La
Ciencia Política ya nos avisaba
por vía de Yehezkel Dror en el informe al club de Roma de 1994 que si observamos los vericuetos
internos del poder y las formas en que la gobernación toma decisiones
irrevocables, veremos que no se han producido cambios significativos en los
últimos cien años. Las consecuencias de
esta falta de progreso son cada vez más amenazantes. De continuar con esta dinámica de modos básicos
de decisión - con su gran propensión al error -, nos encontraremos con grandes
riesgos para la humanidad entera. Para afrontar los desafíos de la
gobernabilidad en el contexto de las transformaciones globales, muchos puntos
de vista obvios tiene que ser no solo revisados sino trastocados, en el marco
de los valores democráticos fundamentales, pero alejados de la proyección
folklórica de los políticos contemporáneos. Si nos limitamos a seguir con más
de lo mismo, será imposible adecuar las capacidades de los gobiernos a las
necesidades de las transformaciones.
La explicación estaría en que los problemas
capitales surgen de las características humanas básicas y persistentes.
Éstas aunque fueron ya descritas en la
era axial de las grandes civilizaciones (S. VII-II ac, especialmente en la
filosofía política y social en la China y Grecia del siglo IV), siguen estando
presentes. Si a esas cuestiones básicas se dieron explicaciones y
prescripciones distintas y distantes
desde la filosofía o la religión o más recientemente desde las ciencias
sociales o el pensamiento crítico.
Véase ahora el problema incrementado por la complejidad,
la radicalidad e insensatez y la falta de ingenio actual y toda suerte de males
que surgen en los periodos de crisis culturales o axiológicas.
De ahí se debe entender la precitada alusión
del mismo Dror a lo inconcebible, ya prenunciada en el referido informe del 94
al señalar (…) Para alcanzarun mundo mejor, tenemos primero que desarrollar la
capacidad de gobernar a partir de las actuales deficiencias y necesidades… si
nos limitamos a seguir con más de lo mismo no será posible adecuar la capacidad
de gobierno a las exigencias producidas por las transformaciones globales… A la
hora de plantear reformas, hay que estar dispuesto a “pensar en lo
impensable", pero respetando siempre los hipervalores de la democracia y
la dignidad humana… la ideas vertidas sorprenderán a quienes están
acostumbrados a las obviedades políticas
y los eslóganes que impregnan buena parte del discurso público contemporáneo
(…)
Para el autor como no resulta posible empezar
desde cero para reinventar la gobernación, al carecer de instrumentos
intelectuales y además nos encontrarnos con restricciones de factibilidad, lo
único esperanzados son los cambios limitados pero radicales y de gran impacto.
No es posible otra estrategia óptima. Lo que habría que conectar con afirmación del mismo de que la
eliminación – de lo que no sirve - y el rediseño han de caminar juntas para
permitir mejoras esenciales en la capacidad de gobernar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario