En 1856 Alexis De Tocqueville,
en la obra El Antiguo Régimen y la Revolución analiza las causas y el carácter
inevitable de la Revolución Francesa, señalando a la centralización
administrativa como el nexo de unión de la Francia del Antiguo Régimen con la de
la Revolución.
Bonnin no se entiende sin la revolución francesa, ni esta hubiera sido posible sin la revolución administrativa previa llevada a cabo en época de Luis XVI bajo la influencia de Turgot. Tocqueville describe la importancia para la revolución francesa de continuar el inacabado proceso de modernización y centralización-burocratización del Estado francés comenzado bajo Luis XVI de Francia y sus ministros Turgot y Necker, en la línea de la reforma iniciada por Maupeou bajo el reinado de Luis XV dirigido a la separación de la función política y judicial además de a la reforma para eliminar los abusos que surgían de las magistraturas hereditarias.
Bonnin no se entiende sin la revolución francesa, ni esta hubiera sido posible sin la revolución administrativa previa llevada a cabo en época de Luis XVI bajo la influencia de Turgot. Tocqueville describe la importancia para la revolución francesa de continuar el inacabado proceso de modernización y centralización-burocratización del Estado francés comenzado bajo Luis XVI de Francia y sus ministros Turgot y Necker, en la línea de la reforma iniciada por Maupeou bajo el reinado de Luis XV dirigido a la separación de la función política y judicial además de a la reforma para eliminar los abusos que surgían de las magistraturas hereditarias.
Nos dice el autor
que (…) Es imposible leer la
correspondencia de un intendente del antiguo régimen con sus superiores y
subordinados, sin admirar hasta que punto la semejanza de las instituciones hacía
que los funcionarios administrativos de aquella época se pareciesen tanto a los
nuestros.
…El ministro siente ya el deseo de intervenir en los
pormenores de todos los asuntos y de dirigirlo todo desde París. Esa pasión
aumenta a medida que avanza el tiempo y la administración se perfecciona …Los
detalles confiados a los ministros son inmensos. Nada se hace sin ellos y sí
todo a través de ellos, y , si sus conocimientos no son tan extensos como sus
poderes, se ven obligados a dejar las cosas en manos de sus comisionados que se
convierten así en los verdaderos amos …Para llegar a dirigirlo y a saberlo todo
desde París, ha sido precioso inventar mil medios de control. La cantidad de
escritos es enorme. La lentitud del procedimiento administrativo es tan grande
que nunca he visto que transcurriese menos de un año antes de que una parroquia
pudiera obtener autorización para reconstruir un campanario o para reparar la
casa parroquial; A menudo pasan dos o tres años antes de que atienda la
petición.
(…)Los funcionarios
administrativos, casi todos burgueses, forman ya una clase que tiene espíritu
propio. Es la aristocracia de la nueva sociedad… Lo que caracteriza a la
Administración en Francia es el odio violento que inspiran indistintamente
todos aquellos, nobles o burgueses, que quieren ocuparse de los asuntos
públicos al margen de ella. Le da miedo cualquier cuerpo independiente, por
pequeño que sea, que quiera constituirse sin su concurso, y le molesta toda
asociación libre por pequeña que sea, cualquiera que sea su objeto, le
inoportuna, y sólo deja subsistir aquellas compuestas arbitrariamente por ella,
y por ella presididas. Incluso las grandes compañías industriales tampoco son
de su agrado. En una palabra, no quiere que los ciudadanos interfieran de modo
alguno en el examen de sus propios asuntos, y prefiere la esterilidad a la
competencia. Pero como siempre es preciso dejar a los franceses la dulzura de
cierta libertad para consolarlos de sus servidumbre, el gobierno permite
discutir l9ibremente toda clase de teorías generales y abstractas en materia de
religión, de filosofía, de moral, o incluso de política, tolera de buen grado
que se ataquen los principios fundamentales sobre los que hasta entonces
descansaba la sociedad, y que se discuta al mismo Dios, con tal de que no se
critique ni al más insignificante de sus agentes. Se figura que eso no le atañe
(…)
Tocqueville pone en evidencia, que la
revolución triunfó por mor del control gubernamental a través del modo
político-administrativo ya preexistente - centralismo y burocratismo - que desarrolló expansivamente
con nueva normativa, muy cambiante - sobre todo en materia hacendística - y una
praxis de destrucción de los poderes intermedios entre el poder central,
creando un espacio vacío entre él mismo y los particulares mostrándose en la
lejanía como el único resorte de la máquina social y agente único y necesario
de la vida pública. Se contrasta esta
dinámica con la de Inglaterra.
(…) En Francia solo la gendarmería es la garante del orden
público para el pueblo, que la quisiera en la puerta de su casa. En Inglaterra,
los ciudadanos se jactan de haber sido robados pues al menos no existe la
gendarmería. En suma en la Francia de la
revolución el gobierno ha ocupado el lugar de la providencia. Ahora en
nombre de un dudoso interés público, se lanzan numerosas peticiones
indemnizatorias al gobierno, bien los campesinos por las pérdidas de su ganado
o casa; los propietarios para la explotación de sus tierras; los industriales
por privilegios contra la competencia enojosa; los fabricantes solicitan
socorros y préstamos para sus negocios; y hasta los nobles todos piden
moratorias del impuesto de la vicésima por insuficiencia de rentas o mal estado
de sus negocios al Intendente - a quien llaman Monseñor como los burgueses,
cuando antaño tan sólo era Señor -. En tiempos de escasez todas acuden ya al
Intendente para su sustento. Todos hacen responsable al Gobierno de sus
miserias, que siendo inevitables suceden por su culpa hasta incluso el rigor
estacional (…)
(…) Ya no debe
maravillarnos la maravillosa facilidad con fue restablecida en Francia la
centralización en este siglo. Los hombres del 89 derribaron el edificio, pero
sus cimientos habían permanecidos incólumes en el alma de sus mismos
destructores, y sobre esos fundamentos fue posible levantarlo enseguida dándose
una solidez que nuca había tenido (…)
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