Ahora en nuestro entorno español y especialmente el autonómico, no se puede decir, aunque se dice claro está, que la ciudadanía se encuentra satisfecha con las políticas públicas sustanciales; justicia, educación y sanidad especialmente y no sólo por el tema de los recortes sino por su eficacia en no pocos aspectos, no obstante la dificultad que entraña una gestión plenamente satisfactoria.
Es posible que a pesar de ello, sea siendo de mayor calidad lo público que lo privado, en algunas áreas es evidente y en otras imposible competir con el valor público, al margen, sea dicho, de cómo se gestiona, pues aquí la problemática actual es más del quién que del cómo.
En 1998 en la obra colectiva de Muñoz Machado ‘Servicio público y Mercado I, Los fundamentos’, podíamos leer lo siguiente “Se ha manifestado que el servicio público es el corazón del Estado, de modo que una variación de sus reglas toca el centro de la organización de la convivencia. Se justifica, por ello, la alarma, cada vez que se mueve la tierra debajo de la clave de la bóveda de los modernos sistemas políticos europeos. Se puede calificar de injustificada la conclusión de que la reforma incluye como precio la muerte de los servicios públicos, ya que la valoración sobre la posición de los servicios públicos en el futuro está apoyada en un análisis erróneo de los cambios que se están produciendo, y en una desmesurada exageración.Las razones que de ello se dan son en primer lugar, porque los únicos servicios públicos afectados por las reglas del mercado son los de carácter económico. En segundo lugar, y sobre todo, porque quienes aseguran la destrucción del servicio público no suelen preocuparse de establecer a qué servicio público se refieren. Es sabido que esta noción es de las más lábiles y cambiantes del Derecho Público moderno.”
No sé si con la dinámica que hemos seguido desde aquel 1998, hoy de podría afirmar, sin más lo mismo pero hoy más que nunca, no podemos presumir de lo que carecemos, ni tampoco de lo que hace tiempo también se carecía, por mucho que luciera el sol mediterráneo. Ni tenemos buenos servicios públicos, y menos aún gestores políticos que planifiquen a medio plazo. La borrachera y el cortoplacismo de la época dorada nos ha llevado a esta situación entrópica.
La situación no puede ya contentarse con peticiones de perdón, hay que reparar el daño, devolver la confianza y reconocer la ineptitud para gobernar.
No sólo no podemos presumir de ser los números uno en el mapa, menos aún de tener gestores decentes, honestos, volcados a la ciudadanía, autocríticos, …aptos en definitiva para ad-ministrare.
El tiempo siempre pone a cada uno en su sitio, ¡¡que pase deprisa¡¡.
Que buena publicación un muy buen articulo.
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