No se trata solo de
crear héroes o vestir santos, sino de ensalzarlos, conservarlos y emularos,
cuando existan. Pero ni siquiera son precisos los héroes. El personaje secundario de una de las novelas
del S. XIX más célebres de la historia, funcionario él, cuando se debate entre
cumplir la ley y con ello cometer una injusticia, opta por la autoinmolación,
mediante el suicidio.
Hoy ante una situación injusta o ilegal, el
camino es la abstención, no lleva más, y no siempre que a la inmolación política
pero sin necesidad de sacrificios cruentos. Sólo se pide la intención de ser
buen gobierno; como ya hemos dicho la vinculación entre perseguir el interés
general y la realización de buenas políticas;
de nuevo actitud y aptitud. Ambas son
precisas.
De nuevo en esta batalla por la mayor dosis de
cientificidad en la Gestión Pública, recurrimos al nutriente de la Ciencia de
la Administración, recordando aquello de que La
administración es el eje de nuestra civilización, afirmaría Dwight Waldo en 1955) y que sigue siendo así, en lo bueno y en
lo malo .
George Langrod añadiría en 1965 que (…) la Administración Pública asegura tanto la estabilidad y la cohesión
como una transformación armoniosa de las condiciones sociales, introduciendo en
ellas los factores de unidad y de racionalidad. Constituye el intermediario
indispensable, ordenador y estabilizador, entre el poder público y el
particular. De la «estrategia» y de las tácticas de la acción administrativa
depende en gran parte la suerte de las sociedades contemporáneas y futuras.
Reducirla al rango de factor subalterno,
de pura manipulación técnica, desconocer el alcance de sus acciones y de
sus abstenciones y no saber apreciar el dinamismo creador que la caracteriza
supone alejarse de la realidad. Si no se puede regir sin administrar no
se puede tampoco administrar sin prever
y sin anticipar. Para
que la Administración pública pueda efectivamente desempeñar con éxito su
compleja tarea, es necesario que sus actividades vayan acompañadas y precedidas
de un estudio continuo y metódico. La ciencia debe decirnos lo que es,
explicarlo y comentarlo, pero debe también determinar los itinerarios de la
acción, anticiparse a la práctica. El papel del científico es ampliar los
horizontes, precisar adecuadas perspectivas, preguntarse por el porvenir,
proporcionar a los prácticos concepciones teóricas que les ofrezcan una justa
visión de los problemas que trata cotidianamente. La ciencia administrativa
desempeña en este orden de ideas un papel importantísimo.
(…) La «segunda revolución industrial» que vivimos,
con la mecanización y la automación que entraña, el desarrollo de la
planificación y la modernización de la gestión del personal requieren que las
realizaciones vayan precedidas de una madura reflexión metódica. La obtención
de la independencia por una serie de países y la formación de administraciones
públicas postcoloniales, No hay razón para que la Administración pública, cuyos
defectos y defienda se deploran tradicionalmente, no se sitúe a la vanguardia del
progreso: progreso intelectual, moral, social y técnico. Lograrlo constituiría
una enorme fuente de economía de fondos materiales y de energía social. Los
resultados en todos los niveles, entre los que se encuentra la actitud cívica
de las masas, serían rápidos y positivos. La ciencia administrativa
correctamente concebida, dinámica y completa, aparece como el medio más seguro
para marcar la evolución en este sentido (...)
Claro está que Langrod está hablando en momentos expansivos para la Administración
Pública que cumplieron ley de LARNAUDE y WAGNER
, según la cual una inexorable ley del
crecimiento de las funciones del Estado, para indicar que la historia de la Administración
Pública moderna en el mundo civilizado es fruto del crecimiento de los servicios
públicos consecuencia del estado social o que el desarrollo económico de la
sociedad conlleva al incremento del gasto público ya que del nuevo status
surgirían nuevas necesidades de la actividad pública reguladora y protectora,
debido a factores como el incremento de la población, urbanización, uso de
nuevas tecnologías u otras causas adicionales.
Qué tiempo
aquellos en los que al menos había fe en la Ciencia de la Administración, aunque
sus presupuestos epistemológicos y metodológicos
estuvieran bajo sospecha, lo que daría lugar a la posición muy extendida de Ciencia
en gestación (el propio, Langrod, Chevalier, Golembiewski,Kauffman,Garcia
Trevijano, etc) y que parece no estar de momento por
el alumbramiento.
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