domingo, 5 de octubre de 2014

I Congreso Internacional sobre calidad democrática, buen gobierno y lucha contra la corrupción CEU-UCH (y 2)

Recordemos que anteriores entradas dimos cuenta de que Edgar Morin, principal representante del pensamiento complejo actual, se ha  referido a la idea del bucle reformador  en  reciente obra  «Política de civilización» desvelando la ambigüedad de las ideas de modernización y del desarrollo. Pueden citarse algunas de sus categóricas afirmaciones al respecto como las siguientes: “el imperativo de modernización no debe ser ciego, debe ser replanteado... El desarrollo ignora lo que no es ni calculable ni medible, es decir, la vida, el sufrimiento, la alegría, el amor, y su único índice de satisfacción es el del crecimiento -de la producción, de la productividad, de los ingresos monetarios...Concebido en términos únicamente cuantitativos, ignora las calidades de la existencia, las calidades de la solidaridad, la calidad ambiental, la calidad de vida, las riquezas humanas no calculables y no comercializables; ignora el don, la magnanimidad, el honor, la conciencia. Su avance barre los tesoros culturales y los conocimientos de las civilizaciones arcaicas y tradicionales; el concepto ciego y grosero de subdesarrollo destruye el arte de vivir y la sabiduría de culturas milenarias... El desarrollo ignora que el crecimiento tecnológico y económico produce también un subdesarrollo moral y psíquico...”.
Morin se ha referido al «bucle reformador» con la idea de que las reformas no son únicamente institucionales o sociológicas, son reformas mentales que necesitan un pensamiento distinto, una revisión de los términos aparentemente evidentes de la racionalidad, de la modernidad y del desarrollo. La reforma del Estado, la reforma del espíritu y la reforma de sociedad se necesitan mutuamente. La reforma del espíritu requiere una reforma de la educación que depende, de la reforma previa del pensamiento político. Existe pues, una relación circular entre esas reformas que dependen unas de otras. La «política de civilización» debería contribuir a la reforma de la vida, la cual debería contribuir a la política de civilización. Reforma ética, reforma de la vida, reforma educativa, reforma social y reforma del Estado son interdependientes y se nutren mutuamente.
De estrecha  conexión con la afirmación reciente del Secretario de Estado de Educación de Finlandia «La educación es la llave para el desarrollo de un país»,  país  que dedica sobre el 12% de los presupuestos del estado y los ayuntamientos a financiar el modelo.
Aun queda por hacer, volver a refefinir políticas a largo plazo, políticas de raíz, sinópticas, normativas y comprensivas, no validas en periodos decadentes.
 
Ahora toca decir  ¡¡¡ Es la ineptitud, estúpido ¡¡¡

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