jueves, 25 de agosto de 2011

Lo que buscaba Confucio y siguen haciéndolo otros muchos

Dicen los viejos del lugar que Confucio al dejar su cargo público en el reino de Lu se dedicó a viajar por diferentes territorios impartiendo clases y esperando en vano que algún otro príncipe le permitiera emprender reformas. En el año 484 a.C., tras la frustración que supuso la búsqueda de un gobernante ideal, regresó por última vez a Lu dedicándose a comentar a los autores clásicos.
Las enseñanzas de Confucio se enmarcaron en el ámbito de la filosofía ética, moral y política, considerando que los propios actos externos de las personas se basaban en las cinco virtudes (bondad, honradez, decoro, sabiduría y fidelidad).
Después de la muerte de Confucio surgieron dos escuelas importantes de pensamiento: una que acentuaba la bondad innata de la naturaleza humana, que podía envilecerse por el propio esfuerzo destructivo o un ambiente perverso. La otra escuela sostenía que las personas nacen con una naturaleza perversa pero susceptible de regenerarse gracias a la educación moral.
La verdad es que llama la atención que esto fuera ya dicho cuatro siglos antes de Cristo, en la época de las pirámides. Esto que fuera dicho con anterioridad a Sócrates y Platón, y mucho antes del debate Hobbes-Rousseau sobre la naturaleza humana, sigue siendo el dilema. Este debate sobre la bondad/maldad fue objeto de discusión científica recientemente en un programa de Redes. Es más, me temo que es de una rabiosa actualidad para los acontecimientos recientes de toda índole, sobre todo los políticos y los religiosos, por no meternos en ramas más específicas del pensamiento como la psicobiología o la sociología del comportamiento.
No me extraña que Confucio dejara de buscar políticos ideales, ya que la política no es un terreno para muchas complacencias, aunque este sea el locus natural para preocuparse por el bien común. Menos aun me extraña la frustración de Confucio si se dedicaba a hablar a los gobernantes de la bondad de las cinco virtudes. Otra cosa es una lección de economía en una hora alcance de cualquiera. Si en las diferentes asociaciones pro-bono (sindicatos,iglesias,Ongs, asociaciones…) el hombre muestra sus miserias humanas, qué ha de pasar en la política, reino de la lucha por el poder.
No es tiempo ni país para la filosofía, aunque ésta para muchos nos parezca más necesaria que nunca. Los acontecimientos no nos permiten parar a pensar, y si no pensamos avanzaremos, aunque tal vez equívocamente. Históricamente mientras unos se decían a trabajar y a producir, otros se dedicaban a rezar y filosofar, porque para ello había que tener el estomago lleno. Ahora los que lo tienen, se dedican a aplaudir a líderes, piensen estos acertadamente o no. Salvo honrosas excepciones que sí se dan por ejemplo en el campo de la religión.
Posiblemente el dilema eros-thánatos no tenga solución científica, pero sí quisiera pensar que la moral, la economía y la política tiene espacios muy comunes y de semejante respuesta, respecto a las tendencias egoístas, miedosas, insolidarias que estamos viviendo en este nuevo milenio.
Me parece que el dilema de Confucio y otros, se debe resolver de común acuerdo, estableciendo mínimos de consenso sobre la cuestión en los campos científico, político y religioso. Creo que la Ciencia administrativa ha sabido resolver el debate en torno a la idea de bien común y la policía, en no pocas ocasiones y así se ha ido progresando socialmente.
A ver si encontramos al menos alguna solución de consuno entre las diversas ciencias sociales, mientras los actuales confucios siguen encontrando al gobernante ideal. Supongo que encontrado merecerá su clonación, o al menos que la Ciencia administrativa sepa aprovechar para su formalización e insitucionalización.

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