Cuando uno analiza la situación económica actual y sus equivalentes en los ámbitos político y social, puede encontrar paralelismo ‘mutatis mutandi’ con situaciones ya vividas. Nos hemos referido a la descripción que hiciera Weber en el político y el científico tras la guerra europea de 1914-1919. Igualmente sus paralelismos están en la era progresista americana, - básicamente desde 1890 hasta la década de 1920 -, donde las aportaciones científicas de Wilson, en un primer momento y políticas en un segundo, fueron junto con las de T. Roosevelt germen de reformas políticas y administrativas en pro de la contención de los excesos de un capitalismo ancado en un darwinismo social, surgido de la revolución industrial.
Ahora el problema se enmarca en el llamado capitalismo financiero y especulativo que se desarrolla en un hábitat postindustrial en el que las soluciones políticas son de muy bajo perfil. De momento no hay soluciones más allá de los parches. Frente a esto cabria argumentar que o los políticos son de muy bajo perfil o no hacen caso su asesores o estos también son de tres al cuarto.
Un asesor de primer empleo, es decir, recién salido de la universidad poco más que advertir sobre la legalidad penal (vg. que acciones son cohecho o prevaricación), los fundamentos económicos (vg. hasta donde se puede endeudar)
El conocimiento técnico no es sólo saber sobre algo, sino como utilizarlo para resolver un problema ,y la dinámica seguida en materia de asesores por estos lugares dista mucho de aquello que predicara Y. DROR en 1997 sobre las funciones de la alta gerencia denominadas “tipo Delta”, que incluyen; la intervención activa en el cambio institucional; la promoción de nuevas estructuras sociales y políticas; el desempeño en un contexto de complejidad creciente; y la movilización de soportes para los procesos de deconstrucción, difíciles pero inevitables para la construcción de nuevas estructuras y sistemas organizacionales, acordes con las exigencias de la época.
Esta alta gerencia debe disponer de unas habilidades especiales, tales como: centralidad en las tareas de orden superior; extremada profesionalización; innovación y creatividad; ética; autonomía pero subordinación a las metas del servicio; y un depurado sentido de misión.
Sinceramente un asesor de una presidencia de gobierno, autonómica o de un Ayuntamiento de gran ciudad, debe tener alguien con estos, skills, sin perjuicio de que existan asistentes de los asesores. Tal vez debería instaurar una suerte de carrera administrativa en el personal eventual, para el que llegue a la cima, sea por cualidad de experto, ilustrado y experimentado en el saber concreto, como así existe en la administración de la UE con los denominados Consejeros especiales en atención a su cualificación excepcional como expertos de alto nivel, desempeñan sus servicios en régimen de colaboración ocasional y no de manera exclusiva en algunas de las instituciones, bien de forma regular o en periodos determinados. Muchos de ellos suelen ex funcionarios de la UE y su duración no es superior a dos años.
La gestión política implica decisión pública pero ésta no descansa sólo en la decisión propiamente política al estar mediatizada por innumerables y diversos factores de los subsistemas sociales siempre cambiantes que deber ser tenidos en cuenta por quienes tiene que decir. La interacción de intereses económicos, corporativos, de movimientos sociales en la gestión política ha sido descrita por K. Offe en su obra La Gestión Política.
Ahora el problema se enmarca en el llamado capitalismo financiero y especulativo que se desarrolla en un hábitat postindustrial en el que las soluciones políticas son de muy bajo perfil. De momento no hay soluciones más allá de los parches. Frente a esto cabria argumentar que o los políticos son de muy bajo perfil o no hacen caso su asesores o estos también son de tres al cuarto.
Un asesor de primer empleo, es decir, recién salido de la universidad poco más que advertir sobre la legalidad penal (vg. que acciones son cohecho o prevaricación), los fundamentos económicos (vg. hasta donde se puede endeudar)
El conocimiento técnico no es sólo saber sobre algo, sino como utilizarlo para resolver un problema ,y la dinámica seguida en materia de asesores por estos lugares dista mucho de aquello que predicara Y. DROR en 1997 sobre las funciones de la alta gerencia denominadas “tipo Delta”, que incluyen; la intervención activa en el cambio institucional; la promoción de nuevas estructuras sociales y políticas; el desempeño en un contexto de complejidad creciente; y la movilización de soportes para los procesos de deconstrucción, difíciles pero inevitables para la construcción de nuevas estructuras y sistemas organizacionales, acordes con las exigencias de la época.
Esta alta gerencia debe disponer de unas habilidades especiales, tales como: centralidad en las tareas de orden superior; extremada profesionalización; innovación y creatividad; ética; autonomía pero subordinación a las metas del servicio; y un depurado sentido de misión.
Sinceramente un asesor de una presidencia de gobierno, autonómica o de un Ayuntamiento de gran ciudad, debe tener alguien con estos, skills, sin perjuicio de que existan asistentes de los asesores. Tal vez debería instaurar una suerte de carrera administrativa en el personal eventual, para el que llegue a la cima, sea por cualidad de experto, ilustrado y experimentado en el saber concreto, como así existe en la administración de la UE con los denominados Consejeros especiales en atención a su cualificación excepcional como expertos de alto nivel, desempeñan sus servicios en régimen de colaboración ocasional y no de manera exclusiva en algunas de las instituciones, bien de forma regular o en periodos determinados. Muchos de ellos suelen ex funcionarios de la UE y su duración no es superior a dos años.
La gestión política implica decisión pública pero ésta no descansa sólo en la decisión propiamente política al estar mediatizada por innumerables y diversos factores de los subsistemas sociales siempre cambiantes que deber ser tenidos en cuenta por quienes tiene que decir. La interacción de intereses económicos, corporativos, de movimientos sociales en la gestión política ha sido descrita por K. Offe en su obra La Gestión Política.
El país no está para tonterías, y no sé por qué hasta donde alcanzo a conocer, lo que no están por la tonta labor, acaban marchándose.Se marchan los que saben pero no se les tiene en cuenta y se quedan los que resuelven el problema como si este no exitiese. Es decir con magia o maquillaje.
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