Hay una sensación generalizada de malestar porque se anuncia una reforma del Estado del bienestar. Se habla de la creación de una gran plataforma ciudadana que se oponga a los recortes en el Estado del Bienestar en una coalición de izquierdas, en una Alianza para la Defensa del Estado Social. Se su parte el ex-presidente Aznar pidió este fin de semana acabar con el actual estado del bienestar porque "resulta imposible mantenerlo". En esta dinámica se dice que la derecha neocon, crecida por la sumisión socialdemócrata a sus dictados, aguarda su oportunidad para acabar lo poco que queda del Estado.
El debate no es baladí y requiere un examen crítico de por qué se ha llegado a esta situación. Me parece que los depredadores de lo público se han aprovechado, haciendo del interes general uno particular. Subvenciones a favor del ‘clientelismo’, caprichos megalómanos, confusión y prácticas que solo merecen el calificativo de comportamientos insolidarios,depredadores y delictivos. Ha habido de todo en el jardín; aprovechados, gorrones, ineptos, incapaces, frívolos. Y no se olvide que a buena parte de la sociedad, o de la buena sociedad, esto le ha ido muy bien. Estoy de acuerdo en el diagnóstico de que con esta sinvergüencería resulta imposible mantener el Estado del bienestar, sencilla y llanamente porque somos casi 40 millones de habitantes en España y casi ocho mil millones en todo el mundo. Y no hay para tanto, ni en ferraris, yates, aviones o cirugía estética. No sé si con la energía de fusión ya domesticada o la biotecnología a pleno rendimiento dará para algo más, pero ahora ya no.
Me viene a la cabeza que algunos de los invitados las ceremonias de todo tipo han tenido mucho que ver con la depredación de lo público, y lo peor es que muchos de estos depredadores aún van a estar por el jardín un tiempo. ¿Cómo entender que hoy en nuestra CV se diga pro el Conseller de turno que tiene que convencer al PP de la Comunidad Valenciana de que eventos como la hípica, el open de tenis, la vela o las carreras de fórmula 1 no son productivos? No ha sido esta política uno de los motores de la acción política del último decenio. Si estaban en un error alguien tendrán que rectificar y dar explicaciones y ofrecer reparaciones, en lugar de ir a Madrid en busca de nuevos aires.
Acaso habar que analizar también la responsabilidad del partido en elegir a los gobernantes e incluso al votante por elegirlos. En la liquidez de la modernidad y burocracia la responsabilidad se disipa. En esta disipación nos encontramos con el votante ciudadano que no quiere pagar 50 euros por una visita a urgencias no urgente o una demanda temeraria e infundada y sin embargo se las gasta muy a gusto en una cena de jueves por la noche. También habrá que a ese cándido ciudadano, que se va de viaje con una paga del desempleo que no le corresponde, como si fuera un extra como el aguinaldo navideño. Y qué decir de esas asociaciones de corte liberal (Universidades, colegios, fundaciones,…) en sus propósitos ideológicos que reciben subvenciones del parasito aparato administrativo. Y a mayor disparate pueden mencionarse las organizaciones manifiestamente en contra de las ideas que representan el Estado, cuyos representantes atacan al mismo subvencionadas por este.
Hay mucho que hacer antes que repensar el modelo de bienestar porque estas prácticas no son sustanciales al mismo, sino más bien disfuncionalidades o excesos y abusos de sus gestores y benefactores
El debate no es baladí y requiere un examen crítico de por qué se ha llegado a esta situación. Me parece que los depredadores de lo público se han aprovechado, haciendo del interes general uno particular. Subvenciones a favor del ‘clientelismo’, caprichos megalómanos, confusión y prácticas que solo merecen el calificativo de comportamientos insolidarios,depredadores y delictivos. Ha habido de todo en el jardín; aprovechados, gorrones, ineptos, incapaces, frívolos. Y no se olvide que a buena parte de la sociedad, o de la buena sociedad, esto le ha ido muy bien. Estoy de acuerdo en el diagnóstico de que con esta sinvergüencería resulta imposible mantener el Estado del bienestar, sencilla y llanamente porque somos casi 40 millones de habitantes en España y casi ocho mil millones en todo el mundo. Y no hay para tanto, ni en ferraris, yates, aviones o cirugía estética. No sé si con la energía de fusión ya domesticada o la biotecnología a pleno rendimiento dará para algo más, pero ahora ya no.
Me viene a la cabeza que algunos de los invitados las ceremonias de todo tipo han tenido mucho que ver con la depredación de lo público, y lo peor es que muchos de estos depredadores aún van a estar por el jardín un tiempo. ¿Cómo entender que hoy en nuestra CV se diga pro el Conseller de turno que tiene que convencer al PP de la Comunidad Valenciana de que eventos como la hípica, el open de tenis, la vela o las carreras de fórmula 1 no son productivos? No ha sido esta política uno de los motores de la acción política del último decenio. Si estaban en un error alguien tendrán que rectificar y dar explicaciones y ofrecer reparaciones, en lugar de ir a Madrid en busca de nuevos aires.
Acaso habar que analizar también la responsabilidad del partido en elegir a los gobernantes e incluso al votante por elegirlos. En la liquidez de la modernidad y burocracia la responsabilidad se disipa. En esta disipación nos encontramos con el votante ciudadano que no quiere pagar 50 euros por una visita a urgencias no urgente o una demanda temeraria e infundada y sin embargo se las gasta muy a gusto en una cena de jueves por la noche. También habrá que a ese cándido ciudadano, que se va de viaje con una paga del desempleo que no le corresponde, como si fuera un extra como el aguinaldo navideño. Y qué decir de esas asociaciones de corte liberal (Universidades, colegios, fundaciones,…) en sus propósitos ideológicos que reciben subvenciones del parasito aparato administrativo. Y a mayor disparate pueden mencionarse las organizaciones manifiestamente en contra de las ideas que representan el Estado, cuyos representantes atacan al mismo subvencionadas por este.
Hay mucho que hacer antes que repensar el modelo de bienestar porque estas prácticas no son sustanciales al mismo, sino más bien disfuncionalidades o excesos y abusos de sus gestores y benefactores
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