J.M. GAUS
señaló en 1950 que una teoría de la Administración Pública
significaba en su tiempo también una teoría de la política. En momentos
en los que los estudios de Administración Pública volvieron a
suscitar in interés se dijo en 1957 por DE VALLES que los
principios políticos, aquellos que tendrían que ser objeto de la Ciencia de la
Administración, caen extramuros del sistema, forman parte de otra materias y
esto explica el ocaso de esta ciencia.WALDO en 1987 volvería a repetirlo por la
actualidad de la sentencia.
Como es sabido los
orígenes de la Ciencia de la Administración respondieron a una doble
lectura sociológica y política de las revoluciones del S. XIX. Tanto Bonin como
Stein para la Europa continental y sus seguidores como Wilson y los suyos
respecto de norteamérica leerían un rol de la Administración Pública que
sirviera a los fines del Estado, primero sociales y luego además democráticos.
Cada día
considero más necesario volver a hacer una lectura política de la
Administración Pública más allá de lo dicen los textos normativos y más acá
para encontrar un engarce entre la política y la Administración Pública que dé
respuesta a la confrontación de lógicas de poder en lo político y de servicio
en la Administración Pública y sobre todo que sea transparente para poder ver
la ciudadanía cuando esta Administración se destina a fines perversos y desviados
del servicio al interés general.
La sociedad no puede
permitirse tener una Administración Pública que no responda a un sano objetivo
político ni que no disponga de una estructura técnica adecuada para
superar una situación que ya no se puede ocultar, porque ya
la describe tanto Agamenón como su porquero y sobre todos porque la
clak es casi inexistente – ya no hay ni para bocadillos y bus - y los
legitimadores-beneficiarios del sistema ya miran hacia otro lado y se acuerdan
poco de sus grandes contratos e informes autoconfirmatorios de las decisiones.
Una muestra de esto
es que la presentación, no hace mucho, en la Universitat de
Valencia de la iniciativa Sociedad Civil contra la Corrupción, con el objetivo
de rebelar a la sociedad valenciana y española contra una realidad que
consideran "inasumible", está siendo seguida de otras
iniciativas de actores sociales significados. La Conferencia Episcopal
Española termina de emitir una instrucción pastoral en la que se dice casi todo
sobre lo inasumible de la situación.
·
En el origen de la actual crisis económica hay una crisis previa: “La negación
de la primacía del ser humano”.
·
Entre nosotros, las causas de la actual situación, según los expertos, son,
entre otras, la explosión de la burbuja inmobiliaria, un endeudamiento
excesivo, y, también, la insuficiente regulación y supervisión que han
conducido a efectuar recortes generalizados en los servicios.
·
Lo que la crisis ha puesto de manifiesto es que, en nuestra economía, en época
de recesión, se acrecienta la pobreza, sin que llegue a recuperarse en la misma
medida en épocas expansivas.
·
Aspectos como la lucha contra la pobreza, un ideal compartido de justicia
social y de solidaridad –que deberían centrar nuestro proyecto como nación–, se
sacrifican en aras del crecimiento económico.
·
La extensión ilimitada de la lógica mercantil se acaba convirtiendo en una “idolatría”
que tiene consecuencias no sólo económicas, sino también éticas y culturales…
La realidad ha puesto ante nuestros ojos la lógica económica en su dimensión
idolátrica.
·
La actividad económica, por sí sola, no puede resolver todos los problemas
sociales; su recta ordenación al bien común es incumbencia sobre todo de la
comunidad política, la que no debe eludir su responsabilidad en esta materia.
·
La familia, ya afectada como tantas instituciones por una crisis cultural
profunda, se ve inmersa actualmente en serias dificultades económicas que se
agravan por la carencia de una política de decidido apoyo a las familias.
·
Los procesos de corrupción que se han hecho públicos, derivados de la codicia
financiera y la avaricia personal, provocan alarma social y despiertan gran
preocupación entre los ciudadanos.
·
Esas prácticas alteran el normal desarrollo de la actividad económica,
impidiendo la competencia leal y encareciendo los servicios.
·
Esta situación es una grave deformación del sistema político. Es necesario que
se produzca una verdadera regeneración moral a nivel personal y social y, como
consecuencia, un mayor aprecio por el bien común.
Esta valiente
descripción impide que en el seno de la Administración Pública exista el
aliciente para los que hacen las cosas bien y hacen el bien con sus trabajo y
esfuerzo. El clientelismo, el nepotismo, el palanganeo, la mediocridad y la
necedad, son en suma frutos de una crisis de valores personales, que se
nutre de las estructuras injustas del sistema al justificar en ello la
supervivencia personal y a la par permite y nutre igualmente. Otro bucle más
que habría de pretender resolver una Teoría política de la Administración
Pública. Una Administración determinado para un Estado, un Estado determinado
para una sociedad determinada por su contingencia coyuntural y estructural
Pero cuidado
sigue vigente el reto de Caiden en los ’80
(…) Si el
estudio de la Administración Pública se va a poner al día con la realidad
actual, debe ampliar sus horizontes. Debe diseñar definiciones y parámetros
globales, ideando esquemas e inventarios para el análisis universal. Debe definir
qué es lo que hace pública a la Administración Pública y proporcionar los fundamentos teóricos necesarios (…).
Hay que volver a los
clásicos hasta que encontremos nuevo pensamiento de interés para el
presente , véase pues
CAIDEN.G.,Public Administration, Palisades Publishers, Pacific
Palisades, 1982.
GAUSS, J.M, “Trends in the Theory of Public
Administration” enPublic Administration Review, 10-3,.
DE VALLES, A.
“El problema teórico y didáctico de las Ciencias administrativas”, en Revista
de Administración Pública nº 22,1957
WALDO,D., Conferencia en la APSC de 3.8.1987 . Vid WALDO, D, “Una
teoría de la Administración Pública significa también una teoría de
la política” en Administración Pública el Estado actual de la
disciplina, FCE, México, 1999.
WALDO,D., “El Estado
Administrativo: Conclusión” en Clásicos de la Administración Pública, FCE,
México, 1999.