En cuanto a la dirección pública mencionamos
la aportación de Ricardo Uvalle acerca de ‘La alta dirección pública en la
lógica del Gobierno del Gobierno’ en la que describiendo el escaso interés del
cometido de las capacidades estratégicas de la función directiva en las últimas
reformas mexicanas. Para el autor la diferencia entre competencia e
incompetencia gubernamental reside en esta capacidad estratégica y para ella la alta
dirección pública es el activo más válido para superar los déficits de
capacidad pública que en el modelo de gobernanza -que ahora pensamos - dota de
un estilo calificado, versado y heurísticamente constructivo. No es difícil
ver aquí las premoniciones de Dror de 1994 en La capacidad de
gobernar,Informe al club de Roma, pronosticando que las debilidades del
sistema de gobierno pues (…) observados
los vericuetos internos del poder y las formas en que la gobernación toma
decisiones irrevocables, se comprueba que no se han producido cambios
significativos en los últimos cien años. Las consecuencias de esta falta de
progreso son cada vez más amenazantes. De continuar con esta dinámica de modos
básicos de decisión - con su gran propensión al error -, nos encontraremos con
grandes riesgos para la humanidad entera. Si nos limitamos a seguir con más de
lo mismo, será imposible adecuar las capacidades de los gobiernos a las
necesidades de las transformaciones. A la hora de plantear reformas, hay que
estar dispuesto a “pensar en lo impensable, pero respetando siempre los
hipervalores de la democracia y la dignidad humana” y estas ideas nuevas
sorprenderán a quienes están acostumbrados a las obviedades políticas y a los
eslóganes de buena parte del discurso público contemporáneo. (…)
Esta cuestión felizmente ha sido abordada en
Retos y perspectivas de la función pública del futuro: una revisión en Europa e
Iberoamérica, INAP, Madrid. Obra de 2023 en la que me honro de haber aportado
el trabajo” Renovación e innovación en gestión pública. Ciencia de la
Administración Pública para el Cross Modern”, exponiendo críticamente una
normatividad que ha de mirar hacia atrás para apaciguar las turbulencias del
mundo de la dirección pública y el de su formación, antes de sumergirse en
aguas más profundas.
En la aportación ‘La profesionalización de los
recursos humanos del Gobierno Federal Mexicano, 2000-2018: lecciones para la
teoría y la práctica’ de Fernando Nieto se denuncia la falta de interés
político – en un clima de clientelismo atroz – que no logra que los cambios por
mor de la modernización administrativa superen el mandato de los seis años,
siendo todavía una cuestión vital para el buen funcionamiento de la Administración
Pública en México.
Merece,
- por su calidad y actualidad – mentar
la obra de este año de Hector Ruiz-López El buen gobierno La
profesionalización y sus desafíos en el Servicio Público en México (Centro
de Estudios de Políticas Públicas Iberiamericanas/Red de Estudios de Gobierno,
Política y Gestión Pública). Entre las más de trescientas páginas del libro
podemos encontrar en su página 89 un epígrafe sobre los Elementos estratégicos
de los Servicios civiles de carrera como Políticas Públicas, dicho sea, para su
relación con lo señalado de R. Uvalle.
Para terminar en ‘Gestión estratégica e
inteligencia colectiva: consideraciones sobre la inteligencia colectiva
estratégica’ de Cristina Galíndez pone en valor la relación entre la dinámica
estratégica y la inteligencia colectiva, partiendo de la diferenciación deudora
del recensionado Aguilar Villanueva entre planificación y gestión estratégica.
Un total de veinticinco aportaciones que reflejando
una suerte de déficits sobre todo de acción política, corresponde con el título
de la obra y la huella del autor mexicano, acerca de quien volveremos en posteriores
entradas.
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