Weber diría que si el Estado quiere modernizarse
y ponerse a la altura de su tiempo debe contar con unos medios idóneos en su
seno que la dirijan (políticos) y que la manejen (funcionarios) y que él
representa mediante una contradicción entre
los tipos ideales o construidos vs el tipo real o promedio.
Para Weber, un tipo puro(ideal) es un concepto que se
distancia de la realidad que supone el tipo promedio(real) que se constata
empírica y estadísticamente. Esta idealización responde a la idea de
racionalidad instrumental de adecuación de medios a fines, sirviendo para el
conocimiento de la realidad. Los roles tipo -
psicológicos, éticos - son
meramente metodológicos, -como lo serían el homo
faber y el homo sapiens, homo
administrativus, homo oeconomicus - una analítica en el marco de la
sociología comprensiva weberiana, en la que lo comprensivo tiene por objeto
la política como la dirección o la influencia sobre la
dirección de un Estado como el mismo Weber afirma en El Político y el Científico. El tipo ideal o construido no se forma como
promedio de una totalidad, sino que es el resultado de acentuar
unilateralmente un punto de vista ‘ejemplar‘o
’axiologico’. Refleja el intento de
avance en la formación de conceptos sociológicos desde una etapa de descripción
y generalización empírica hasta la construcción de sistemas teóricos o modelos.
Para el político dirá Weber;
(…) Por eso el
político tiene que vencer cada día y cada hora a un enemigo muy trivial y
demasiado humano, la muy común vanidad, enemiga mortal de toda entrega a una
causa y de toda mesura, en este caso de la mesura frente a sí mismo. La vanidad
es una cualidad muy extendida y tal vez nadie se vea libre de ella. En los
círculos académicos y científicos es una especie de enfermedad profesional. … Ya no es posible que esa nación pueda ser
gobernada sólo por diletantes. … Ya no es suficiente la administración de
diletantes … Necesidades puramente técnicas e ineludibles de la Administración
impulsan esta evolución.
… O se vive “para” la política o se vive “de” la
política. La oposición no es en absoluto excluyente. Por el contrario,
generalmente se hacen las dos cosas, al menos idealmente; y, en la mayoría de
los casos, también materialmente... La diferencia entre el vivir para y “el
vivir de” se sitúa entonces en un nivel mucho más grosero, en el nivel
económico. Vive “de” la política como profesión quien trata de hacer de ella
una fuente duradera de ingresos; vive “para” la política quien no se halla en
este caso.
Para el funcionario;
(…)Los funcionarios con un alto sentido ético, tales como
los que desgraciadamente han ocupado entre nosotros una y otra vez cargos
directivos, son precisamente malos políticos, irresponsables en sentido
político y por tanto, desde este punto de vista, éticamente detestables. Es
esto lo que llamamos gobierno de funcionarios, y no es arrojar ninguna mancha
sobre el honor de nuestro funcionariado el decir que, considerado desde el
punto de vista del éxito conseguido, este sistema es políticamente falso.
…Y el poder del funcionario no sufre ninguna merma allí
donde debe estar. Un <>
con una formación especializada es superior en su gestión técnico-profesional
a su ministro (salido también a menudo
del funcionariado) , tanto en Inglaterra como entre nosotros(aunque ya
no de modo tan absoluto). Y así debe ser. Pues la capacitación especializada se
ha convertido en las actuales circunstancias en requisito indispensable para el
conocimiento de los medios técnicos que llevan a la consecución de fines
políticos. Pero fijar fines políticos no es un asunto técnico, y la política no
la debe fijar el funcionario especialista como tal.
... El funcionario ha de
desempeñar su cargo sine ira et studio, sin ira y sin prevención. Lo que le
está vedado es, pues, precisamente aquello que siempre y necesariamente tienen
que hacer los políticos, tanto los jefes como sus seguidores. Parcialidad,
lucha y pasión (ira et studio) constituyen el elemento del político y sobre
todo del caudillo político. Toda la actividad de éste está colocada bajo un
principio de responsabilidad distinto y aun opuesto al que orienta la actividad
del funcionario. El funcionario se honra con su capacidad de ejecutar precisa y
concienzudamente, como si respondiera a sus propias convicciones, una orden de
la autoridad superior que a él le parece falsa, pero en la cual, pese a sus
observaciones, insiste la autoridad, sobre la que el funcionario descarga,
naturalmente, toda la responsabilidad. Sin esta negación de sí mismo y esta disciplina
ética, en el más alto sentido de la palabra, se hundiría toda la máquina de la
Administración.
... Si se ha de ser
fiel a su verdadera vocación, el auténtico funcionario no debe hacer política
sino limitarse a “administrar”, sobre todo imparcialmente. Esta afirmación
también ha de ser válida para el funcionario político mientras no esté en juego
la razón de Estado, es decir los intereses vitales del orden predominante (...)
En suma es pues un
recurso socioanalítico el que se hace (Weber,1918,1919,1922) para describir y
prescribir sobre la acción política de su época. Refleja pues un contraste entyre el ser y el deber ser del
político diletante y el político que
vive apasionadamente para la política, y a su vez, éste es contrastado con el del funcionario que no se apasiona, sino que sirve
objetivamente mediante su teckne.
Pero los tipos ideales no existen o rara
vez lo hacen y siendo válido para una eficaz aplicación prescriptiva no se pueden
obviar las críticas y mejoras del enfoque posterior
neoestructuralista – lo de posweberiano estaría por demostrar - por parte de notables autores (Crozier,
Mayntz,Etzioni, Blau, Scott)
presentarán soluciones a modo
de síntesis de las corrientes de la
administración científica y de las relaciones humanas, en el intento de
conjuntar en un mismo análisis las dimensiones estructural y procedimental con
la dimensión personal individual y colectiva. Tendríamos un conjunto de
prescripciones en forma de técnicas orientadas a la suavización, la dirección y
el control de los conflictos dentro de una organización ante la imposibilidad
de resolver todos los problemas y las contradicciones estructurales.
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