jueves, 22 de octubre de 2015

Nuevos vinos en odres nuevos (3): Revitalización del marco teórico de las ‘Ciencias de Políticas’



La literatura específica española (vid. GAPP, 11-12, 1998) se preocupó ya de cuestiones relacionadas como lo que hemos antecitado, tales como “Calidad y cantidad en el análisis de las políticas públicas”, “comparación internacional en la evaluación de las políticas públicas”, “surgimiento, declive y resurgimiento de la evaluación de políticas públicas”, “La integración de la evaluación de políticas públicas en el proceso presupuestario”  o “El rol del evaluador”. Pueden verse en perspectiva comparada diversas  maneras de instrumentar el análisis y a la evaluación en el acervo OCDE, desde el que destacamos que España ha realizado varios intentos focalizados en su mayoría en la evaluación de programas y específicamente en la gestión financiera y el desempeño de la función pública. Aun cuando las evaluaciones de políticas hayan sido delegadas al gobierno central y las agencias, estas evaluaciones han sido mayormente ad-hoc, sin un marco general ni regularidad. En muchos casos las nociones de evaluación de políticas y programas se han superpuesto al definir la misión de las unidades a cargo de la evaluación.

La  diversidad en los modos de la evaluación ha supuesto  residenciarlas en el propio ejecutivo (tesoro,gabinetes,subsecretarías) , en el legislativo (comisiones. Congreso-senado) en organismos independientes (auditor general,Consejos, Agencias) o recurriendo a actores externos (Universidad, Think Tanks, consultoras)

Como señalo  Derlien   los años 90  del S. XX se  caracterizaron  por la persistencia y el declive de la evaluación. A pesar de la ulterior profesionalización, e incluso popularización, de la evaluación en Europa, la situación se recondujo (reasignación hacia políticas redistributivas) hacia tareas de auditoría, de  tal manera  que, desde los años 60 a los 90, el énfasis político sobre la evaluación ha pasado desde la función de información a la de reasignación.  Detrás de este cambio hay razones políticas y económicas específicas y además un   cambio de actores dominantes. Para el caso de EEUU Peters atribuye el declive en los ’80, debido a la disminución de recursos, financiación de proyectos, lo que genero desinterés en la comunidad científica y sobre todo en la desconfianza del propio gobierno en los programas públicos, sobre los que ya se sabía que eran malos como para no merecer su evaluación. Sin duda la apuesta de la NPM por la vuelta al mercado haría perder la euforia evaluativa inicial, era lógico que la opción por la despublificación, desregulación y privatización conllevara no gastar dinero en proyectos evaluativos de acciones en las que no se creía, pues eran malas de por sí. No obstante la actividad evaluativa fundamentalmente ex post, que do relegada al control de los outputs  generados por los  fondos de programas estructurales, de cohesión, acción social,… ex UE, IFIs, gobiernos centrales, etc)

Sin duda aquí la dinámica de la ciencia  política ha influido en las ciencias de políticas por lo que en el despertar de España hacia la cultura democrática en la Gestión Pública  lo hizo en un escenario político y académico alejado ya del momento esplendoroso de la política, pues ya habíamos alcanzado el  fin de la historia -se dijo-, y ya estamos en las mejores manos gestoras y además teníamos nuestra propias dinámicas argumentadas en  el desarrollo de la gran política constitutiva que supuso  la constitución del 78 y los retos reales para la  verdadera instiucionalización de la cultura democrático, las libertades, la autonomía regional y local…

 Creo que esto anterior, además de la ignorancia propia en la cuestión de las Ciencia de Políticas, - el análisis de políticas aparece en el escenario académico español en  1989 (Análisis de Políticas Públicas y Eficacia de la Administración, de J. Subirats)  y en el específico   valenciano universitario en el año 2005 – lo que permite  encontrar explicaciones como para obviar en la acción publica una sana evaluación, y estar bien camuflada, en su caso, por la mera documentación, el  marketing  y la comunicación política, toda ella suficiente desde un enfoque argumentativo en el análisis. Labor absorbida  para la justificación de lo mal hecho o la legitimación de la acción apresurada e irracional, siempre en nombre de los nuevos relatos democráticos y autonómicos y  otras expresiones de la libertad política, aunque muchas de las veces no fuese más que subterfugio de meros  intereses partisanos o de los ajustes partidarios mutuos entre la elite o la poliarquía del momento.

Lo que hacía o decían  los gabinetes y la prensa afín o mercenaria, era de suyo suficiente.





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