miércoles, 11 de febrero de 2015

Tic-Tac, tic –tac, … (2)

Veámos marcos teóricos, sustentados en tiempos tan remotos como los de las grandes  civilizaciones (siglo IV ac) y  que invitan a una interpretación ortodoxa sobre cómo gestionar los asuntos colectivos, sin permitir la patrimonialización del órgano administrador que ejecuta las políticas regulatorias, distributivas o als redistributivas  MICIUS, pensador Chino  (500 AC) diría que  quien quiera hacer negocio tiene que disponer de un sistema. (…)Hasta los operarios sin destreza logran resultados si disponemos de un sistema. Si se trata de gobernar un imperio sin tener un sistema como modelo ¿no resultaremos menos inteligentes que los vulgares operarios? (sic)’
Otro personaje más conocido,  CONFUCIO, al abandonar el cargo público en el reino de Lu, condenaría el favoritismo y el partidarismo en la administración de lo público. (…) En la  Administración hay que mantenerse siempre ocupado, hay que mantener los asuntos de gobierno siempre en la mente, sin debilidad y ponen en aplicación los principios con absoluta consistencia, sin desviaciones. Y por último, escoger honestamente y sin egoísmos a funcionarios públicos capaces (…).
Las enseñanzas de Confucio se enmarcaron en el ámbito de la filosofía ética, moral y política, considerando que los propios actos externos de las personas se basaban en las cinco virtudes (bondad, honradez, decoro, sabiduría y fidelidad).
También en el S. IV AC, en su  dialogo con Nicomedes,  SÓCRATES le aconseja no despreciar para un cargo público a quien tenga la habilidad suficiente para conducir una casa, pues la dirección de  asuntos privados, difiere de la de los públicos, solamente en la magnitud; en todos los demás aspectos son muy similares
A la muerte de Confucio surgieron dos escuelas: una que acentuaba la bondad innata de la naturaleza humana, que podía envilecerse por el propio esfuerzo destructivo o un ambiente perverso. La otra escuela sostenía que las personas nacen con una naturaleza perversa pero susceptible de regenerarse gracias a la educación moral. Esto que sería repetido ante el debate Hobbes-Rousseau sobre la naturaleza humana, sigue siendo el dilema, y la Ciencia de la Administración se hizo eco también en los ’40, al afirmar  Robert  DAHL en Ciencia de la Administración Pública: Tres problemas(1947) que (…) estamos muy lejos de una Ciencia de la Administración Pública, ninguna es posible a no ser que, entre otras cosas …  La naturaleza del ser humano en el área de  Administración Pública  ha de ser mejor comprendida y su conducta más predecible.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario