Las Provincias Sección Tribuna 6 junio de 2009
El presidente autonómico valenciano se reunió el pasado 13 de mayo con su homólogo catalán para defender el Corredor Mediterráneo como eje prioritario en las redes transeuropeas y para tratar otros asuntos comunes. Si es obvia la proyección estratégica del Corredor Mediterráneo para la mejora de la competitividad y el crecimiento de la economía valenciana, en tiempos de crisis se convierte casi en una necesidad táctica.
Se señala al mundo empresarial y al Conseller de Economia catalán como los valedores y promotores de la recuperación de las relaciones entre nuestra Comunitat y Cataluña, después de una ruptura de siete años justificada por motivos partidistas, otrosí de las cuestiones calientes de siempre y los viejos fantasmas. Las dos únicas reuniones bilaterales anteriores entre presidentes se remontan a 1996 y 2000 y tuvieron a Zaplana y Pujol como protagonistas. De un tiempo a esta parte, personajes históricos de la política valenciana como Joan Lerma o Pedro Agramunt se han mostrado partidarios de que ambas regiones refuercen sus lazos económicos y culturales.
En efecto, hay datos objetivos que obligan a revisar actitudes y a cuestionar la aptitud de algunos actores en la toma de decisiones. Baste como ejemplos que el principal cliente de la Comunitat Valenciana es Cataluña y viceversa y que el 40% de la exportación e importación de todo el comercio español pasa por Cataluña y por la Comunitat.
En la reunión del pasado 13 de mayo el President Montilla invitó de nuevo a la Comunitat a sumarse a la Eurorregión Pirineos-Mediterráneo, fundada en 2004, que tiene en Barcelona la sede del secretariado general y en Toulouse la dirección general, mientras desde Bruselas la delegación del Languedoc-Roussillon ejerce la representación ante las Instituciones comunitarias. Sin sorpresas, tal y como sucedió hace cinco años, el Consell rechazó la invitación.
Poco importa que se llame Eurorregión, Megarregión o Arco Mediterráneo; el tiempo aprieta y no es momento para acuerdos de máximos, sino de mínimos y estos están en la oportunidad para ambas comunidades de aunar esfuerzos para salir de la crisis. Quienes trabajan a diario con clientes del otro lado del Senia saben lo banales que son muchas de las polémicas hinchadas políticamente. Sería dramático que el corredor ferroviario de mercancías Polonia-Alemania-Francia-Algeciras no transcurriera por el Mediterráneo por no haber sabido explotar todas las sinergias ofrecidas por la Eurorregión.
Hace dos años, concluíamos nuestro trabajo 'La Eurorregión Pirineos-Mediterráneo: una evaluación estratégica' con la recomendación de realizar un análisis DAFO previo a cualquier elección política racional. Dicho análisis, procedente del mundo empresarial, consiste en concretar en un mapa conceptual la evaluación de los puntos fuertes y débiles de un proyecto, así como las amenazas y oportunidades externas que ofrece. Aplicado al caso se trataba de concretar lo que tiene y lo que le falta a la Comunitat Valenciana y lo que ganaría y perdería con una integración en la Eurorregión Pirineos-Mediterráneo. Mediante este procedimiento de análisis establecimos:
- Debilidades: Asimetría competencial entre las regiones francesas y las Comunidades Autónomas españolas y marco jurídico insuficiente y disperso para las eurorregiones. Estas debilidades han quedado solucionadas, al menos parcialmente, gracias a la voluntad descentralizadora del Gobierno Sarkozy y a la aprobación del nuevo reglamento para crear Agrupaciones europeas de cooperación territorial (AECT).
- Amenazas: Anhelos de supremacía política y económica de Cataluña y conflicto lingüístico-identitario. La actual coyuntura económica obliga al pragmatismo y a la minimización de cualquier polémica estéril.
- Fortalezas: Posición geográfico-marítima de la Comunitat y amplia autonomía reforzada con el nuevo Estatuto valenciano.
- Oportunidades: La Comunitat dejó de ser región Objetivo 1 de la UE en 2007, por lo que ya no recibe fondos estructurales de manera automática; además, la nuestra es una región periférica y marítima, alejada de la frontera hispano-francesa y del centro económico europeo. La Eurorregión la acercaría a ambos.
Desde la defensa de sus intereses estratégicos, la Comunitat debería encontrar en la Eurorregión:
1º) El impulso tecnológico de sus empresas mediante la creación de una red de know how que podría ser clave para la supervivencia de su industria regional, sin cuya aportación la economía valenciana dependerá exclusivamente de la construcción y del turismo;
2º) Un apoyo a la subsanación del déficit hídrico, que debería despolitizarse desde todas las partes y dejar de ser motivo de enfrentamiento;
3º) Un lobby conjunto que promueva la construcción de las infraestructuras reivindicadas durante décadas por los agentes económicos y políticos valencianos. Actuando conjuntamente, estas regiones contarían con un peso demográfico de 17 millones de habitantes;
4º) Un conjunto de socios potenciales para los proyectos interregionales cofinanciados por la Comisión Europea.
La Eurorregión Pirineos-Mediterráneo ofrece la oportunidad de aplicar a la gestión de las Comunidades Autónomas las nuevas teorías de la gobernanza multinivel. Para ello es necesario que el funcionamiento de la Eurorregión sea verdaderamente horizontal, sin ningún tipo de jerarquías. El temor a la supremacía catalana en la Eurorregión debe desaparecer desde la confianza de la Comunitat Valenciana en sus posibilidades, potencialidades y ventajas comparativas.
La Eurorregión se presenta como potencial de desarrollo económico y de bienestar, al aportar intercambio de mercados, interculturalidad, recuperación de vínculos históricos, inversión en infraestructuras y mejora de comunicaciones. Cuando fue constituida hace cinco años todavía existía margen de maniobra. La actual recesión económica obliga a subirse las mangas y ponerse al tajo.
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