Son poco conocidos los Axiomas de Whitehall como respuesta anglosajona para la separación política-Administración y que fueron la teoría y práctica del gobierno parlamentario inglés (Westminster) anclada en una relación experto-hombre común, según los cuales (Morison, 1926:14).
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El
funcionario debe presentar a su jefe político todos los argumentos a favor y en
contra de una decisión de manera completa e imparcial.
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Una vez se
ha tomado la decisión, el funcionario debe llevarla a cabo con total lealtad
más allá de sus preferencias.
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El
servicio civil es el responsable de la continuidad de la política, es el
corrector del gobierno de partido, su única preocupación es el bienestar de la
nación y sus propuestas lo son en función del interés general.
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El
funcionario guarda absoluta discreción sobre la autoría de la decisión y es el
político el que asume la responsabilidad de su éxito o fracaso.
Esta dinámica conllevó cambios
de gobierno ingleses Westminster sin relevo de funcionarios, incluso en los
cambios radicales de la cosmovisión conservadora al laborismo. El gradualismo del
socialismo en Inglaterra desde 1945 no fue acompañada de purgas entre los
directivos ni tan siquiera de reajustes menos drásticos.
Los
estudios empíricos revelan que en la tendencia del fabianismo hacia el
socialismo ingles y gobierno laborista, se orientaron hacia el establecimiento
de órganos de dirección y gobierno. Mientras se designaban políticos que sabían
poco o casi nada del trabajo a hacer, el gobierno era lo suficientemente
realista como para preferir ejecutivos de grandes experiencias a cargo de las
empresas nacionalizadas.
En
consecuencia no se observa de los nuevos gobiernos que van a formarse, ningún
atisbo de mínima innovación en la gestión pública (política, administrativa o
directiva) que ofrezca mejoras en organización, recursos y métodos para más
eficacia o eficiencia, y/o más calidad, equidad, justicia, nuevos valores,
ideas, conceptos, …
De
momento seguimos disponiendo de ese instrumento que se denomina ‘buenas
prácticas’ que son fruto del explorador, y que viene mejorando la gestión en
materia de innovación, transferibilidad, factibilidad, impacto positivo,
planificación, liderazgo sólido, responsabilidades definidas, sistema de
evaluación, implicación de la ciudadanía. Pero son aún ‘lagrimas en la lluvia’’ y lo que necesitamos ya son nuevos odres
con nuevos vinos para combatir a los titanes.
Desde
finales de los ’80 hasta principios del 2000 del S. XX, toda una suerte de
autores advirtieron de la necesidad de un cambio de modelo económico por
motivos de sostenibilidad ecológica, medioambiental, estructural, social,
psicológica. Ya en la primera década del XXI en sede de Administración Pública el
administrativista Marcel Pochard manifestó la necesidad de plantearse cuáles han de
ser las funciones del poder público – representado por el Estado y la
Administración Pública – que se desarrollan en la actualidad y las que requiere
el futuro. En éste marco debe garantizarse el control de las fuerzas y amenazas
que pesan sobre el mundo tales como;
Ø El poder de las
ideologías y los extremismos, especialmente los de tipo religioso.
Ø El poder de las fuerzas
ocultas (mafias, sectas, drogas).
Ø El uso de los
descubrimientos científicos.
Ø Los poderes económicos y
financieros.
Frente
a esos titanes es preciso Estados fuertes y poderes públicos capaces. Siguiendo
a Jünger señala; (…) Creo que en el mundo
que viene, nuestras sociedades deberán afrontar grandes desafíos, ligados al
desarrollo de superpotencias que van a amenazar nuestro porvenir. Dicho
desarrollo presenta varias formas: fanatismos de toda clase, en especial de
naturaleza religiosa; acumulación desordenada de armas de destrucción masiva,
especialmente nucleares; atentados múltiples y graves al medio ambiente;
multiplicación de grupos dedicados a la mafia y al terrorismo; poder creciente
del sector financiero privado, capaz de poner en peligro la economía de todo un
país, y Argentina lo sabe muy bien. No hay que olvidar los riesgos creados por
los descubrimientos científicos, tales como la clonación humana y las formas de
manipulación genética. Todas estas fuerzas, aunque oscuras, son altamente
peligrosas. Ernst Jünger, un gran filósofo alemán, destacaba el riesgo que
estas fuerzas representan para nosotros, calificándolas de titanes, como
aquellos semidioses de la antigüedad, de fuerzas sobrehumanas, capaces de
desafiar a los dioses supremos. Asimismo, Ernst Jünger declaraba que el siglo
XXI sería el siglo de los titanes (…)
En
suma y síntesis, ha costado mucho construir el modelo de Estado actual y
tuvimos en Europa la experiencia de la construcción (cambio) y obstrucción (resistencia)
política concreta del modelo liberal-social de Weimar, con el resultado de los
totalitarismos nefastos. Creemos que será
pasajero dada la crispación y malestar sociológico, pero ahora todo huele a más
revanchismo, más venganza, más ideología, mas reacción y contrarreforma a
algunos o muchos excesos, disparates, o incluso a otra expresión histórica de
la resistencias al cambio que siempre se han dado.
Parece
que en lugar de afrontar la irresistible tendencia a las posmodernidad y pensar
políticamente en clave de gestión imaginativa para abordar la fragmentación
diversidad, dinamismo y complejidad social, nos limitamos a juzgar por qué nuestros
antepasados aceptaron el renacimiento o
la revolución política y social del XIX.
Los grandes de la Administración Pública europea C.
Pollitt y G. Bouckaert, ya nos dijeron en 2010 en su trabajo La reforma de la Gestión Pública. Un
análisis comparado que (…) No hay evidencias convincentes sobre la disposición
o capacidad de los responsables políticos para convertirse en gestores estratégicos. Lo
mejor que puede decirse sobre los modelos de reforma a los que se acogen los políticos es que su
validez no está demostrada. Existe una fuerte necesidad de contar con un modelo
más realista sobre el rol que los políticos pueden y deben desempeñar en la dirección del
aparato estatal. Los modelos tradicionales no es que sean tanto incorrectos
como inadecuados para los tiempos actuales. La preparación de los políticos
para el desempeño del cargo público ha sido en muchos países un área abandonada
por las reformas. La desconfianza hacia ellos puede sustentar razones
democráticas sólidas para hacer de su preparación un punto fundamental del
debate público (…)
Es
más lo que weber espera del político que del funcionario y sin afeites y
ambages termina el dialogo–dialéctica entre ambas éticas – equivalentes su distinción
entre razón instrumental y material, diciendo que (…) El que busca el bien de su alma y la salvación de las demás no
realiza su búsqueda por el camino de la política que tiene problemas completamente
distintos y que sólo pueden resolverse mediante el ejercicio del poder
coercitivo. El genio o demonio de la política vive en perpetua tensión interna
con el Dios del amor, incluso con el Dios cristiano en su expresión
eclesiástica, y en cualquier momento esa tensión puede estallar en un conflicto
insoportable.
… La política implica un
fuerte y lento perforar de duras tablas con pasión y buen criterio al mismo
tiempo. Es completamente cierto, y toda la experiencia histórica lo confirma,
que no se hubiera logrado lo posible si en el mundo una y otra vez no se
hubiese intentado lo imposible. Pero el que puede hacer eso tiene que ser un
líder, y no sólo eso sino – en un sentido muy llano de la palabra – también un
héroe…, Sólo el que está seguro de no quebrarse cuando el mundo, visto desde su
propio punto de vista, es demasiado estúpido o demasiado perverso para lo que
él desea ofrecerle; sólo aquél que frente a todo ello es capaz de decir: “¡aun
así!”, sólo ése tiene “vocación” para la política (...)
Casi nada, sobre todo al leer – ante las
próximas elecciones - hoy que en la AGE alrededor de una decena de altos
cargos, entre secretarios de Estado, subsecretarios, directores generales y
ejecutivos de empresas públicas, han mostrado su disposición a abandonar el
Ejecutivo, con instrucciones a los Ministros de no aceptarlas.
Cfr.
GIDDENS,A.,
Un mundo desbocado, Santillana,
Madrid,2002.
GORZ, A., Metamorfosis
del Trabajo, Sistema, Madrid,1995.
STRANGE,
S., La retirada del Estado, Intermon
Oxfam, Barcelona,2001.
RAMONET, I., Un mundo desbocado, Mondadori,Barcelona, 2003.
POCHARD ,M., “Sobre el Gobierno receptivo, responsable y respetado: hacia una nueva teoría de la Administración Pública, Jocelyne Bourgon” en Revista Internacional de Ciencias Administrativas, 73-1,pp. 27-29.
POCHARD,M., “ El Gerenciamiento del Personal, un proceso ineludible para el Mejor Gobierno” en Panel IV del Seminario internacional sobre Modernización del Estado 26 y 27 de octubre de 2006, Buenos Aires.