domingo, 2 de diciembre de 2012

De la deconstrucción a la reconceptualización

En el programa de Conferencias del INAP  en curso "La reforma del Estado y de la Administración española” en la que correspondió a  D. Santiago Muñoz Machado con el título Repensar el Estado, señaló al inicio que casi nada funciona correctamente, … desde los parlamento a los sindicatos… . Al final si dio un espaldarazo a la experiencia de las Autonomías, con la necesidad de cambios en el modelo.
He tenido ocasión reiteradas  veces en este blog de referirme a los ajustes que hay que hacer en la arquitectura institucional del modelo político-administrativo y de hacer mención al origen de las causas  de las perversidades en lo público que se explican cuando se confunden los fines, los objetivos y las  funciones en las organizaciones.  La cuestión más grave reside más que en la cuestión técnica del manejo público, en la función de la  Administración Pública, y esto primordialmente es lo que se ha de reconceptulizar. Siendo importante ajustar el modelo autonómico en los términos expuestos por el conferenciante, más acuciante me parece salvar el Estado o de reconducirlo a sus funciones, fines y objetivos, a cuyo propósito debe reflexionarse en el marco de la crisis, de la globalización, de la fragmentación y de la crisis de gobernabilidad institucional su reconceptualización pues incluso Fukuyama asintió en 2004  que la debilidad del Estado constituye un asunto de primer orden tanto en el ámbito nacional como internacional  (Cfr.‘ La Construcción del Estado. Hacia un nuevo orden mundial en el Siglo XXI’). Debatido esto los ajustes de la autonomías deben realizarse  en un Estado ya reajustado.
 En 2007   G. TiMSIT   fue el lector de  6ª conferencia Braibant, titulada  “Reinventar el Estado. Continuará” en el marco de las actividades del IIAS. Este académico señalaba
(…)De hecho, el Estado estratega no es simplemente un Estado responsable de «una función gestora racional», como se suele creer, o «la definición de un programa gubernamental» que debe ser implementado gracias a instrumentos como el «presupuesto marco», la definición de los techos de gasto y otras técnicas similares... El Estado estratega es un Estado que, por tener que dar cuenta a la comunidad ante la que es responsable, debe también asumir la Responsabilidad de garantizar misiones estratégicas que impliquen que es responsable de la sociedad.
La importancia que adquiere la reinvención del Estado se ve potenciada por otro valor básico en nombre del cual avanza la reforma: la solidaridad, la necesaria solidaridad impuesta por la expansión de la vinculación cívica y el desentrañamiento del tejido social característico de nuestras sociedades. El fracaso histórico del final del último siglo de revoluciones que tuvieron lugar en los países de Europa central y oriental (donde se había perpetuado una forma de control de Estado extremo) contribuyó enormemente a la desafectación del Estado.
Para estos y mucho otros países, el resultado fue una desacreditación y un distanciamiento del Estado en lo que concernía a sus cometidos en el ámbito social, particularmente, y del cual el Estado había sido responsable desde el principio. El fenómeno dramático de la exclusión social, que las sociedades contemporáneas están experimentando y que no pueden sino empeorar. A ello hay que añadir: la desterritorialización del fenómeno religioso que están generando las fluctuaciones migratorias en los países occidentales, agravada por la globalización. La consecuencia de esos factores ha sido a desacelerar el proceso desintegración de las sociedades. El viejo Estado administrativo, incluso en su versión más indulgente del Estado de Bienestar no podía seguir garantizando la gestión o la unidad de la sociedad. Precisamente en reacción a esta tan desastrosa evolución, comenzó el proceso de reinventar el Estado, un Estado cuya acción primaria debe ir más allá de las funciones obvias del Estado, centrándose en factores esenciales para la cohesión del grupo: empleo, sanidad, educación, cultura, por ejemplo, todos ellos sectores sin cuyo desarrollo sería imposible, impensable, reelaborar la vinculación cívica.
De esta forma podemos apreciar mejor las características y valores del enfoque normativo basado en el diálogo. La maquinaria utilizada en este enfoque, adaptada a los mecanismos de democracia tradicional —en algunos países, prácticamente dilapidada por no haber servido lo suficiente— sitúa la noción de legitimidad en el centro del proceso de Estado, una idea que, lejos de proyectar la atención hacia fenómenos intangibles e inmateriales, aporta, por el contrario, resultados directos específicos e inmediatos al proceso de reforma. He intentado simplemente esbozar el análisis. Al final de esta conferencia puedo observar, obviamente, lo imprudente que he sido al hacerlo. La verdad es que sólo estoy seguro de una cosa: reinventar el Estado es un proceso a continuar, será, en cualquier caso, un proceso que no tendrá final. (…)
Sirva esta exposición para fijar el debate, de la misma manera que en la 5ª Conferencia Braibant de 2006 del IIAS, Jocelyne Bourgon manifestó  la necesidad de que una nueva teoría sobre la  Administración Pública  se articularan en un Gobierno-Administración sensible/receptivo, responsable y respetado(confianza Pública). Esta postura sobre las características de los Gobiernos  tuvieron la crítica de C. Pollit y otros en cuanto a que en esas propuestas se estaba más en la búsqueda de una nueva Teoría de la democracia liberal, que una sobre la propia Administración, ya que  ciudadanía, participación …  son vistas como cuestiones políticas y no administrativas.
Cuestión peregrina ya que  cada modelo administrativo tiene su orientación en un modelo político y se ha venido progresando en función de los cambios políticos, siempre revolucionarios, cruentos o no. La revolución francesa, la de 1849, la república de Weimar, la era progresista americana o el final de la II guerra mundial  generaron  políticas administrativas distintas, distantes o antagónicas  de sus precedentes  y el resultado histórico está ahí.
Me parece que está pendiente de terminar de pensar las propuestas  R3/RRR - reconexión, reconceptualización y redesempeño – en cuanto suponen reconceptualizar propósitos, reconectar con la red de políticas, redefinir la racionalidad administrativa, recapitalizar los activos, redireccionar los recursos y revitalizar los valores constitucionales. De momento sólo percibo desconstrucción, malversación, cambio de élites y de redes beneficiarias, y sobre todo la fragmentación social vía desaparición de las clases medias, como gran logos de la segunda mitad del  Siglo XX. Me parece pues tarea previa fijar el qué y el cómo y hasta que alguien invente algo mejor para el progreso humano el sistema democrático, pero el de verdad, el que marcan los cánones teoréticos .

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