lunes, 12 de enero de 2015

Monarquía y Estado social o Monarquía social (1)


Esperanza, futuro y España fueron  las tres palabras más utilizadas por Felipe VI en su mensaje navideño, que  a mi juicio pone un punto y aparte en la nueva definición de la arquitectura institucional. Dijo el monarca en términos descriptivos

·  Estamos viviendo tiempos complejos y difíciles para muchos ciudadanos y para España en general.
· La dureza y duración de la crisis económica produce en muchas familias incertidumbre por su futuro.
· La importancia de algunos de nuestros problemas políticos genera inquietud.
· Las conductas que se alejan del comportamiento que cabe esperar de un servidor público, provocan, con toda razón, indignación y desencanto.

En términos prescriptivos señalaría;

· Necesitamos referencias morales a las que admirar, principios éticos que reconocer, valores cívicos que preservar.
·  Necesitamos un gran impulso moral colectivo y una profunda regeneración de nuestra vida colectiva. Y en esa tarea, la lucha contra la corrupción es un objetivo irrenunciable.
·    Debemos cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción.
·   La honestidad de los servidores públicos es un pilar básico de nuestra convivencia en una España que todos queremos sana, limpia.
·   La lucha contra el paro debe continuar siendo nuestra gran prioridad.
·   El sacrificio y el esfuerzo de los ciudadanos durante toda la crisis económica exige que los agentes políticos, económicos y sociales trabajen unidos permanentemente en esta dirección, anteponiendo sólo el interés de la ciudadanía.
·   La economía debe estar siempre al servicio de las personas.
·   Debemos proteger especialmente a las personas más desfavorecidas y vulnerables.
·   Debemos seguir garantizando nuestro Estado de Bienestar, que ha sido durante estos años de crisis el soporte de nuestra cohesión social, junto a las familias y a las asociaciones y movimientos solidarios.

Concluye que  todo tiempo político tiene sus propios retos y ahora corresponde poner al día y actualizar el funcionamiento de nuestra sociedad democrática y conseguir que los ciudadanos recuperen su confianza en las instituciones. Hay que regenerar nuestra vida política, recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, garantizar nuestro Estado del Bienestar y preservar nuestra unidad desde la pluralidad son los  grandes retos. A su vez en la pascua militar el Rey instó a recordar el principio de que “mandar es servir”, a su patria y a sus ciudadanos, con la entrega de la vida si hiciera falta.

Las revoluciones no cruentas y  de corte fabiano  suelen producirse cuando el ápice del poder reacciona a la presión social que se inicia desde abajo, aun cuando es alentada por ciertas élites. Debemos entender aquí la revolución (cruenta o no) como cambio social sustancial, formal o material, en este caso querido por muchos, supuesto el eskhaton de las próximas elecciones . Dicho en términos de políticas públicas, articulado con nuevas políticas constitutivas,  propias de análisis comprensivos y radicales que han de ser  seguidas de otras reglamentarias y distributivas, y que tienen su origen en un nuevo pacto social.    Como suele ocurrir en las situaciones  pre revolucionarias  las instituciones  intermedias entre la base y el ápice suele negar la realidad por cuanto son quienes, institucionalmente  se benefician de ellas  (políticos, burócratas, rentistas del sistema, apesebrados, red clientelar cautiva,supervivientes del caos,…).

La prensa recoge con justicia  que el mensaje fue considerado  realista, certero, y oportuno. Sin embargo no gustó en Moncloa y se sugirieron  algunos cambios, de tono menor. El tono  general pesimista y sombrío no fue del gusto del Ejecutivo y menos todavía el enfoque demasiado social con críticas  a la situación económica, la insistentes menciones del desempleo, de los vulnerables, desfavorecidos.

En el discurso en dos ocasiones se cita  la fórmula Estado de Bienestar cuando don Juan Carlos sólo la utilizó una vez en sus 39 discursos navideños. Se ha calificado como un discurso de regusto socialdemócrata, con la mirada puesta en el Estado más que en la iniciativa privada, diametralmente alejado de determinado  liberalismo de algunos.  Al gobierno le hubiera gustado más un  discurso como el del Rey Guillermo de Holanda en su toma de posesión en  septiembre de 2013, en el que abogó por la sustitución del Estado del bienestar por una sociedad participativa, discurso curiosamente  impulsado por un gobierno de centro izquierda (liberales y socialdemócratas).

Hasta aquí podrá decirse que lo que ha pasado es que esta monarquía apuesta por el Estado social, en un momento de crisis del mismo, lo que no significa que no haya que reformularlo, sobre todo en lo que a sus gestión corresponde.  Esto coincide plenamente con estudios  politológicos, como el que la comisión trilateral, en el año 2000, encargó a PUTNAM Y PHARR  una revisión de los cambios acaecidos en las democracias avanzadas en el último cuarto de siglo. En el informe sobre  la gobernabilidad   se afirmó la ausencia de “evidencia alguna en ninguno de los países analizados que indique que la democracia esté en riesgo de ser suplantada por otra alternativa”  ni  “evidencia alguna de compromiso declinante respecto de los principios de gobierno democrático. Por el contrario, el compromiso público respecto de la democracia per se ha crecido en el último medio siglo”.

El informe del año 2000 presentó, sin embargo, dos diferencias importantes respecto del de 1975 (de CROZIER,HUNTINTONG y WATANUKI) pues el tema más importante hoy, en los albores del siglo XXI, no es si la democracia sobrevivirá o si está en crisis, sino en qué medida los líderes y las instituciones democráticas podrán satisfacer las expectativas y necesidades de la gente. Por ello, proponen centrarse en el análisis de la problemática de la desafección ciudadana respecto de la democracia.

Parece claro que en el discurso del Felipe IV se asume  y comprende los motivos de desafección de la ciudadanía hacia las instituciones  y la conjunción de la presión desde abajo y desde arriba contribuirá a los propósitos de cambio. Lo cual aconseja centrar las propuestas alternativas al modelo teniendo en cuenta los problemas propios de cada país, si bien  parece que el común denominador sociológico e intelectual apostaría por ni más (Estado) ni menos (social). 

La constitución establece el rol actual  del  monarca y desde el él citado discurso merece los elogios recibidos y los que aquí tributamos. En su día pensadores de fuste le atribuyeron el gran rol de ‘monarca social’ en los términos que siguen en la siguiente entrada.


Me alegro de coincidir en lo sustancial con lo que termino de leer en ¿Republica o monarquía, el dilema de la paz? de  mi amigo el sabio Antonio Colomer en Las Provincias del día 9.01.2015, de recomendable lectura

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