En entradas de 12 de febrero de 2011 y 20 de marzo de 2009 me referí a la Productividad y Sector Público (5): La fábula de las abejas . En ellas reflejaba la riqueza que ocasionada el funcionamiento imperfecto, estéril y desordenado de lo público. La semana pasada se publicaba que el Gobierno de Aragón había aprobado un código de buenas prácticas de los gobernantes en torno a la dedicación exclusiva, la transparencia, la austeridad en la gestión, la búsqueda del interés general y el bien común, la renuncia a cualquier privilegio y el uso adecuado de los medios que tiene a su disposición, especialmente coches oficiales, viajes, gastos de representación y telefonía. Su finalidad es alejar la mala percepción que tiene la ciudadanía de los políticos y demostrar que los políticos y directivos son capaces de actuar varios criterios éticos, ejemplares y de eficiencia. Este gobierno regional también ha acordado la reducción de 22 por ciento en altos cargos y asesores. Según portavoz del mismo el anterior ejecutivo contaba con un volumen «sobredimensionado» de altos cargos, asesores y personal de confianza y ha observado que con el ahorro de casi 18 millones de euros se pueden construir cinco colegios y que es preferible construir colegios que tener asesores, pues el objetivo del Gobierno aragonés es generar riqueza y atender las necesidades de los aragoneses.
Lo que todo el mundo dirá ante estas afirmaciones es que a buenas horas se dice esto, como si ello no estuviera ya previsto en las normas más básicas de comportamiento social y la propias del sector público.
Oí en una ocasión que alguien acusaba a un Alcalde de la Comunitat de comportarse como un Faraón y que ese comportamiento faraónico no era sostenible. Hay faraones y Sátrapas en los nomos locales porque hay masa crítica que se beneficia del comportamiento desordenado. Aunque eso sí luego se alegran cuando caen alguno de esos faraones, a pesar del bien generado a cierto entorno. Seguro que esos que se rasgan las vestiduras tienen cerca a un familiar ocupando de interino una plaza de un primo llamado a mejor vida político-administrativa, o sabe del sobrino de su mejor amigo, ahora asesor de gabinete. También se conoce un vecino que trabaja en una empresa contratista afectada por alguna trama, o incluso es directivo de una empresa adjudicataria de un gran programa que se va a desarrollar fielmente por militantes de pata negra. Creo que esto es comprensible sin necesidad de tener un primo en política o en la de entrar en todo lo que ha generado la especulación financiera y la inmobiliaria.
Lo que todo el mundo dirá ante estas afirmaciones es que a buenas horas se dice esto, como si ello no estuviera ya previsto en las normas más básicas de comportamiento social y la propias del sector público.
Oí en una ocasión que alguien acusaba a un Alcalde de la Comunitat de comportarse como un Faraón y que ese comportamiento faraónico no era sostenible. Hay faraones y Sátrapas en los nomos locales porque hay masa crítica que se beneficia del comportamiento desordenado. Aunque eso sí luego se alegran cuando caen alguno de esos faraones, a pesar del bien generado a cierto entorno. Seguro que esos que se rasgan las vestiduras tienen cerca a un familiar ocupando de interino una plaza de un primo llamado a mejor vida político-administrativa, o sabe del sobrino de su mejor amigo, ahora asesor de gabinete. También se conoce un vecino que trabaja en una empresa contratista afectada por alguna trama, o incluso es directivo de una empresa adjudicataria de un gran programa que se va a desarrollar fielmente por militantes de pata negra. Creo que esto es comprensible sin necesidad de tener un primo en política o en la de entrar en todo lo que ha generado la especulación financiera y la inmobiliaria.
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