El prestigio de la
lejanía. Ilusión, autoengaño y utopía (Verbum 2014) en 1998 Premio
Internacional de Ensayo Juan Gil-Albert - es uno de los volúmenes
del tratado Seudología del
ex profesor de filosofía del CEU Miguel Catalán.
La tesis psicológica de Catalán es en parte conocida: el
consuelo de la imaginación es necesario para soportar la realidad; el
autoengaño, necesario para soportarnos a nosotros mismos. Y sobre la obra
se ha recensionado por Luis Veres que (…) supone
una interesante reflexión acerca de la ilusión y el autoengaño que se presentan
en la especie humana como una de sus intrínsecas características. El hombre
ante su propia conciencia tiende a caer en la falsedad que fabrica su mismo
pensamiento. Desde un planteamiento freudiano y deudor de Lippman, Catalán sitúa el problema del hombre
a la hora de encarar la realidad desde esa postura irrebatible del autoengaño
del sujeto hacia el otro. Surge, de este modo, la idealización del pasado, la
anticipación de los sucesos futuros, desde lo que se desea a lo que se teme, o
yendo más allá, la creación de utopías, de lugares fascinantes en donde la
frustración del sujeto resulta inexistente y en donde el pensamiento del hombre
ha llenado las oquedades del vacío de la existencia aproximándose en un espacio
de perfección en donde las contradicciones desaparecen como consecuencia de esa
ilusoria óptica del hombre (...)
En El prestigio de la lejanía, nos encontramos con (…) esa necesidad de mentiras, de imaginarios,
en los que el hombre requiere sumergirse para sobrevivir en medio del dolor que
implica la vida. La sujeción del hombre a los mitos también se incluye en esta
dependencia de la confección del tiempo pretérito como una respuesta a esa
idealización que requiere el hombre para subsistir: América, el buen salvaje y
el mito del habitante originario del Nuevo Mundo, cuestiones que se fabrican en
el S.XVI con Bartolomé de las Casas y que perdura hasta la actualidad con
puntales intermedios en Russeau, Voltaire o los poetas románticos del S. XIX,
entroncan en esta perspectiva de creación de utopías que no apuntan a otro lado
que a la necesidad del engaño del hombre ante su propia realidad y la necesidad
de superarla. (…)
Para Miguel Catalán resulta
que siendo el optimismo un engaño en sí mismo, es algo positivo para la
colectividad. Si los pesimistas son más conscientes de sus posibilidades, y por
ello no se arriesgan ni se aventuran en empresas poco atrayentes, el optimismo de algunos es saludable para la sociedad, como elemento estimulante,
narcótico o potenciador de esperanzas y de nuevos adeptos a las empresas
colectivas, y sobre todo, en épocas objetivamente inciertas. Pensemos aquí los esfuerzo argumentativos de
los gobiernos por hacer creer que la cosa va bien, el alza del Ibex, de las
cotizaciones, del empleo, la construcción, …
Lejanía es que los
españoles tiene mayor confianza en la Unión Europea que en cualquiera de los
niveles político-administrativos de España. Y sobre optimismo vs pesimismo
puede verse un buen referente en un estudio del Profesor Xavier Ballart de 2010;
(…)Si observamos lo
que afirma el entorno social sobre la Administración Pública española
comprobamos que la mitad de la población opina que su funcionamiento es peor
que en los últimos cinco años (AEVAL, 2015). Datos de opinión pública sobre
confianza en las instituciones políticas, revelan la desconfianza hacia los políticos, en un
buen número de países de la OCDE, mientras parece haber mejorado la confianza
en los funcionarios públicos. No está claro que los esfuerzos en mejoras
objetivas de la gestión pública se traduzcan en mejoras de los resultados
objetivos en los distintos ámbitos sectoriales y que todo ello repercuta en la
confianza de los ciudadanos en su Gobierno y Administración. Muchas veces esa confianza es debida a la evolución del entorno o por el impacto de otros factores en la ciudadanía, en particular cuando tienen su
expresión en los medios de comunicación (…).
“España
va bien, fue un conocido eslogan de momentos liberales domésticos” y produjo
sus efectos ya conocidos y ahora
parece que se retoma en otros lugares.
Esto en sí es positivo, como sería muy positivo que los españoles tuvieran
mejor criterio acerca de las cosas que se hacen bien en su país. Aquí la, politología y la sociología tiene una labor
crucial para efectuar un diagnostico equilibrado como marco teórico y empírico
para efectuar buenos análisis de prospectiva sobre los frutos por recoger que
aún le quedan al trinomio democracia-burocracia-capitalismo regulado como
estructura y la funcionalidad que se espera de los gobiernos y la ciudadanía.
Cfr.
Ballart,X., “Una presa difícil de atrapar: el rendimiento de gobiernos y administraciones públicas” Revista Española de Ciencia Política,
22, 2010.
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