Bluntschli,
Colmeiro, González Posada son insignes pensadores de Ciencia administrativa
desde el enfoque socio-político del S.
XIX, que podrían calificarse de segunda generación pro el tiempo en que
escriben sus obras y por ser posteriores
y seguidores o continuadores de aquellos
de los que solemos hablar ordinariamente como los pioneros de la Ciencia de la
Administración moderna por compartir una
pretensión científica o cuasicientífica en aquel momento muy significativa en
el marco del nacimiento de las ciencias sociales.
Solemos
utilizar un orden cronológico desde Bonnin, pasando por el pensamiento de la década
prodigiosa española hasta Stein, como triduo al que solemos dar igual
importancia. En el contexto europeo señalamos siempre dos hechos de extrema
relevancia histórica y muy especialmente para la Ciencia de la Administración;
la revolución política de 1789 y la revolución social de 1848. En el americano
es Wilson el pionero
en la más joven nación americana infradesarrollada en la cuestión
administrativa, para el progreso que
comienza en esa época.
En el caso de
Juan Gaspar Bluntschli nacido en Zurich en 1807 y Doctor en Derecho a los
veintidós años de edad y perteneciente a la escuela histórica de
Savigny, su ciudad le debe su Código civil y luego enseñó en Munich y
Heidelberg hasta 1861.
Su Derecho Público
Universal de 1852 fue el instrumento de la difusión de su pensamiento
administrativo - del cual su parte tercera apareció en italiano como el título
de La Politica como Ciencia en 1876. También destacan su Teoría del Estado moderno (1875-1876) en la que
expresa una teoría organicista extrema.
Su Derecho Público
Universal contiene dos
aspectos importantísimos a nuestro juicio; de una parte afirma la cientificidad
de la ciencia política y desde tal consideración estudia el rol específico de la administración, examinando los servicios
y las funciones públicas, el nombramiento de los funcionarios, sus derechos y deberes, su relación con el gobierno, los ministros.
Dos órganos de gobierno son de especial atención, el Estado
– sobre el que puntualiza las relaciones con la
iglesia y con la ciencia y el arte - y el municipio urbano
y rural, y de manera especial el ámbito de la policía.
Sobre el primer aspecto pretendió establecer
el carácter real y científico de la política y
en el libro XI sobre la Administración
Pública, aconsejó que se separara la
administración tanto de la política como del derecho, pues (…)
La política, dice, es una actividad del Estado "en cosas grandes y
universales", al paso que "la administración, en cambio", es
"la actividad del Estado en cosas individuales y de poco momento. La
política es, pues, el dominio especial del estadista, y la administración lo es del funcionario
técnico" ...”La Administración Pública es la ejecución detallada y sistemática
del derecho público. Cada aplicación especial, particular, de la ley general,
es un acto de administración (…).
Diría que la ciencia
del Estado, tiene por objeto conocer y a comprender el Estado en su
esencia, en sus manifestaciones y en su desarrollo. Para el autor no están
comprendidas en esta Ciencia algunas
ciencias auxiliares para su conocimiento, tales como la historia, La estadística, la economía política, el estudio de
la sociedad, pero sí la
política y el derecho público. El ‘derecho
público’ estudia al Estado en su regular existencia, en su orden normal, y
manifiesta su organismo, las condiciones permanentes y fundamentales de su
vida, las reglas de su existencia y la
necesidad de sus relaciones. La ‘política’ estudia al Estado en su vida y
desarrollo y muestra las aspiraciones públicas, los caminos que conducen al fin
propuesto, y los medios de realizarlo; La
política es, pues, la vida del Estado, el acto practico del gobierno. El
derecho público es a la política lo que el orden a la libertad. El primero se
pregunta, si lo que es se halla ajustado a derecho; la segunda, si la acción
propuesta se conforma el fin.
Ambas ciencias tienen un aspecto moral, porque el Estado es
un ser moral cuyos principios tienen una
base más ancha en la naturaleza humana, una causa más alta en el orden divino del
mundo y los fines sobrenaturales del hombre. Sin el soplo vivificador dela
política, el cuerpo del Estado quedaría convertido muy pronto en un cadáver;
sin el fundamento y las limitaciones del derecho, se perdería la política
en egoísmo sin freno y en un furor fatal
de destrucción. El estudio científico del Estado puede emprenderse tomando diferentes
puntos de vista y por diversos métodos, distinguiéndose principalmente dos
racionales (método filosófico y
el histórico), y dos irracionales fruto de la exageración de los dos
primeros (La abstracta ideología, y
el exclusivo empirismo)
La mayor parte de los autores han seguido exclusivamente uno
u otro método, y sólo algunos hombres de genio han sabido reunirlos y
combinarlos (cita a Aristóteles o Cicerón,
Maquiavelo, Montesquieu) y otros han caído en el error de la ideología (cita a Rousseau, Bentham y Platon). El historiador verdadero
da a la filosofía su justo valor; el verdadero filósofo pide consejo a la
historia.
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