Las noticias que venimos oyendo últimamente no hacen más que incrementar esa dinámica de indignación e irritación hacia la desconfianza institucional. Leemos todos los días nuevos casos de corrupción en toda clase instituciones y lugares públicos, ya casi no queda libre de sospecha, el mal inducido por el afán económico no ha dejado tierra sin horadar. Hoy mismo leo sobre un desfalco en las arcas de un Juzgado en el que aparece presuntamente culpable un funcionario, y …, y ….
Ahora todo está bajo sospecha, buscándose nuevos emplazamientos para picotas donde exponer a los que han sido sorprendidos por roseros y codiciosos, y la par, se está aconsejando a los inversores que emprendan fuera de España, por ser más rentable y fiable a corto y seguimos enseñando excelentemente en programa MBA y equivalentes, y lo peros, pensamos que nuestros próximos graduados universitarios, tal vez encuentren acomodo en el extranjero, incluso el incognito. Casi nos cuesta tener confianza en algo o en alguien, lo de darse la mano ya no funciona con símbolo, es un mero gesto formal. Cuando pensamos que nos ahorramos un esfuerzo en obtener algo o sacamos algo gratis de alguien, es que algo no funciona bien. Algo tampoco funciona bien cuando con lo que uno se ahorra para su renta disponible por mor de las prestaciones sociales, se lo gasta en viajes, cenas o en apartamentos. Los moralistas dominantes contemporáneos han olvidado de estas y otras cosas por mor de otros pecados capitales, que cada día me parece que no son sino señuelos de algo más corrupto en el imaginario colectivo.
No sé si hemos de volver a la vieja praxis de la picota pública donde exponer a los reos ajusticiados por los casos de corrupción para escarnio público, sería tan hipócrita como la exposición de aquellos ajusticiados por robar en las hambrunas de la Edad Media. Las picotas de ahora sólo mostrarían a los nuevos miserables cautos instrumentos de un sistema que se ha vuelto indómito y caótico, desde que se dio pábulo a la caída del muro y del pensamiento único, a pesar de que muchas voces avistaron ya sobre sus nefastas consecuencias. Recuerdo la escena de la pellica ‘Los lunes al sol’ cuando el astronauta soviético dice aquello de que “cuantas mentiras nos contaron sobre el paraíso comunista, lo malo es que lo que nos dijeron del capitalismo era cierto.
En lugar de la picota sería más fácil estimular acciones pro societatis -premios, estímulos fiscales, economía rural, economía de trueque… - que invierta la tendencia despótica de los mercados, que frene los desmanes que la lógica del capitalismo está suponiendo para la supervivencia del propio sistema capitalista.
No me extraña que el papa defina a África como un lugar de referencia axiológica en muchos aspectos – lo que me refuerza mis informaciones de amigos misioneros, y tampoco me extraña que se diga que entra las profesiones más felices se encuentren aquellas con una gran dosis de servicio a los demás.
Estos años de crecimiento económico para España han dejado muchos cadáveres en el sentido institucional – orgánico y axiológico - , lo que muestra como urgente – casi tanto como apaciguar a los mercados - un nuevo pacto social en clave neoinstitucionalista, que revise todo de nuevo, supuesta ya una nueva era que no se sabe si podrá ser postcapitalista, pero que sí lo necesita. Hay que recordar aquello de la Administración Pública como conformadora del orden social (Von Stein) o como fuerza creadora de bienes, instrumento de máxima eficacia para la elevación de la vida social (Olivan).
Ahora todo está bajo sospecha, buscándose nuevos emplazamientos para picotas donde exponer a los que han sido sorprendidos por roseros y codiciosos, y la par, se está aconsejando a los inversores que emprendan fuera de España, por ser más rentable y fiable a corto y seguimos enseñando excelentemente en programa MBA y equivalentes, y lo peros, pensamos que nuestros próximos graduados universitarios, tal vez encuentren acomodo en el extranjero, incluso el incognito. Casi nos cuesta tener confianza en algo o en alguien, lo de darse la mano ya no funciona con símbolo, es un mero gesto formal. Cuando pensamos que nos ahorramos un esfuerzo en obtener algo o sacamos algo gratis de alguien, es que algo no funciona bien. Algo tampoco funciona bien cuando con lo que uno se ahorra para su renta disponible por mor de las prestaciones sociales, se lo gasta en viajes, cenas o en apartamentos. Los moralistas dominantes contemporáneos han olvidado de estas y otras cosas por mor de otros pecados capitales, que cada día me parece que no son sino señuelos de algo más corrupto en el imaginario colectivo.
No sé si hemos de volver a la vieja praxis de la picota pública donde exponer a los reos ajusticiados por los casos de corrupción para escarnio público, sería tan hipócrita como la exposición de aquellos ajusticiados por robar en las hambrunas de la Edad Media. Las picotas de ahora sólo mostrarían a los nuevos miserables cautos instrumentos de un sistema que se ha vuelto indómito y caótico, desde que se dio pábulo a la caída del muro y del pensamiento único, a pesar de que muchas voces avistaron ya sobre sus nefastas consecuencias. Recuerdo la escena de la pellica ‘Los lunes al sol’ cuando el astronauta soviético dice aquello de que “cuantas mentiras nos contaron sobre el paraíso comunista, lo malo es que lo que nos dijeron del capitalismo era cierto.
En lugar de la picota sería más fácil estimular acciones pro societatis -premios, estímulos fiscales, economía rural, economía de trueque… - que invierta la tendencia despótica de los mercados, que frene los desmanes que la lógica del capitalismo está suponiendo para la supervivencia del propio sistema capitalista.
No me extraña que el papa defina a África como un lugar de referencia axiológica en muchos aspectos – lo que me refuerza mis informaciones de amigos misioneros, y tampoco me extraña que se diga que entra las profesiones más felices se encuentren aquellas con una gran dosis de servicio a los demás.
Estos años de crecimiento económico para España han dejado muchos cadáveres en el sentido institucional – orgánico y axiológico - , lo que muestra como urgente – casi tanto como apaciguar a los mercados - un nuevo pacto social en clave neoinstitucionalista, que revise todo de nuevo, supuesta ya una nueva era que no se sabe si podrá ser postcapitalista, pero que sí lo necesita. Hay que recordar aquello de la Administración Pública como conformadora del orden social (Von Stein) o como fuerza creadora de bienes, instrumento de máxima eficacia para la elevación de la vida social (Olivan).
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