza unificadora de un núcleo metodológico común, condujo a las antípodas de lo buscado; su  fragmentación en lugar de una integración de una nueva disciplina aplicada con un marco teórico suficiente e idóneo.  La rebaja científica respecto de la pretensión  unitaria-primigenia tendría dos reacciones en el mundo  académico de su tiempo, configurándose  así dos corrientes cuyas características más notorias fueron dos puntos vista casi antagónicos:  Los que  adoptaron la expresión ‘Policy Analysis’ (denominados sinópticos) con orientación empírico-analítica, reemplazaban la política por el conocimiento, e identifican con el análisis de sistemas como metateoría, el empirismo estadístico como metodología y la optimización de valores como criterio de decisión.
Los que  adoptaron la expresión ‘Policy Sciences’ (o antisinópticos),  se interesaron en  el proceso decisorio, reemplazando el conocimiento por la política e  identificando  el pluralismo como metateoría y la racionalidad social como criterio de decisión.
El debate teórico  mostró el  conflicto entre análisis de sistemas y política, métodos cuantitativos y análisis de caso, muy bien explicado entre la dicotomía analistas-bomberos  y que institucionalmente, quedo reflejado en  la escuela Harvard de los trituradores de números  vs.  escuela Berkeley de los politiqueros según calificaría R. Nelson en  1979 - como refleja Aguilar - conforme a lo siguiente;
(…) Las maneras de nombrar esta dualidad de corrientes son varias: cuantitativistas y contextualizadores, uni y multidisciplinarios, normativos y positivos, más bien economistas y más bien político-administradores, sinópticos y antisinópticos  o, dicho con la metáfora irónica de R. Nelson, los “trituradores de números” (númbers crunchers) y los “politiqueros” –que mucho recuerda en nuestro medio la distinción entre “tecnócratas” y “políticos”– los que se interesan en el “contenido” de la política y los que se interesan en el “proceso” de la política, los que quieren “reemplazar la política por el conocimiento” y los que quieren “reemplazar el conocimiento por la política” (…) ( Aguilar, 1992b).
Garson  pone de manifiesta esta ruptura de la unicidad lasweliana ya desde los ’50-’60 haciendo suya la idea de Lindblom de sinopsis como visión global del todo, reflejada en el análisis de sistemas mientras la visión antisinóptica  sostenía la limitación o  imposibilidad del conocimiento racional para abarcar sistemas enteros de acción(Garson, 1986).
La historia que vivimos es el resultado de los ideales que perseguimos diría Waldo. Para algunos la política era un asunto de valores -ideológico/normativos-, para otros una estrategia, diseño o programa, y para otros abarcaba ambos. De tal manera que dependiendo de la opción el análisis de políticas es más científico en sus formas, que en la sustancia.

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