En este mes de mayo se presento por Federico Mayor Zaragoza, entre otros, el libro 'Reacciona', un libro de propuestas para cambiar el mundo, un Manual para volver a ser ciudadano y no súbdito."Vivimos una crisis sistémica que no encuentra una respuesta globalizada en un mundo que, sin embargo, es cada vez más global", dijo Mayor Zaragoza, defensor de la reconversión del individuo a ciudadano para que de una vez por todas deje de ser "un súbdito del mercado".
Estos mensajes anti, con, contra, para… y demás suerte de proposiciones tiene una llamada que clama a los políticos nacionales, internacionales así como a los actores no gubernamentales pero de notoria influencia. Se trata de no dejar perder a una generación, pues tarde o temprano acabar generando un cleavage en la cohesión social, y esto es una de las peores amenazas para la gobernabilidad.
El informe a la trilateral de Huttintong y cia. de 1975 y el posterior de Putnman y cia. de 2000 ya nos avisaron de las amenazas a la gobernabilidad democrática. El primero era una cuestión primordialmente ideológica, mientras que el segundo, los problemas venían por su mala gestión.
Es la gestión la que parece nuevamente cuestionarse con el movimiento del 15-M, a pesar de agenda de la OCDE al respecto. La ciudadanía ni está de acuerdo con las políticas constitutivas, ni con las distributivas, ni con el perfil de sus gestores, si bien es cierto que ha habido mucha complacencia y connivencia social. Ahora con las vacas flacas, la gente se levanta cada día más indignada, porque ven que como siempre, a pesar del progreso nominal, pierden los de siempre.
Coincido con que lo que se ha señalado que la gravedad de nuestra crisis no viene determinada sólo por factores económicos, sino que traen causa en algo más profundo. Es una crisis de valores y generacional, gestada en las últimas dos décadas. Se desprecia el esfuerzo, el sacrificio, apostando por la inmediatez y un pseudo epicureísmo del ‘queremos todo y ya’ .
Por lo tanto en cierta parte sería comprensible que si los de esta generación de hogaño no se han esforzado como los de antaño, no puedan disfrutar de frutos que sólo derivan del esfuerzo se disfruten tras el esfuerzo. Esta suerte de darwinismo social podría tener su justificación, pues si es cierto que tiene más desventajas, también hay muchas más oportunidades dada la complejidad social.
Pero a mi juicio hay dos cuestiones de gran responsabilidad política en esta compleja situación.
En la España de 1998 el entonces Ministro de economía expresó aquello de que “España es el país donde es más fácil enriquecerse en menor tiempo”. A renglón seguido vinieron los grandes escándalos de la Cultura del Pelotazo, el urbanismo, la ingeniería financiera y la economía especulativa.
Pero algo mas grave también ha sucedido y es la cantidad de gente que no ha trabajado, pudiendo. Esos afortunados de cuna y clase, que en todo caso vivían de sus rentas patrimoniales (clase social alta según la descripción de Kerbo) han creado escuelas en sus descendientes y en los de otras clases que también han quiero ser como ello, vivir sin trabajar, ganar el pan con el sudor de la frente de otros. A esta situación ha contribuido la perversidad del llamado efecto Mateo de la administración prestacional del modelo del bienestar, al desviar recursos hacia aquellos que precisamente no los necesitan.
Como ha dicho Olegario González de Cardedal hay que reconocer que éste es un tiempo de decadencia política, filosófica, cultural y teológica. Por ello, esta ausencia de ideales, merece que otros pensadores como H. Lefebvre describen al hombre ciberantropo como aquel cuyo ideal consiste en vivir en un gran supermercado cuyos productos colmen a cualquier persona.
Estos mensajes anti, con, contra, para… y demás suerte de proposiciones tiene una llamada que clama a los políticos nacionales, internacionales así como a los actores no gubernamentales pero de notoria influencia. Se trata de no dejar perder a una generación, pues tarde o temprano acabar generando un cleavage en la cohesión social, y esto es una de las peores amenazas para la gobernabilidad.
El informe a la trilateral de Huttintong y cia. de 1975 y el posterior de Putnman y cia. de 2000 ya nos avisaron de las amenazas a la gobernabilidad democrática. El primero era una cuestión primordialmente ideológica, mientras que el segundo, los problemas venían por su mala gestión.
Es la gestión la que parece nuevamente cuestionarse con el movimiento del 15-M, a pesar de agenda de la OCDE al respecto. La ciudadanía ni está de acuerdo con las políticas constitutivas, ni con las distributivas, ni con el perfil de sus gestores, si bien es cierto que ha habido mucha complacencia y connivencia social. Ahora con las vacas flacas, la gente se levanta cada día más indignada, porque ven que como siempre, a pesar del progreso nominal, pierden los de siempre.
Coincido con que lo que se ha señalado que la gravedad de nuestra crisis no viene determinada sólo por factores económicos, sino que traen causa en algo más profundo. Es una crisis de valores y generacional, gestada en las últimas dos décadas. Se desprecia el esfuerzo, el sacrificio, apostando por la inmediatez y un pseudo epicureísmo del ‘queremos todo y ya’ .
Por lo tanto en cierta parte sería comprensible que si los de esta generación de hogaño no se han esforzado como los de antaño, no puedan disfrutar de frutos que sólo derivan del esfuerzo se disfruten tras el esfuerzo. Esta suerte de darwinismo social podría tener su justificación, pues si es cierto que tiene más desventajas, también hay muchas más oportunidades dada la complejidad social.
Pero a mi juicio hay dos cuestiones de gran responsabilidad política en esta compleja situación.
En la España de 1998 el entonces Ministro de economía expresó aquello de que “España es el país donde es más fácil enriquecerse en menor tiempo”. A renglón seguido vinieron los grandes escándalos de la Cultura del Pelotazo, el urbanismo, la ingeniería financiera y la economía especulativa.
Pero algo mas grave también ha sucedido y es la cantidad de gente que no ha trabajado, pudiendo. Esos afortunados de cuna y clase, que en todo caso vivían de sus rentas patrimoniales (clase social alta según la descripción de Kerbo) han creado escuelas en sus descendientes y en los de otras clases que también han quiero ser como ello, vivir sin trabajar, ganar el pan con el sudor de la frente de otros. A esta situación ha contribuido la perversidad del llamado efecto Mateo de la administración prestacional del modelo del bienestar, al desviar recursos hacia aquellos que precisamente no los necesitan.
Como ha dicho Olegario González de Cardedal hay que reconocer que éste es un tiempo de decadencia política, filosófica, cultural y teológica. Por ello, esta ausencia de ideales, merece que otros pensadores como H. Lefebvre describen al hombre ciberantropo como aquel cuyo ideal consiste en vivir en un gran supermercado cuyos productos colmen a cualquier persona.
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