He leído que
para ser un politólogo competente se precisa: Capacidad de negociación y
resolución de problemas; dotes de observación; capacidad de análisis, de
síntesis, de relación y de autoevaluación; espíritu crítico e imaginativo;
curiosidad e interés por el entorno; capacidad de adaptación, polivalencia,
trabajo en equipo, tolerancia y sociabilidad y buena memoria y gusto por la
lectura, además de conocimientos expertos de la administración pública y del
sistema político.Yezhekel Dror añadiría tener
vastos conocimiento de historia.
Se ha dicho también que hoy
la capacidad de pensar entre los
politólogos que dominan la disciplina atraviesa una severa crisis a pesar de
una creciente presencia e institucionalidad
científica y académica. La crisis está en la creación de conocimiento
irrelevante, con fecha de caducidad, obsoleto, redundante, y su mayor pare en
reflejar que tenemos modos e instituciones ya caducados. Así se ha definido
esta crisis como "chatarrización de la ciencia política"
o “muerte aparente en el pensar”.
Sabemos por
aburrimiento del error de situar a la Agencia Estatal
de Evaluación (AEVAL) dentro del poder ejecutivo, de la necesidad de reforma
del Consejo del Poder Judicial, Senado,Diputaciones, … o de la innecesariedad de inventos insustanciales, que no sirven para
impedir aquello que Bauman define como propio de ahora; "el olvido del amor, la amistad, los sentimientos, el
trabajo bien hecho”.
En anteriores entradas de 22 de febrero de 2015 nos referíamos a La caída de
los dioses (1): Reyezuelos vs. líderes y ¿Podemos
terminar con la corrupción en la Administración? (y2): El último dominó,
para dar cuenta de un fenómeno
inevitable como ley científico social a producirse.
Nos referíamos al previsible (…) escenario
patético de caídas y huidas de dioses menores, cuyo mérito
no ha sido otro que el de la adulación de sus dioses mayores, previamente
caídos. El inepto se sirve de
mediocres, cual bufones, para que le autoafirmen en sus erráticas decisiones,
en su mediocridad intelectual o en su inmadurez psicológica, a cambio de
puestos en órganos político-administrativos y socio-económicos, edulcorados con
buenos presupuestos y/o subvenciones (...)
(…) los sistemas caóticos per sé,
terminan autodestruyéndose por mor de las entropías endógenas, por ello es de
esperar que corrupción, como las mafias, el crimen organizado, las sectas, suelen acabar comidas por sí
mismas por una suerte
de teoría del domino, en las unos arrastran a otros (…)
No tenemos por desgracia un pensamiento - político y económico- capaz de prescribir conforme a lo que la sociología describe. Parece que
la realidad nos supera, y es así en buena parte y no debe minusvalorarse. Llama
poderosamente la atención como el pensamiento administrativo del S XIX se
adelanto a su realidad, y posteriormente en una parte la sociedad se conformó de
acuerdo a sus postulados. O fueron profetas o buenos nutrientes para los políticos
reformistas. Tal vez hoy exista un divorcio excesivo entre la ciencia y la política,
so pena de que la ciencia actual sea inútil o irrelevante cualitativamente, no
obstante su incremento cuantitativo.
Cuanto más reticente sea un político a las innovaciones en favor al interés general,
mas necesario es un asesor capacitado en las habilidades propias del politólogo.
Lo que por aquí tengo visto oído y constatado, es que hay más de lo mismo
en lo sustancial (la decisión política) , aunque muy distinto en lo accidental (el asesor).
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