Mis buenos amigos y mejores pensadores, A. Domingo y A. Morey, han escrito en sus últimas entradas blogueras unas líneas sobre la aparición de la tecnocracia en estos momentos políticos, reflexiones que suscribo en su totalidad, pero que a la par me invitan a mi propia reflexión. Esta gira en torno a si es una dicotomía, una complementariedad o, en estos momentos, una elección entre programas de gobierno.
Fijando ideas tenemos que el téchne es conocimiento o arte aprendido sobre alguna materia. La tecnocracia es aquel sistema de dirección y gestión que se sustenta total o parcialmente sobre supuestos técnicos o representaciones generales derivadas de una concepción técnica de las políticas. La intervención tecnocrática descansa en el ejercicio de una influencia que deriva de la información que el técnico proporciona al político, y que se apoya en el “principio de la vía óptima” que supone la elección de la decisión mejor entre las que puedan adoptarse, teniendo en cuenta los intereses en juego. Para cada problema existe la solución óptima, ante la cual no cabe discrepancia razonable, y menos aún, ideológica o de intereses.
Hoy en día ya no es ajustado hablar de burocracia sino de tecnoburocrático, como estadio evolutivo dela primera y yuxtaposición o articulación de la lógica burocrática con la tecnocrática, operando ambas con mayor o menor intensidad. Supone el criterio general de funcionamiento de las macro organizaciones actuales por adaptación de la técnica burocrática a la lógica tecnológica.
Así pues la tecnoestructura es el soporte estructural a las funciones tecnocráticas, sus reglas son de carácter predominantemente técnico, flexible y adaptable. No sólo otorga estabilidad y control sino es estructura de apoyo a la decisión que aporta análisis y conocimiento especializado para la consecución del deseado control y funcionamiento. Se encarga del diseño y de la normalización de la estructura administrativa humana, material y procedimental. La tecnoestructura actual está alimentada por la tecnología administrativa que no es sino la aplicación del conocimiento científico y empírico en la Gestión Pública habitual y en especial de las políticas sustanciales. Como es sabido esta función tecnocrática recae por definición en los funcionarios de administración general y especial, de tal manera que puede afirmarse que en toda actividad administrativa hay bastante de tecnocracia, o al menos la presunción de su existencia.
Esta dimensión técnica labor muchas veces está presente más alimentado porque el político es un técnico per sé o en su estructura de apoyo a la decisión hay mucho de racionalidad técnica, especialmente porque sus asesores ocupan tal función por ser portadores del techné específico.
Aquí hay que hacer una reflexión inicial por cuanto puede haber técnica pero no ciencia y porque también puede haber mucha técnica en la decisión política, sea esta científica o no. Pensemos por ejemplo como ejemplo clarificador las políticas preventivas frente a los fenómenos sísmicos o epidemiológicos; o como actuamos frente a un fenómeno terrorista, si con cesiones o vía policial-judicial.
Par terminar este primer apartado reflejo la idea de esta semana que parece reflejar que en los países vecinos que nos anteceden en la catástrofe económica ha calado la idea de que a los responsables de la crisis hay que buscarlos en el mundo financiero, con la cierta sensación entre la población de que se está tratando de convertir a los pirómanos en bomberos. La técnica financiera que sirvió para el colapso, se pone ahora en servicio del rescate. Curiosa paradoja
Fijando ideas tenemos que el téchne es conocimiento o arte aprendido sobre alguna materia. La tecnocracia es aquel sistema de dirección y gestión que se sustenta total o parcialmente sobre supuestos técnicos o representaciones generales derivadas de una concepción técnica de las políticas. La intervención tecnocrática descansa en el ejercicio de una influencia que deriva de la información que el técnico proporciona al político, y que se apoya en el “principio de la vía óptima” que supone la elección de la decisión mejor entre las que puedan adoptarse, teniendo en cuenta los intereses en juego. Para cada problema existe la solución óptima, ante la cual no cabe discrepancia razonable, y menos aún, ideológica o de intereses.
Hoy en día ya no es ajustado hablar de burocracia sino de tecnoburocrático, como estadio evolutivo dela primera y yuxtaposición o articulación de la lógica burocrática con la tecnocrática, operando ambas con mayor o menor intensidad. Supone el criterio general de funcionamiento de las macro organizaciones actuales por adaptación de la técnica burocrática a la lógica tecnológica.
Así pues la tecnoestructura es el soporte estructural a las funciones tecnocráticas, sus reglas son de carácter predominantemente técnico, flexible y adaptable. No sólo otorga estabilidad y control sino es estructura de apoyo a la decisión que aporta análisis y conocimiento especializado para la consecución del deseado control y funcionamiento. Se encarga del diseño y de la normalización de la estructura administrativa humana, material y procedimental. La tecnoestructura actual está alimentada por la tecnología administrativa que no es sino la aplicación del conocimiento científico y empírico en la Gestión Pública habitual y en especial de las políticas sustanciales. Como es sabido esta función tecnocrática recae por definición en los funcionarios de administración general y especial, de tal manera que puede afirmarse que en toda actividad administrativa hay bastante de tecnocracia, o al menos la presunción de su existencia.
Esta dimensión técnica labor muchas veces está presente más alimentado porque el político es un técnico per sé o en su estructura de apoyo a la decisión hay mucho de racionalidad técnica, especialmente porque sus asesores ocupan tal función por ser portadores del techné específico.
Aquí hay que hacer una reflexión inicial por cuanto puede haber técnica pero no ciencia y porque también puede haber mucha técnica en la decisión política, sea esta científica o no. Pensemos por ejemplo como ejemplo clarificador las políticas preventivas frente a los fenómenos sísmicos o epidemiológicos; o como actuamos frente a un fenómeno terrorista, si con cesiones o vía policial-judicial.
Par terminar este primer apartado reflejo la idea de esta semana que parece reflejar que en los países vecinos que nos anteceden en la catástrofe económica ha calado la idea de que a los responsables de la crisis hay que buscarlos en el mundo financiero, con la cierta sensación entre la población de que se está tratando de convertir a los pirómanos en bomberos. La técnica financiera que sirvió para el colapso, se pone ahora en servicio del rescate. Curiosa paradoja
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