La reflexión sobre cuestiones de Administración Pública no es habitual más allá de las revistas especializadas. Si acaso lo ha sido como cuestión secundaria por temas de corrupción o de mala gestión, o como medio de ataque por la oposición a la hora de evaluar la acción de gobierno.
Las medidas que en nuestro país y otros de Europa se están adoptando sobre el control del gasto público y de ajustes estructurales suponen que en su fundamento está el cuestionamiento del Estado de Bienestar Keynesiano (EBK). Si no, como consecuencia de dichos ajustes habrá que plantearse su revisión o refundación. A raíz de estas cuestiones los medios buscan saber sobre la Administración Pública, y sobre todo en su aspecto de gestor del modelo de Estado y de convivencia. La afirmación de no hace mucho de Norman Birnbaum, Catedrático de Sociología de la Universidad de Georgetown, de que "Una crisis que puso en duda el futuro del capitalismo acabará por poner en duda el futuro del Estado" nos conduce a que no puede hablarse de Estado sin referirse a su modelo administrativo, tanto de la perspectiva sociológica, la político-institucional, o la organizativa.
El periódico ‘El Mundo’ dedicó un espacio el domingo 13 de junio a este particular en lo que afecta al ámbito autonómico valenciano.
Las medidas que en nuestro país y otros de Europa se están adoptando sobre el control del gasto público y de ajustes estructurales suponen que en su fundamento está el cuestionamiento del Estado de Bienestar Keynesiano (EBK). Si no, como consecuencia de dichos ajustes habrá que plantearse su revisión o refundación. A raíz de estas cuestiones los medios buscan saber sobre la Administración Pública, y sobre todo en su aspecto de gestor del modelo de Estado y de convivencia. La afirmación de no hace mucho de Norman Birnbaum, Catedrático de Sociología de la Universidad de Georgetown, de que "Una crisis que puso en duda el futuro del capitalismo acabará por poner en duda el futuro del Estado" nos conduce a que no puede hablarse de Estado sin referirse a su modelo administrativo, tanto de la perspectiva sociológica, la político-institucional, o la organizativa.
El periódico ‘El Mundo’ dedicó un espacio el domingo 13 de junio a este particular en lo que afecta al ámbito autonómico valenciano.
Diversas opiniones coincidieron en lo sustancial, entre ellas la mía - recogida en síntesis – ofrecía el siguiente diagnóstico http//www.scribd.com/doc/33447783
“Hablar de optimización en la Gestión Pública que se traduzca en eficacia y eficiencia de las decisiones no es ni fácil ni simple, dada la fragmentación y diversidad de toda la acción pública. En el momento actual nos vemos muchas veces, ante la imperiosidad de la actuación, a movernos conforme al método del ensayo-error. Andamos huérfanos de una teoría normativa sobre Administración Pública, que sustituya o renueve el modelo tradicional, máxime ante el fracaso que ha supuesto la denominada nueva Gestión Pública, en lo que sobre todo afecta a la desactivación del Estado.
Cabe añadir que el debate académico no está sólo en qué tipo de gestión, sino que tipo de Administración para que Estado dentro de nuestro modelo occidental.
En nuestra Comunidad Valenciana se echa de menos una regulación ad hoc del denominado Sector Público. Precisamos de una suerte de ordenación normativa tal y como se ha hecho en la Administración estatal con la LOFAGE y la ley de Agencias. No necesitamos técnicas gerenciales del sector privado sino directivos públicos formados en Gestión Pública además de sus áreas específicas de intervención. El futuro de la actividad formativa del IVAP tiene que ocuparse de este nicho abandonado de la gerencia pública y debe aprovechar las sinergias de las ofertas académicas de la Universidad.
Mutandis mutandi mucho de esto puede aplicarse a los grandes Ayuntamientos, ahora que esta recientemente aprobada la Ley del régimen local valenciano debe pensarse seriamente en el papel de las Diputaciones y el rol que pueden ofrecer las comarcas y demás instrumentos asociativos para la gestión de los servicios públicos.
Se cuestiona mucho el papel de los asesores, a mi juicio todo depende de sí en realidad lo son. Más que el aspecto cuantitativo, lo que interesa a la ciencia administrativa es el aspecto cualitativo; ¿Aportan valor añadido en sus consejos?, ¿Realmente asesoran para la mejor decisión o simplemente justifican el desaguisado o error político?. Hay un ahorro económico, no mensurable como intangible que es en buena parte de la toma de decisiones públicas. La lógica cartesiana sirve para lo que sirve, es decir para lo simple, pero lo simple o no existe ya en la actualidad o no es problema. La complejidad llamó a la puerta de nuestra sociedad occidental hace unos cuantos años y esto hace difícil la acción pública frente a la complejidad y sus parientes diversidad, dispersidad, fragmentación y dinamismo, sólo caben soluciones con enfoque sistémico. Los problemas públicos deben solucionarse con perspectiva de futuro y de sostenibilidad.
Desde la óptica organizativa podemos hablar de medidas de ajuste del gasto, que pueden resultar coyunturalmente acertadas, pero desde la perspectiva estructural el éxito organizativo último vendrá determinado por la honestidad política, por la mayor profesionalización posible de los gestores públicos y un uso adecuado de la contratación administrativa que se centre en la mejor prestación o el mayor ahorro posible.
No obstante en última instancia la Gestión Pública en su sentido más amplio –política, directiva y administrativa –no es ajena al hecho de que en muy poco tiempo, tras la ruptura del bloque comunista, hayamos pasado de pocas certidumbres a multitud de incertidumbres. La tesis de la modernidad liquida del sociólogo Bauman – junto con A. Touraine, premio príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades - afecta como no a este sector, como principal responsable de la complejidad social.”
“Hablar de optimización en la Gestión Pública que se traduzca en eficacia y eficiencia de las decisiones no es ni fácil ni simple, dada la fragmentación y diversidad de toda la acción pública. En el momento actual nos vemos muchas veces, ante la imperiosidad de la actuación, a movernos conforme al método del ensayo-error. Andamos huérfanos de una teoría normativa sobre Administración Pública, que sustituya o renueve el modelo tradicional, máxime ante el fracaso que ha supuesto la denominada nueva Gestión Pública, en lo que sobre todo afecta a la desactivación del Estado.
Cabe añadir que el debate académico no está sólo en qué tipo de gestión, sino que tipo de Administración para que Estado dentro de nuestro modelo occidental.
En nuestra Comunidad Valenciana se echa de menos una regulación ad hoc del denominado Sector Público. Precisamos de una suerte de ordenación normativa tal y como se ha hecho en la Administración estatal con la LOFAGE y la ley de Agencias. No necesitamos técnicas gerenciales del sector privado sino directivos públicos formados en Gestión Pública además de sus áreas específicas de intervención. El futuro de la actividad formativa del IVAP tiene que ocuparse de este nicho abandonado de la gerencia pública y debe aprovechar las sinergias de las ofertas académicas de la Universidad.
Mutandis mutandi mucho de esto puede aplicarse a los grandes Ayuntamientos, ahora que esta recientemente aprobada la Ley del régimen local valenciano debe pensarse seriamente en el papel de las Diputaciones y el rol que pueden ofrecer las comarcas y demás instrumentos asociativos para la gestión de los servicios públicos.
Se cuestiona mucho el papel de los asesores, a mi juicio todo depende de sí en realidad lo son. Más que el aspecto cuantitativo, lo que interesa a la ciencia administrativa es el aspecto cualitativo; ¿Aportan valor añadido en sus consejos?, ¿Realmente asesoran para la mejor decisión o simplemente justifican el desaguisado o error político?. Hay un ahorro económico, no mensurable como intangible que es en buena parte de la toma de decisiones públicas. La lógica cartesiana sirve para lo que sirve, es decir para lo simple, pero lo simple o no existe ya en la actualidad o no es problema. La complejidad llamó a la puerta de nuestra sociedad occidental hace unos cuantos años y esto hace difícil la acción pública frente a la complejidad y sus parientes diversidad, dispersidad, fragmentación y dinamismo, sólo caben soluciones con enfoque sistémico. Los problemas públicos deben solucionarse con perspectiva de futuro y de sostenibilidad.
Desde la óptica organizativa podemos hablar de medidas de ajuste del gasto, que pueden resultar coyunturalmente acertadas, pero desde la perspectiva estructural el éxito organizativo último vendrá determinado por la honestidad política, por la mayor profesionalización posible de los gestores públicos y un uso adecuado de la contratación administrativa que se centre en la mejor prestación o el mayor ahorro posible.
No obstante en última instancia la Gestión Pública en su sentido más amplio –política, directiva y administrativa –no es ajena al hecho de que en muy poco tiempo, tras la ruptura del bloque comunista, hayamos pasado de pocas certidumbres a multitud de incertidumbres. La tesis de la modernidad liquida del sociólogo Bauman – junto con A. Touraine, premio príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades - afecta como no a este sector, como principal responsable de la complejidad social.”
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