miércoles, 15 de octubre de 2014

Neoleviatán (1)


 
La imagen que antecede representa la visión del antiguo testamento sobre el Leviatán identificado como Satanás,  vencido finalmente  por Dios.  Para Hobbes  el Leviatán (1650) -  Estado o Civitas -  supone  la  construcción de un pacto social para remediar el   ‘estado de naturaleza’ en el que los seres guiados por el instinto de supervivencia, el egoísmo y  la ley del más fuerte  se hallan  en una guerra de todos contra todos, que haría imposible el establecimiento de sociedades en  paz y la armonía.
Maritain desde  la filosofía política cristiana,  en  El hombre y el Estado (1950)  nos diría que el ser humano como individuo es para el cuerpo político y el cuerpo político es para el ser humano como persona. Pero en modo alguno el hombre es para el Estado, sino el Estado para el hombre. Posición  diametralmente opuesta  a la musoliniana del todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado. El leviatán tiene una lectura positiva o negativa, tanto en lo cultural como en lo político según el ‘qué’ y el ‘como’ de este. La historia ha demostrado las  consecuencias perversas  del Estado totalitario, como aquellas fruto de un  modelo de mínimos. Y entre ambas el Estado social del bienestar keyenesiano (ESBK)  -resultante en europea del consenso entre socialdemócratas y democristianos - parece que es el único modelo empírico que salva los papeles aunque solo sea por haber competido y ganado  al socialismo real en términos de progreso integral. Y esta es una realidad que nos hace ser muy cuidadosos y agradecidos con ese modelo de Estado, como para dejarlo en manos inadecuadas.
Esto ha de servir para entrar en debate sobre la necesidad de recuperar o no lo que se ha llamado el Neoleviatán o leviatán dirigido, Estado Administrativo, estado funcional moderno, como la última evolución del ESBK a finales de los ‘70 del S. XX .
Así vemos propuestas  de un Estado neoadministrativo (Durant), un Estado con menos administración y con énfasis en otros roles. La desregulación, desactivación y devolución, lo configurarían peo en  relación con la reconexión,reconceptualizacón y redesempeño. También se ha apostado sobre un  Estado neoweberiano (Pollit y Bouckaert),como híbrido todavía por inventar que combina los elementos del funcionamiento burocrático con los principios de la economía y de las nuevas formas de gobernanza. Equivale a las propuestas de “burocracia liberal” de Giauque, “gobernanza pública reanimada” de Budd o “nuevo servicio público” de Denhart y Denhart. Igualmente puede hablarse de “neoburocracia” a los  modelos alternativos a la NPM al menos con sus propuestas  de  3ª generación en los que  la  eficiencia económica se compadece con  un gobierno activo, respetuoso con la legalidad y transparencia, profesionalización del servicio público, modernización administrativa vía incorporación de las tics, participación ciudadana en la gestión pública y un enfoque hacia el modo de gobernanza.
Como el debate, citado varias veces en este blog,  sobre qué  Administración Pública, para qué  Estado y para qué sociedad – de momento siempre democrática- sigue abierto desde el congreso  del IIAS del 2006  desde la Propuesta de J. Bourgon “Gobiernos sensibles, responsables y respetados. Hacia una teoría Nueva Administración Pública” ,  cabe en esta transición de paradigmas que vivimos plantearse si tiene sentido, salir del limbo con  un neoleviatán equivalente y equipotente al que nos ha precedido en el ESBK  y en su caso, bajo qué condiciones para su gestión.
El ciudadano-administrado y copropietario  constitucionalmente del Estado sospecha del Leviatán (estatal o no) cuando los servidores de lo público, cuya formación  política agoniza, empiezan la fuga en pro de una colonización de puestos en empresas privadas concesionarias  en la prestación de servicios públicos en régimen de concesión. Los fenómenos de puerta giratoria,pantouflage, la mayor de las veces, obedecen no a la gran gestión o elite de procedencia (ENA), sino a la presión sobre éstas concesionarias que ven peligrar sus intereses, asumiendo a estos altos cargos como un coste de transacción, más que como un valor añadido.
Los ciudadanos también sospechan cuando los políticos tratan de llenar sus agendas ya preelectorales, forzando a las instituciones de la sociedad civil a que les hagan hueco en sus actos académicos, forzando situaciones  ridículas. Lo mismo sucede cuando los decisores en lugar de acudir a la academia a recibir formación o información, acuden a ella para buscar legitimaciones que de la que carecen individualmente, informes para justificar acciones contra legem, contra tabulas o contra societas, como si estuviéramos otra vez en la era de las arcana.
También  hay sospecha cuando la  Administración Pública hace el trabajo sucio a grandes intereses privados, enmascarados en el  difuso general (vg. los fondos buitre que han adquirido  las viviendas sociales,… los agentes urbanizadores, las expropiaciones a favor de grandes empresas,…)
Episodios nacionales y regionales actualísimos no faltan en el abundamiento de la sospecha y el desconcierto y la tribulación, pero los ciudadanos comienzan a no querer un leviatán equipotente al anterior cuando lee que seis  policías han sido los homicidas de un ciudadano, cuando un oficial de la guardia civil presenta pruebas falsas al ir a 200 km/h, cuando los magistrados acceden a las plazas mediante amiguismos o cuando los inspectores de hacienda o los fiscales miran para otro lado según quien, y cuando el 53% de los eurodiputados desempeñan actividades ajenas a su labor parlamentaria. El empleado público también se preocupa, se molesta, y desmotiva cuando ve que sus derechos son reconocidos solo en sede judicial, ya que la Administración Pública dilata por aquello de que no hay dinero o razones varias y, ya para nota, cuando ser permite con la que está lloviendo  presentarse a las lecciones queines sólo estas imputados pro casos de prevaricación en la gestión municipal, esto no es corrupción. Esto me ha dejado tan estupefacto como cuando leí que un empresario mexicano relatada a un medio ultracatólico-neocon que en su empresa ya no había corrupción por que habían despedido a un directivo que tenía un affair con su secretaria.
Confróntese estas actitudes sospechosas con la actitud del hombre común, el  ciudadano servil, contribuyente, al que le imponen una sanción de 500€ porque su perro se ha soltado, su coche le falta la ITV, o ha fumado en lugar incorrecto,… y se aquieta, a esperar la paga extra para recuperar  su  estabilidad presupuestaria, ya que a él no le prestan al 0`5%, sino que está sometido al TAE de los préstamos a 5-10 años o el de las tarjetas de crédito, muy cerca de la usura. ¿Qué nos diría hoy Don Gumersindo de Azcárate de la TAE del 12 o 24%?.

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