Ahora que los griegos están cara a la pared, tras haber mentido sobre sus cuentas publicas a la UE, tras haber pedido un segundo rescate y una ciudadanía indignada y una mala Gestión Pública, su gobierno plantea reformas radicales. El primer ministro griego, ha planteado la conveniencia de un referéndum para aprobar 'un cambio del sistema político' para el próximo otoño. Nada más y nada menos que los cambios necesarios pueden afectar "al sistema político, al funcionamiento del parlamento, al número de diputados, a la financiación de los partidos, al sistema electoral, o la inmunidad de los parlamentarios. Y lo mejor es que se afirma que es para hacer los grandes cambios que necesita el país. Supongo que solucionaran también lo que la prensa ha denominado el ‘jardín de las delicias griego’.
O sea que el diagnostico que ha venido haciéndose desde hace tiempo por voces críticas y autorizadas, resultan ser ciertas. Ha dicho el mandatario griego que "Nadie nos escuchará si no ven que nosotros mismos corregimos nuestros errores". En línea de principio todo está bien, si bien acaba, pero ya no es tiempo para brindis al Sol. Sinceramente creo que en nuestra Comunidad no necesitamos tanto diputado, no necesitamos a las Diputaciones, con una adecuada estructuración comarcal dependiente de un nivel político-administrativo de régimen Local y cohesión territorial –. Ya pocos se acuerdan de aquel Decreto del Gobierno Valenciano (núm. 170 de 28 de octubre de 1985) sobre las Demarcaciones Territoriales Homologadas como referencia para la descentralización administrativa de los diferentes servicios prestados por la Generalidad, como la educación, la sanidad, o la agricultura.
El problema es que el Estado del Bienestar es un problema en sí, político y administrativo, por dos razones que me parecen fundamentales y sencillas: de una parte porque es demasiado caro, y en no pocas cuestione es eficaz, como el sistema de educación en todos los niveles, por poner un ejemplo grave de ello. De otra por la fragmentación y diversidad de las demandas sociales, lo que obliga aun dinámica expansiva.
La conocida ‘Ley de Wagner’, ya apuntaba que el desarrollo económico de la sociedad conlleva al incremento del gasto público ya que del nuevo status surgirían nuevas necesidades de la actividad pública reguladora y protectora, debido a factores como el incremento de la población, urbanización, uso de nuevas tecnologías u otras causas adicionales. En contra del postulado liberal de activación-desactivación en función de lo que el mercado solucione, resulta que la actividad económica del Estado, siempre aumenta, lo que no deja de ser paradójico, como lo demuestran la cifras, que en anterior entrada dejamos señaladas de que en pleno auge de la NPM, se han producido la mayores cotas de gastos públicos en el marco de la OCDE.
Si a la dinámica expansiva del Estado se le suma la que deriva del incremento de las prestaciones del bienestar, bien por comodidad electoral, bien por la mala cultura cívica, resulta que, el final es el colapso, mientras que las leyes de la economía marquen las reglas.
O sea que el diagnostico que ha venido haciéndose desde hace tiempo por voces críticas y autorizadas, resultan ser ciertas. Ha dicho el mandatario griego que "Nadie nos escuchará si no ven que nosotros mismos corregimos nuestros errores". En línea de principio todo está bien, si bien acaba, pero ya no es tiempo para brindis al Sol. Sinceramente creo que en nuestra Comunidad no necesitamos tanto diputado, no necesitamos a las Diputaciones, con una adecuada estructuración comarcal dependiente de un nivel político-administrativo de régimen Local y cohesión territorial –. Ya pocos se acuerdan de aquel Decreto del Gobierno Valenciano (núm. 170 de 28 de octubre de 1985) sobre las Demarcaciones Territoriales Homologadas como referencia para la descentralización administrativa de los diferentes servicios prestados por la Generalidad, como la educación, la sanidad, o la agricultura.
El problema es que el Estado del Bienestar es un problema en sí, político y administrativo, por dos razones que me parecen fundamentales y sencillas: de una parte porque es demasiado caro, y en no pocas cuestione es eficaz, como el sistema de educación en todos los niveles, por poner un ejemplo grave de ello. De otra por la fragmentación y diversidad de las demandas sociales, lo que obliga aun dinámica expansiva.
La conocida ‘Ley de Wagner’, ya apuntaba que el desarrollo económico de la sociedad conlleva al incremento del gasto público ya que del nuevo status surgirían nuevas necesidades de la actividad pública reguladora y protectora, debido a factores como el incremento de la población, urbanización, uso de nuevas tecnologías u otras causas adicionales. En contra del postulado liberal de activación-desactivación en función de lo que el mercado solucione, resulta que la actividad económica del Estado, siempre aumenta, lo que no deja de ser paradójico, como lo demuestran la cifras, que en anterior entrada dejamos señaladas de que en pleno auge de la NPM, se han producido la mayores cotas de gastos públicos en el marco de la OCDE.
Si a la dinámica expansiva del Estado se le suma la que deriva del incremento de las prestaciones del bienestar, bien por comodidad electoral, bien por la mala cultura cívica, resulta que, el final es el colapso, mientras que las leyes de la economía marquen las reglas.
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