jueves, 22 de octubre de 2015

Nuevos vinos en odres nuevos (2): Revisitando el marco teórico de la ‘Ciencia de Política’



La  Ciencia Política ya nos avisaba  por vía de Yehezkel Dror en el informe al club de Roma  de 1994 que si observamos los vericuetos internos del poder y las formas en que la gobernación toma decisiones irrevocables, veremos que no se han producido cambios significativos en los últimos cien años.  Las consecuencias de esta falta de progreso son cada vez más amenazantes. De  continuar con esta dinámica de modos básicos de decisión - con su gran propensión al error -, nos encontraremos con grandes riesgos para la humanidad entera. Para afrontar los desafíos de la gobernabilidad en el contexto de las transformaciones globales, muchos puntos de vista obvios tiene que ser no solo revisados sino trastocados, en el marco de los valores democráticos fundamentales, pero alejados de la proyección folklórica de los políticos contemporáneos. Si nos limitamos a seguir con más de lo mismo, será imposible adecuar las capacidades de los gobiernos a las necesidades de las transformaciones.

La explicación estaría en que los problemas capitales surgen de las características humanas básicas y persistentes. Éstas  aunque fueron ya descritas en la era axial de las grandes civilizaciones (S. VII-II ac, especialmente en la filosofía política y social en la China y Grecia del siglo IV), siguen estando presentes. Si a esas cuestiones básicas se dieron explicaciones y prescripciones distintas y distantes  desde la filosofía o la religión o más recientemente desde las ciencias sociales o  el pensamiento crítico. Véase  ahora   el problema incrementado por la complejidad, la radicalidad e insensatez y la falta de ingenio actual y toda suerte de males que surgen en los periodos de crisis culturales o axiológicas.

De ahí se debe entender la precitada alusión del mismo Dror a lo inconcebible, ya prenunciada en el referido informe del 94 al señalar (…) Para alcanzarun mundo mejor, tenemos primero que desarrollar la capacidad de gobernar a partir de las actuales deficiencias y necesidades… si nos limitamos a seguir con más de lo mismo no será posible adecuar la capacidad de gobierno a las exigencias producidas por las transformaciones globales… A la hora de plantear reformas, hay que estar dispuesto a “pensar en lo impensable", pero respetando siempre los hipervalores de la democracia y la dignidad humana… la ideas vertidas sorprenderán a quienes están acostumbrados  a las obviedades políticas y los eslóganes que impregnan buena parte del discurso público contemporáneo (…)

Para el autor como no resulta posible empezar desde cero para reinventar la gobernación, al carecer de instrumentos intelectuales y además nos encontrarnos con restricciones de factibilidad, lo único esperanzados son los cambios limitados pero radicales y de gran impacto. No es posible otra estrategia óptima. Lo que habría que  conectar con afirmación del mismo de que la eliminación – de lo que no sirve - y el rediseño han de caminar juntas para permitir mejoras esenciales en la capacidad de gobernar.


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