lunes, 26 de marzo de 2012

David Crockett: Ejemplaridad en el gasto público


Hemos visto en anterior entrada la falta de ejemplaridad suficiente en la gestión política, y lo bienvenido que hubiera sido frente a la huelga general en el marco de reducción de lo público. Vemos que sigue el nepotismo en los cargos y prebendas, sobre todo en ese nicho del sector público y los órganos consultivos, por lo que siempre viene bien una dosis de ejemplariedad.
Poco saben que el héroe americano David Crockett además de su gesta en la batalla de El Álamo en la guerra de México fue elegido para el Comité de Propuestas y Quejas de Congreso de los EEUU americano entre 1826 y 1828.
Se distinguió como enemigo del derroche del gasto gubernamental y en su discurso titulado “Not yours to give”, de crítico a los congresistas que querían ayudar a la viuda de un oficial de la marina, pero con fondos públicos y no estaban por la labor de destinar su propio salario semanal a la causa.
(…) Tengo tanto respeto por la memoria de los muertos como simpatía por los sufrimientos de los vivos, sea cual sea éste, como cualquier otro hombre de este Congreso, pero no debemos permitir que nuestro respeto a los muertos o nuestra simpatía hacia parte de los vivos nos lleve a realizar injusticias sobre el equilibrio de los vivos. No daré ningún argumento para probar que el Congreso no tiene poder para emplear este dinero en un acto de caridad. Cada miembro de esta sala lo sabe. Tenemos el derecho, como individuos, a donar tanto dinero como queramos a la caridad; pero como miembros del Congreso no tenemos el derecho de apropiarnos de los fondos públicos. Se han dado algunos argumentos razonables basados en que es un deber que se les debe a los muertos. Mr. Speaker, el fallecido vivió hasta mucho después del fin de la guerra; estuvo en su cargo hasta el día de su muerte, y nunca oí que el gobierno estuviera en deuda con él.
Todo hombre de esta sala sabe que no es un deber. No podemos, si no es mediante la mayor corrupción, apropiarnos del dinero para pagar una deuda. No tenemos la autoridad de apropiarnos de ella para emplearla en caridad. Mr. Speaker, he dicho que tenemos el derecho de donar tanto de nuestro patrimonio como deseemos. Soy el hombre más pobre de este congreso. No puedo votar por esta partida, pero daré una de mis pagas semanales para la causa, y si todos los miembros del congreso hacen lo mismo, la suma total será mayor que la partida solicitada. (…)

Suena, sabe y huele bien y concuerda con que diera su vida por alguna causa. La moral económica y las otras suelen coincidir.

Qué bien nos hubiera ido en nuestro país, en nuestra región y en nuestra ciudad si no se hubieran hecho amigos y caridad a costa de los fondos públicos. Los caritativos que se desprenden de bienes personales, no es el fenotipo dominante en el ambiente de lo político.

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