Además de las voces críticas, colectivas y singulares, que hemos señalado aparecen otras de cierto fuste moral. La Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) manifiesta que la crisis ha supuesto, “una vuelta de tuerca más en el modelo social, en el que se identifica progreso con crecimiento económico". Porque "la actual situación de precariedad y empobrecimiento no es producto sólo de la crisis económica, sino efecto de un mal endémico al sistema económico y productivo vigente, agravado aún más por la crisis, especialmente, en nuestro país en lo referente al empleo". La conclusión es clara para la HOAC: "El empobrecimiento es una injusticia estructural de nuestra sociedad, consecuencia de la distribución injusta de los bienes, es un problema radicalmente político". Y debe denunciarse, el problema de "los quietos, los que miran hacia otro lado ante el sufrimiento de los demás". Pasando a la acción, "uniendo nuestra vida a las víctimas" con "hábitos de vida evangélicos", luchando por romper la normalidad impuesta y por "hacer real otro camino y otra cultura". Se trata de tarea pendiente también en la propia Iglesia. "La lucha por la justicia tiene que ocupar un lugar más central en nuestra Iglesia y que se haga más presente la denuncia de las causas del empobrecimiento".
Cambiar hacia una dinámica social como la descrita por la HOAC u otras propuestas semejantes en lo social, pero con fundamentaciones distintas, exige un proceso radical de “innovación política”, lo que implica un proceso de transformación impulsado políticamente hacia una práctica social generalizada. Implica cambios en los hábitos y en las normas expresas o tácitas de convivencia así como en las instituciones que configuran la estructura del sistema político. De la misma manera que se pretende una economía sostenible, aquí se trata de una sociedad menos economicista y más humana y solidaria, así de claro.
En este camino lo primero que hay que reconstruir es la confianza básica en lo público, y esto puede ser más sencillo de lo que se piensa. Pero fijémonos que lo público tiene tres pilares en lo social-colectivo (argumento cultural), en lo político (argumento politológico) y en lo administrativo (argumento técnico-organizativo).
Cambiar hacia una dinámica social como la descrita por la HOAC u otras propuestas semejantes en lo social, pero con fundamentaciones distintas, exige un proceso radical de “innovación política”, lo que implica un proceso de transformación impulsado políticamente hacia una práctica social generalizada. Implica cambios en los hábitos y en las normas expresas o tácitas de convivencia así como en las instituciones que configuran la estructura del sistema político. De la misma manera que se pretende una economía sostenible, aquí se trata de una sociedad menos economicista y más humana y solidaria, así de claro.
En este camino lo primero que hay que reconstruir es la confianza básica en lo público, y esto puede ser más sencillo de lo que se piensa. Pero fijémonos que lo público tiene tres pilares en lo social-colectivo (argumento cultural), en lo político (argumento politológico) y en lo administrativo (argumento técnico-organizativo).
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