En el blog de Andrés Morey apareció un post el día 7 de octubre titulado ¡ Que vergüenza ¡ en el que se ofrecía una imagen desoladora de los gobiernos y nuestras Administraciones Públicas, el Estado de Derecho, los partidos políticos y España como nación. Traía a cuenta el artículo de A. Pérez Reverte ‘Esa Gentuza’ del mes de agosto generalizando ese calificativo para la clase política. En el blog de hoy de Morey se menciona la utilización fraudulenta de las formas de gestión privada en lo público para obviar los mecanismos de control al abuso, sobreabusando de esa manera de la potestad autoorganizativa. No paramos de ver cada día nuevos casos de corrupción en los diversos niveles político-administrativos que afectan a todo tipo de opciones políticas.
No estoy de acuerdo en que la clase política sea gentuza en su mayoría, aunque tampoco me entusiasma la que hoy guía nuestros destinos. Confío más en otros que surgirán y ahora hacen sus deberes sin grandes pretensiones personales más allá que la del servicio público.
Pero el problema es que la situación no sólo causa vergüenza para los que defendemos lo público, sino que nos lleva al estupor y a la desafección. Es más las malas prácticas están también en las causas de la crisis económica, y el malgasto público está suponiendo una sobrecarga –vía impositiva, vía reducción de prestaciones- para la actuación pública como medida inmediata, ya que los dineros públicos se hayan ido en sobrecostes y en comisiones y demás latrocinios.
Verguenza y estupor y ... algo más. Ese plus se llama justicia. Alguien debe restablecer el orden legal, más allá de tirar de clase al chivo expiatorio de turno. Alguien deberá restablecer a las arcas públicas lo que ha ido a donde no se debía, alguien debe devolver la confianza en el destino de nuestros tributos y alguien deberá evitar que esto pueda volver a suceder. Sobre todo alguien debera intentar que la Universidad sea germen y ejemplo a seguir por los educandos universitarios. Bolonia tiene que significar algo más que tekné, ha de apostar por el ethos.
Sabemos que la corrupción afecta a otras áreas del devenir social, a las organizaciones privadas, a las profesiones y a los individuos en muchos de sus aspectos, pero el ejemplo en la gestión de lo público es primordial para dar fin al desorden establecido. Sanción y restauración. La ciudadanía tiene que ser indemnizada en aquello en lo que no sea corresponsable, y esa indemnización es algo más que un mero brindis al sol o la celebración de un espectáculo catárquico y penitencial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario