En el escenario politológico actual cabria detenerse a pensar sobre el factor de
los actores políticos dominantes y su posible calificación de diletantismo
general. El diletante es aquel que
practica una ciencia o un arte sin tener capacidad ni conocimientos
suficientes. Weber
se refería en su tiempo a la ‘Administración
de diletantes’ para describir a los
empleados públicos como aficionados y no profesionales que ocupan puestos en virtud
del spoil system. Recuérdese que el
denominado ‘spoil system’ es el paradigma de modelo que tiene sus referentes en las dinámicas del botín, la
cesantía o la confianza política. En su antagonismo se hallarían los modelos weberiano/wilsoniano de Administración
(‘Merit system’). Hoy predomina un modelo intermedio, el denominado por Quermone
como “spoil system de circuito cerrado o de politización relativa”, que tiene
su expresión más palmaria en la libre designación de convocatoria pública o en
la provisión de los cuerpos de dirección pública.
En realidad
se puede afirmar casi axiomáticamente que el principal motor del diletantismo
es el sistema de privilegios de los que gozan algunos sectores
político-administrativos (excluido la mayoría del local), pues mayoritariamente se exige poco
por cobrar, y se cobran siempre, a diferencia, por ejemplo, de los autónomos
que no cobran a fin de mes incluso casi nunca, eso sí con el IVA y demás
tributos, generan recursos ipso facto para los depredadores del sistema.
La democracia tiene sus defectos y en algunos
aspectos goza de un desorden establecido que beneficia a la clase
representativa de la nación. Posiblemente el importantísimo aspecto
representativo no pueda evitar el diletantismo, aunque sí reducirlo, sobre todo
cuando en momentos como ahora debe prevalecer el sentido democrático
igualitario, aunque sólo fuese por ser coherentes con la clausula de Estado
social. Afortunadamente la democracia progresa en no pocos aspectos, y sin
duda, esta crisis será aprovechada por la siguiente generación – especialmente
los recién licenciados politólogos y economistas - para dar un salto
cualitativo y cuantitativo al devenir democrático.
No obstante no hay fórmula política o económica definitiva,
aunque sólo sea porque al sol todavía le quedan unos 800 millones de años de
vida antes de su gigantismo rojo. Convendría estudiar si la contraparte del
diletantismo político es el enanismo clientelar y el amancebamiento con la
comodidad del laisezz faire, laissez passer que ha anidado cual huevo del cuco.
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