Opinión en Domingo, ABC edic. Valencia, 1 de noviembre de 2009
Cuando surge un problema la técnica de la toma de decisiones lo primero que exige es describirlo bien, evitando que nos encontremos con un problema mal planteado (Ill structured problem) sobre todo en pro de las medidas para su resolución.
La distinción entre corrupción o de meras corruptelas nos es siempre fácil. La primera, afectaría a la esencia de la institución y su credibilidad en cuanto a su función social. La segunda, se trataría de una perversión de poca importancia, normalmente contra legem que no afecta a la credibilidad del sistema, incluso pese a su generalización.
«Corruptio optimi, pessima», decían los clásicos para referirse a que la corrupción de los mejores, es la peor de todas. Los mejores serían aquellos de quien más se espera, por otorgarles el sistema social una autoridad institucional, carismática o tradicional. De ahí que también podría distinguirse entre una categoría u otra, en función de la gravedad de la infracción y de la jerarquía del infractor.
Respecto a la descripción del problema de corrupción/corruptelas cada disciplina científica desde el binomio diagnostico-terapia, haría sus aportaciones. La medicina apostaría por la amputación, para salvar al órgano; la religión diría que es consecuencia de la pérdida del temor de Dios; la filosofía política que se trata del conflicto entre la ética de la responsabilidad vs. la ética de la convicción. La Ciencia Política diría, entre otras, que la acción de gobierno está perversamente capturada por la red de políticas. La teoría de sistemas que se trata de un elemento entrópico tendente al caos, que requiere de estructuras disipativas. Por su parte, la teoría de la organización apuntaría al reforzamiento de los elementos tecnoestructurales y la sociología organizativa de la necesidad de ajustar la ecuación entre objetivos, fines y funciones de la organización afectada. Los juristas propondrían aplicar la ley o reformarla y posiblemente para los economistas nos hallamos ante un coste de transacción en el proceso productivo. Recientemente un alumno, tratando el tema, indicó que la corrupción es un mecanismo para mantenerse en el poder, sirviéndose de las fragilidades del sistema democrático.
Todas estas aproximaciones serían válidas y la receta final necesitaría de una perspectiva pluridisciplinar, para su enfoque y solución.
Ante el desazón reinante en la crisis del Apolo XIII, se atribuye el carismático y director de vuelo Gene Kranz, la frase ‘El fracaso no es una opción, traeremos a esos hombres sanos y salvos’. No cabe el fracaso frente a la corrupción, contamos con el Estado de derecho, las instituciones y las personas decentes, que son mayoría, a pesar de las pequeñas corruptelas. Sólo precisamos de líderes, estrategia y táctica.
La memoria de Sabino Fernández Campos diría que si estos o aquellos han de venir a salvarnos ¡ ni están , ni se les espera ¡
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