Reiterando ideas
fundamentales para lo que nos ocupa recordamos que en el estudio de
Pollitt-Bouckaert sobre la reforma comparada de la gestión pública en Europa
respecto de la variable ‘comportamiento del político tipo en Europa’, se
señala entre otras que o hay evidencias
convincentes sobre la disposición o capacidad de los responsables políticos para convertirse en
gestores estratégicos.
Christopher Hood,
representante de la doctrina administrativa anglosajona más pujante en El
juego de la culpa. Manipulación, burocracia y autoconservación (INAP, 2015)
señala que la evasión de la culpa
configura la vida política y organizativa. Para él (…) la evasión de la culpa es una forma de vincular tres cosas que normalmente
viven en cajones académicos
independientes en estos ámbitos de estudio, a saber, la forma en que las
organizaciones y los programas públicos se estructuran, la manera en que
funciona el mundo de la manipulación de
a la opinión pública y la política de los procedimientos rutinarios
normalizados que se encuentran en el mundo de los servicios públicos y el gobierno. La evasión de la
culpa es una forma de llevar el análisis de todos estos elementos normalmente
separados hacia un solo punto, y también de vincular el análisis institucional
o de comportamiento sobre el funcionamiento de las organizaciones o el
comportamiento de los individuos con ideas acerca de cómo deberían ser las
cosas (…).
Sin embargo el relato
sigue siendo el de siempre ya tan gastado de echar a los culpas a los demás al
no poder cumplir las promesas. Lo de los culpables y factores del debacle
social valenciano ya lo sabemos, como también suponemos que hay más aún por
conocer tal y como vamos viendo cada semana. Los tiempos del arte, de la mera
técnica, del diletantismo, del aficionado,
ya no tienen cabida. Todo ello constituye es un discurso obsoleto
impropio ya de una democracia del S XXI
– aunque sea un proyecto inacabado o incompleto – que tiene ante sí un panorama
muy complejo.
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