H.G.
Frederickson en Hacia una teoría del público para la Administración Pública (Gestión
y Política Pública, vol1-1, 1992) se cuestiona que debe entenderse por lo público
para la Administración Pública, ante la falta general de un concepto.
En
aras de ofrecer una teoría general del público para la Administración Pública,
analiza cinco perspectivas sobre lo público;
a) los
grupos de interés o la interacción entre estos (en el marco dela teoría pluralista
dominante en los ’60 y ’70 ex Dahl y Truman)
b)
el consumidor utilitarista de placer, felicidad e interés (en el marco del
public choice y la teoría económica de la democracia – Buchannan, Tullock y Downs
en los ‘60
c)El
parlamento-gobierno (en el marco dela teoría de la representatividad democrática
popular pueblo)
d)
El cliente -administrado- (en el marco de la teoría de la burocracia representativa
de Lipsky – Street level bureaucracy
e)
El ciudadano (en el marco de la teoría de la Administración Pública moderna, al
considerar a los ciudadanos como el público)
Entre
estas posiciones el autor no considera a ninguna suficiente aunque sí oportunas
cada una de ellas. Por ello opta por una teoría de lo público para la Administración
Pública en la que se den estos requisitos
- basarse
en la constitución;
- en
la idea de un ciudadano virtuoso
-
capacidad del sistema de responder a todas los intereses, tanto colectivos
organizados como los incipientes individuales
- un
servicio público benevolente con el ciudadano
La
lectura que hace Frederickson confronta con los estándares explicativos en la politología de los últimos tiempos, y por lo tanto
la Administración Pública no puede
desdeñarlos. Contempla las posiciones más relevantes sobre la decisión publica,
el pluralismo, ella elección publica, la racionalidad limitada, … Añade el
autor elementos para un buen gobierno y
una buena Administración Pública democrática fruto del progresos del modelo político
del bienestar occidental
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