Para el administrativista García Oviedo el germen de la
Administración hay que buscarlo, en gran parte, en el despotismo ilustrado, que
además de la exaltación de la
personalidad humana y estimación de su destino como objetivo fundamental del
Poder público, también promovió reformas con una actividad incesante del Estado. Para Federico
el Grande une razón y autoridad y concibe al Estado como agente de bienestar y
reformas según las luces de la razón.
Esto es el embrión la idea de la Administración
como obra del Estado, reflexiva
y técnica, en la que el príncipe se muestra como servidor del Estado
pero con acciones reflexivas, sabias,
eruditas, para que sean eficaces. Y para ello sustenta el edificio del Estado sobre el Ejército - para
defender y conservar - y la Burocracia - para crear y mejorar - el aparato administrativo del Estado.
En el orden
de la Ilustración; el príncipe, cede a la cosa; el móvil, a la materia;
al asunto, la empresa; al norte, la técnica. Ahora no se trata de cómo debe
proceder el príncipe, sino lo que debe hacer y cómo ha de hacerlo
con eficacia. Y así se gesta la idea de
una Administración para un Estado de Policía
que genera la necesidad de desarrollarla y de hacer de ella una ciencia
autónoma. La idea de una ciencia administrativa está en germen en la
Ilustración, que pide reformas con medios aptos con la correspondencia de un
esfuerzo intelectual que alumbrara las normas e instituciones adecuadas para la
consecución del objetivo.
Para Jordana de Pozas la policía fue una especie de meteoro científico de breve
duración y equívoco contenido. Su vida es corta, pues se desarrolla en el
transcurso de poco más de un siglo, y el número de sus obras de alguna
importancia que la exponen es reducido
Villar Palasí diría al respecto (…) En España, a la sombra del «despotismo
ilustrado», surge una pléyade de autores que pasan a la Historia con el nombre
de «cameralistas», los cuales estudian la economía, la ciencia fiscal, la
estadística, y también la ciencia de la Policía. El prototipo de monarca
español del «despotismo ilustrado» es Carlos III, en cuya época florecen una
serie de nombres como Saavedra Fajardo, Pedro Navarrete, Cangas Argüelles, etc.
…la Ciencia de la Policía se integra en el
conjunto de doctrinas políticas, económicas, administrativas e incluso
filosóficas, que comienzan a mediados del siglo XVII, llenan todo el XVIII e
incluso durante parte del XIX, en
Austria y Alemania, y suelen designarse con el nombre general de Cameralismo o
de ciencias camerales. Este nombre es adecuado, porque expresa que las
doctrinas mencionadas surgen en el seno de los Consejos que formaban en las
monarquías absolutas las claves de la Política, tanto interior como exterior, y
de la Administración.
…Como en los demás países, la ciencia de la
Policía está enteramente ligada como un substrato político filosófico, que es
justamente el que determina su nacimiento. Este substrato político filosófico
es el «despotismo ilustrado », que es un fenómeno que se ofrece en un momento
determinado en la mayoría de los países continentales europeos (…)
Todo ese movimiento de la ciencia policial o
cameralista es la antesala de lo que en
el XIX sería la Ciencia de la Administración y en algunos
aspectos el Derecho Administrativo. Entre finales del XVIII y principios del XIX, muchas obras y
estudios sobre la Administración y el Derecho Público se aproximaban, a lo que hoy puede es
propiamente el ámbito de atención científica del Derecho Administrativo en este
país.
La
Ciencia de Policía especulativa tal y como sucedió en Alemania y Francia no
arraigó en España, al tener su genuina
versión en el “Gobierno Político y Económico del Reino” de mucha más antiguedad
y hondura y equivalente en contenido al de la policía pues bajo
la denominación patria,
se estudiaban todas las cuestiones afectantes a la mejora de la actividad
económica, desde la agricultura hasta la instrucción y que sería equivalente a
la idea posterior de Administración Interior.
No
obstante la Ciencia de Policía foránea fue conocida en España por la divulgación que realizaron Puig y
Gilabert, Valeriola o Foronda entre el XVIII y XIX.
Puig y Gelabert, en el
preludio de . Elementos Generales de
Policía, Barcelona, 1784 que es la
traducción al español de la obra de Von Justi, Principios
de Ciencia de Policia de 1756.
El valenciano Valeriola
i Rimbau, publicaría la Idea General de Policía (Tratado de policía
sacado de los mejores autores que han escrito sobre este objeto), en ocho
cuadernos impresos entre 1798 y 1802, inspirado en el Traité de la Police de De la Mare.
Valentín Foronda, publicaría sus Cartas
de Policía, en 1801, siguiendo a de la Mare el Traité de la Police de 1622 y las Instituciones
Políticas de Von Bielfield de 1760.
Robert von Mohl fue el último gran cultivador de esta antigua disciplina, cuya obra Die
Policey-Wissenschaft, se publicó desde 1832 hasta 1866, por lo que la
disciplina se mantuvo más de 100 años
desde de que se iniciara su enseñanza en Halle y Frankfurt del Oder en 1727.
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