En cuanto a la ordenación de Babel, a mí me gusta su utilización para considerar que algo o alguien está demás en una lógica de buen gobierno y buena administración, o dicho de otra manera, no se le va a echar de menos en esta partida. Se trataría de esperar y promover el aprecio a determinadas maneras de actuar, despreciando las que no sirven a esta lógica. Y la lógica dice el que no ha de servir, no sirve a estos propósitos.
Si algunos comportamientos han sido causa o concausa de la crisis económica, moral o institucional que nos ocupa, sus responsables no deberían tener juego en un proceso de reforma o refundación del orden económico y social, como no es de apreciar su dinámica, no les esperamos, aunque sigan estando. Esta crítica es transversal a los partidos, sindicatos, universidades, asociaciones, o cualesquiera forma de organización social, que tienen su trascendencia en el espacio público. Quienes han primado el amiguismo, los intereses de grupo, el logro personal, frente al mérito, la competencia o el servicio, no pueden jugar ahora. Hay que desalojar mediante los cauces institucionales (listas electorales, procesos de selección, sentencias y actos administrativos) a quienes se han instalado en un desorden y una lógica de servir a sus fines, en lugar de hacerlo acorde con el Estado social y democrático y de derecho.
Precisamos nuevas reglas y nuevos actores que protagonicen e impulsen el cambio. Los emprendedores sociales han de tener un marchamo y un pedigrí de buenas maneras políticas, entendida la acepción de la política en su sentido aristotélico de ordenación de la polis.
Ciertamente así generan aprecio actuaciones, como las que se han visto, de que en un municipio valenciano los ediles aportarán 1.000 euros a un fondo social, o aquellas que configuran nuevos gobiernos en función de la capacidad de sus miembros de aportar valor público en el desempeño de sus cometidos de gestión pública, sea esta política, administrativa o gerencial. A quienes esperamos, aunque no estén, son aquellos que proponen austeridad y son coherentes con ello, a los que su estética y comportamiento no ofenden a los más débiles, a los que no utilizan los presupuestos para bienes suntuarios, a los que no contratan a o con los amigos… y demás dinámicas en las que la realidad supera la ciencia ficción.
Amigos del desorden si seguís estando, ya no os esperamos en esta partida.
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