Es más que conocido que no es bueno que las zorras cuiden a las gallinas y en el corral administrativo se han colado demasiados depredadores y las gallináceas andan muy sueltas y asustadas, ahora que hay poco que comer. Siguen estando aún muchos zorros con antifaz, muchas vulpes, pues en realidad no se han ido nunca como si se tratan de un fenómeno de retroalimentación cibernética. Las zorras que entran, por las que salen. La política no podrá controlar la economía si la Administración Pública no se pone a dicho servicio, bien conformada y mejor dirigida. No es digno de sana gestión dejar a ineptos e incapaces dirigir los proyectos colectivos.
Dentro del mejor pensamiento administrativo patrio ya se dijo (vid. ALEJANDRO OLIVÁN con su trabajo De la Administración pública con relación a España, 1842) que la buena Administración depende de políticos aptos y funcionarios formados;
(…) de buena intención, de celo y conocimientos, pueden adelantar poco en el actual estado de cosas, menos hay que esperara de los hombres desprovistos de prendas, desnudos de ciencia, advenedizos en la Administración o injeridos en ella por la parcialidad o en los amaños, a favor de la dislocación general, en que no hay mesura en el pedir ni en el conceder, y que a los más altos puestos de Hacienda y Gobernación aspira, y a veces sube, quien para ninguna otra cosa ha parecido ni bueno ni mediano…,
(…)Los buenos empleados vendrán cuando se busquen, y abundarán cuando se formen (…)
Esa buena Administración depende también del bien fin de la misma, de su eficacia, de la responsabilidad de sus agentes. De su labor de protección y conformación del orden social de cada momento, Oliván lo expresaría, así;
(…) En todos los pueblos, en el más ignorado caserío, ha de poder el último y más oscuro individuo, atropellado en su persona, insultado en su honor, o perturbado en su propiedad por agente de la Administración en abuso de sus funciones, obtener directamente, y por la vía criminal delante del Juzgado ordinario del Distrito, sin viajes, sin gastos, sin riesgos, sin dilación, las reparaciones e indemnizaciones que le sean debidas (…) Mientras esto no suceda podrá inferirse sin más examen que no hay buena administración ni espíritu público en este país (…)
Nótese que esto no lo dijo un fabiano o un socialista utópico del momento, sino un liberal moderado, en un ambiente de Estado abstencionista. Las buenas ideas y los buenos propósitos son universales y el mal tiene su mejor aliado en el silencio del que obra el bien.
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